lunes, 16 de mayo de 2016

ESTAMPAS DE UN VIAJE A EXTREMADURA


 



PRIMERA
 
Los campos desde el tren
Son grises como el cielo.
Sólo brillan las vías
En esta  luz difusa
Del amanecer.
Las ventanillas
A veces son fundidos
En esta melancólica
Película del viaje.
Si no fuera
Porque a  mi lado va
La compañera de mi vida
Un lunes como hoy
Sería un buen día
Para desaparecer,
Como los campos
Tras esta guillotina
Impía de la lluvia.
Pero de nuevo vamos juntos
Para vivir  la aventura
De un nuevo viaje.
Vivir es viajar,
y viajar es vivir.



SEGUNDA
 
Sobre la tierra roja,
Débiles brotes verdes
Con tímidas cintas de sol.
Las nubes, amenazantes.
La luz, escasa aún.
Charcos sobre la arcilla.
Y las ventanillas del tren,
Viñetas de un cómic imposible.
A un lado y a otro,
Nubes viajeras.
Como nosotros,
Que enlatados en sueños,
Nos dejamos llevar
Sobre las vías.
Horizontes remotos,
Campos verdes,
Tierras rojas…
Y encima,
Nubes armadas de plomo,
Seguramente
Para asesinar otra vez
A los inocentes paisajes.
 
TERCERA
 
De un olivo de esta tierra,
Ajeno a las lluvias y a las jaras,
Se ha traído a este hotel
Medio tronco esculpido
Con retazos humanos.
Cabezas extasiadas,
Cuellos y hombros humillados,
Manos suplicantes…
Fuera de lugar. Mejor sería
Que ocupara un altar expiatorio
Este retablo aislado
En un sitio de paso de un hotel,
A la vista del ocio y la alegría.
Olivo doblemente sacrificado.
¡Con qué placer
Volvería a las lomas de esta tierra
Para que la lluvia le lavara los cabellos,
Le secara el sol y lo peinara
El viento de Extremadura.





CUARTA
 
Entre sus columnas de Mérida
Diana está a sus anchas
A un paso del bar de copas.
Por la noche,
Cuando los turistas
Hayan dejado descansar a sus cámaras
Y se gaste la calle Sagasta
De tanta ida y venida,
La diosa de la caza
Beberá un cóctel de amor
Con nubes de amapolas.
Pero ahora, de día,
Mientras el sol charola
Los viejos capiteles
Y descansa la lluvia
Tras las nubes más altas,
Atrevida me mira
A través de los arcos
Y me reta a que siga
Su rastro venatorio
Por el verdín romántico
De su dominio antiguo.



 

QUINTA
 
La lluvia se desgrana sobre el teatro.
Ceres, la falsa, al resguardo, contempla
La escena abandonada
Donde sólo los charcos ensayan su papel
Sin grandes aspavientos.
Desde la grada
El grupo atiende al guía
Mirando más al cielo que a los dioses.
Los paraguas salpican de color
La estampa gris. De pronto
El diluvio se abate sin piedad sobre las ruinas.
Escapamos por los vomitorios.
Nos espera el Museo de Moneo. Allí pensamos
En el mito de Ceres, sus siembras y sus ciclos,
Auténtica y eterna, a buen recaudo
De viento, sol y lluvias,
Entre bellos mosaicos y esculturas,
Estelas funerarias y vasijas
Que besaron mil bocas que hoy son humo,
Recuerdo de aquel tiempo que no vuelve.



SEXTA
 
La lluvia se ha parado.
El sol muerde
La calzada del Puente sobre el río.
Sesenta ojos tiene su piedra romana,
Sesenta ojos contemplan
La eternidad del agua del Guadiana
Con sus islas de paz a escaso espacio
De la loba inmortal y de los nidos
de cigüeña que coronan los palacios
y las iglesias.
Las columnas cubiertas de pátinas guerreras
Abandonan la sombra mientras rompe
El plomo de las nubes este sol
Momentáneo y valiente que abrillanta
La corriente del río.
Guadiana no se esconde. Espejos tiene
Que reflejan la edad de nuestro grupo,
Mientras el tiempo fluye como él
Por esta tierra
Ayer romana y hoy cosmopolita.

jueves, 12 de mayo de 2016

Estampas de un viaje


Vencejo

En lo alto de la torre,
Donde ocultan sus voces las campanas,
Donde el paso del hombre es casi imposible,
El vencejo,
Poderoso emperador de las alturas,
Yace inmóvil al pie de una ventana.
Sus largas alas de ballesta negra
Que hasta ayer lanzaba la saeta de su cuerpo
Cielo arriba, sobrevuelan su muerte.
Y ahora el viento agita su plumaje
Ajeno a las corrientes.
Aquí arriba recuerdo,
A la vista de su negra derrota,
Los vuelos que en mi infancia
Otros hermanos suyos realizaban
Alrededor de la torre de la iglesia del barrio
Antes de recogerse en la paz de sus nidos.