Y termino, el último día del año que muere, las vicisitudes y aventuras de Cabeza de Tortilla. Espero que os hayan entretenido. El año próximo espero seguir estando a la altura de lo que todos vosotros os merecéis.
16. Manos de Libro
Berni prefirió, sin embargo, no dejar constancia en sus memorias de lo sucedido con la biblioteca. Y como la luz solar era ya casi invisible, optó por recoger los papeles y sentarse a descansar un rato en el sofá del comedor. Cerró los ojos y, con la nostalgia a flor de piel, se dio cuenta de que sólo había tiempo para recordar.
Era verano y estaba rodeado de sus amigos en aquel refugio de arena y juncos del soto. Chago, para no perder la costumbre, le preguntaba:
--.¿Qué le pasó a Cabeza de Tortilla cuando al fin Manos de Libro se topó con él?
--En realidad, Cabeza de Tortilla no deseaba encontrarse con Manos de Libro porque sabía que cuando eso sucediera dejaría de existir. Así que siempre andaba buscando una excusa para no toparse con Manos de Libro. Y como todo lo que tiene vida un día deja de vivir, eso mismo le ocurrió a Cabeza de Tortilla.
--Pero ¿cómo era Manos de Libro?—insistió el preguntón compulsivo—Muy malo debía ser para que Cabeza de Tortilla anduviera siempre evitándolo.
--Para entendernos fácilmente, te diré que, como muy bien dice su nombre, era un personaje de negro que tenía las manos como cubiertas de libros, y cuando las cerraba, como para aplaudir. todo lo que quedaba dentro pasaba a formar parte de sus entrañas, que estaban hechas de papel y aparecían escritas como las páginas de un libro. Quiero decir que cuerpo era verdaderamente un libro negro y las manos al abrirse o cerrarse actuaban como las tapas de un libro.
--¿Y qué tiene que ver eso con que Cabeza de Tortilla lo esquivase siempre?—volvió a la carga Chago sin que esta vez Merlo hiciese el menor gesto por cerrarle la boca.
--Una relación muy clara. Cabeza de Tortilla en realidad era un personaje de libro y un día en un descuido de Manos de Libro se escapó de la cárcel de sus páginas harto de moverse en mundos fantásticos que, a la larga, son poco prácticos, y deseoso de hacer algo bueno en el mundo de la realidad. Por ejemplo, dar de comer a los pobres, como ya sabéis De ahí que Manos de Libro, que tenía o creía tener un poder absoluto sobre sus personajes, viendo que uno de ellos no sólo se había escapado de sus dominios sino que además parecía pavonearse de ello, quisiera por todos los medios encontrar a Cabeza de Tortilla y de un aplauso certero devolverlo a sus páginas, de las que nunca debió huir.
Y ahora tengo que deciros una cosa: Manos de Libro no consiguió nunca, por lo menos hasta ahora, capturar entre sus páginas a Cabeza de Tortilla, y eso que mandó recorrer todos los lugares asolados por el hambre que hay en el mundo a sus mensajeros negros, que son como interrogantes, unos con forma de nariz de payaso y otros con forma de oreja, llamados también Ganchos de Carnicero y Ganchos de Percha, respectivamente. Una vez estuvieron a punto de sorprender a Cabeza de Tortilla en un pueblo de adobes de Etiopía tras haber empleado éste la técnica de los gorriones para abastecer a todos sus habitantes. Pero los ganchos eran demasiado escandalosos: tropezaban unos con otros y se enredaban entre sí con lo que los insultos que se dedicaban recíprocamente alertaron a Cabeza de Tortilla, que tuvo tiempo de camuflarse en unas dunas cercanas, las cuales, sin despertar sospechas, se deslizaban a impulsos del viento cada vez más lejos del poblado y del alcance consiguiente de los mensajeros negros de Manos de Libro. En cuanto vuelva a saber alguna hazaña más de Cabeza de Tortilla, os aseguro que seréis vosotros los primeros en conocerla.
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