jueves, 31 de mayo de 2012

Fotografías que hablan

Lo que el mar enseña


¿Qué diríais que es lo que muestra la fotografía? Podría ser una abstracción pictórica, una falda hawaiana abandonada en plena danza, una diadema de diosa, un pez perseguido, un huevo de dinosaurio derramado, una raqueta desvencijada, un cojín reventado... Podría ser lo que la imaginación humana, siempre despierta, maquinara. Siento desilusionar. Porque aquí la imaginación no tiene lugar, salvo la del mar, que en sus eternos vaivenes, ha querido pintarnos en la arena de la orilla el lírico recuerdo de una medusa, cuyos tentáculos morados se han cansado de navegar contra las olas y han acabado extendiéndose en el último estertor de su vida fantástica y marina.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Nuevos relángrafos


Pregunta: ¿En qué poema vital cabe un verso que sólo hable de la muerte? Respuesta: En cualquiera que no sólo hable de la vida.



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Preparar las maletas antes de emprender un viaje es como ponerse a leer una novela de la que nunca se ha oído hablar antes.



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¿Qué piensas del que te mira desde el fondo del espejo y te sonríe condescendiente? Yo, a veces, que se trata de quien me hubiera gustado ser y que nunca seré. Claro que un hecho me consuela, y es que él no puede, por ejemplo, meterse en el mar como yo, o leer o escribir o hacer cualquier cosa de las que me siento orgulloso pese a ser peor que el que me aguarda siempre dentro del espejo.



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Al novelista se le ocurrió hablar del asesino en el segundo párrafo de su recién iniciada novela, pero cometió el fallo de mostrarlo simpático a los lectores y, especialmente, de demorar excesivamente el momento de llevar a cabo su crimen.



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Si Fermín de Pas hubiera tenido una infancia más feliz, liberado un tanto de las faldas opresoras de su madre, seguramente no habría intentado nunca apoderarse del cuerpo y el alma de Ana Ozores; creo que ni siquiera habría entrado en el seminario para hacerse sacerdote. Pero por otra parte, Clarín no habría dado con su personaje para escribir como debía La Regenta.



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En un poema, aunque sea breve, cabe el mundo. En un solo verso cabe el hombre; al menos su capacidad de sentir, de pensar, de soñar. He aquí un ejemplo:

“Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso.”



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Paseando por la orilla del mar, asistes a dos ritmos diferentes y comunes a la vez: al del ir y venir de las olas y al ir y venir de los humanos. Sólo el saber que ese ir y venir acabará un día para uno de ellos diferencia y separa irremediablemente a los dos. Eso hace, por otra parte, que los hombres nos agarremos con uñas y dientes a ese monótono pero esperanzado ritmo de ir y venir.



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El novelista, pese a tener bien pensada la trama de su relato, no puede evitar casi nunca que alguno de los ingredientes narrativos que combina en su obra no salga como había planeado. Unas veces es el espacio donde se mueven los personajes, el cual intenta explicar y justificar su comportamiento según sea sórdido o saneado, opresor o liberal; otras, el tiempo que regula y ordena las acciones de los personajes según la lógica o la importancia de las mismas; y otras veces, son los propios personajes quienes se rebelan contra los designios de su autor atendiendo a las situaciones que el propio argumento, con sus causas y efectos, va creando a su paso. De ahí que, en ocasiones, el novelista se lamenta de que en su quehacer literario no sea Dios, que tiene bien atados los destinos de sus criaturas desde que nacen hasta que mueren y nada pueden hacer para evitarlo, salvo el adelantar su propia muerte con el suicidio voluntario, que a veces falla también, lo que da la razón al verdadero Novelista de la Vida.



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Sólo los novelistas buenos entienden por qué eso es así. Dios escribe la realidad; el novelista la inventa. De otro modo: Dios escribe vida; el novelista, ficción.

lunes, 28 de mayo de 2012

Nuevos relángrafos


Se puso a escribir la nueva novela que tenía en mente y, tras redactar el primer párrafo, recibió una llamada telefónica. Desde el otro lado de la línea, una voz desconocida, que se presentó como el protagonista de su novela, le dijo que había empezado mal el relato, ya que el crimen que había planeado situar en el capítulo siguiente había tenido lugar ya, y que él, como el policía elegido para resolver el caso, había dado ya con la pista del asesino. El autor colgó molesto el teléfono por creer que todo se debía a una broma de mal gusto y siguió escribiendo su novela. Pero a los pocos segundos, alguien empezó a llamar insistentemente a la puerta de su habitación. Sin perder la compostura abrió la puerta para ver quién era ahora, y se encontró de sopetón con un hombre que, provisto de una placa, le soltó a bocajarro: “Queda usted detenido por el asesinato de míster Equis.”



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El primer verso suele ser el más difícil de encontrar. Es como la llave que abre el arcón de las palabras que constituyen el resto del poema.



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Viajar es convertir la rutina de la vida diaria en un aliciente misterioso para vivir de otro modo durante un tiempo.



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Los silbidos y zumbidos que en ocasiones nos suenan en el oído derecho son espectros de palabras que podrían haber sonado en labios de nuestros mejores amigos para animarnos a seguir adelante en cuantos proyectos hayamos planeado. De los silbidos y zumbidos que vienen a perturbarnos el tímpano del oído izquierdo, mejor no hablar.



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El policía, que no era más que el protagonista de una novela que aún no había acabado el novelista, se tuvo que conformar con ver al asesino deshacerse en la niebla de la mañana que aún no había amanecido.



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Cada vez le ocurre más al poeta el hecho de escribir un verso que cree nuevo cuando ya forma parte de algún poema de alguno de sus libros publicados. Hay otra cosa peor: que ese verso sea fruto de la lectura de otro poeta.



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En los hoteles ocurre algo curioso : en vez de sentirse el hospedado más sociable y abierto con los demás, que sería lo lógico en un ambiente donde lo comunitario tiene mayor incidencia, busca con más celo la oportunidad insoslayable de fomentar la soledad.


sábado, 26 de mayo de 2012

Cien años de Campos de Castilla

Sin duda alguna, uno de los mejores poemarios españoles del siglo XX es Campos de Castilla (1912), el segundo libro de Antonio Machado (Sevilla,1875-Collioure, 1939), después de Soledades y antes de Nuevas canciones. No es momento de repetir lo que plumas más sabias que la mía han dicho al respecto del significado de Campos de Castilla dentro de la obra del autor y las influencias claras que dejó en los poetas posteriores, especialmente en la generación del 50, la formada, entre otros, por José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente o Claudio Rodríguez. Aquí prefiero, en homenaje al libro, apuntar unas notas sobre uno de los temas más recurrentes de Machado, la muerte, que en Campos de Castilla adquiere, por la muerte de su joven esposa Leonor, ocurrida precisamente en 1912, una importancia trágica en su vida y en su obra.


1. LA MUERTE, COMO ACTITUD Y COMO ATMÓSFERA

Enseguida vemos la actitud serena, senequista, sencilla y resignada del poeta ante la muerte en su Retrato. Los últimos cuatro serventesios alejandrinos del poema así lo atestiguan:


“Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos de la mar.”


Sin embargo, esta actitud serena y resignada que muestra el poeta ante su propia muerte, cuando se produzca, cambiará radicalmente en la muerte de su joven esposa Leonor, como veremos en otra parte.


Castilla es el centro de su canto y de sus preocupaciones en el libro, como es lógico. De ahí que una de las primeras cosas que hace Machado es definirla. Y la define acertadamente, pensando no sólo en su aspecto físico, sino sobre todo en su destino histórico, con una antítesis antológica. Dicha definición la leemos en el poema Orillas del Duero, en otro serventesio (éste resuelto con endecasílabos):


“¡Castilla varonil, adusta tierra,
Castilla del desdén contra la suerte,
Castilla del dolor y de la guerra,
tierra inmortal, Castilla de la muerte!”



Otras veces la muerte es una atmósfera inquietante que flota sobre todo un poema, sobre el marco espacial y temporal descrito en él (el campo abierto, el cierzo crudo, la nieve, un mesón, el fuego del hogar), sobre los personajes que habitan el mesón (un matrimonio viejo, una niña) y sobre el personaje ausente que se echa de menos. Así lo vemos en el poema V de la sección titulada Campos de Soria. Se trata de una silva (combinación de versos endecasílabos y heptasílabos con rima consonante) que en verdad cuenta una historia de muerte, ausencia y esperanza, tres ingredientes inseparables en la temática de Machado. No me resisto a copiarla íntegra.


“La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío,
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
--tal el golpe de un hacha sobre un leño--.
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.






miércoles, 23 de mayo de 2012

Grandes poetas hispanoamericanos

Sor Juana Inés de la Cruz

El primer nombre importante en la historia de la poesía hispanoamericana es el de la poetisa mejicana sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 1651, 'otros estudiosos la hacen nacer tres años antes'-Méjico, 1695). Conocida, entre otros apelativos, por el de la Décima Musa, perteneció por su estilo y tiempo al Barroco literario español. Cultivó todos los géneros, desde la crítica hasta el teatro, pasando por la lírica, donde destacó principalmente. El tema amoroso es el más abundante y a él pertenece el poema siguiente, escrito en excelentes décimas:

"Dime, vencedor Rapaz,
vencido de mi constancia,
¿qué ha sacado tu arrogancia
de alterar mi firme paz?
Que aunque de vencer capaz
es la punta de tu arpón
el más duro corazón,
¿qué importa el tiro violento,
si a pesar del vencimiento
queda viva la razón?
Tienes grande señorío;
pero tu jurisdicción
domina la inclinación,
mas no pasa al albedrío.
Y así librarme confío
de tu loco atrevimiento,
pues aunque rendida siento
y presa la libertad
se rinde la voluntad
pero no el consentimiento.
En dos partes dividida
tengo el alma en confusión:
una, esclava a la pasión,
y otra, a la razón medida.
Guerra civil, encendida,
aflige el pecho importuna:
quiere vencer cada una,
y entre fortunas tan varias,
morirán ambas contrarias
pero vencerá ninguna."

...  ...  ...  ...

lunes, 21 de mayo de 2012

Patadas al diccionario

NADIE ES ICONO DE NADIE

Se va extendiendo cada día más la acepción de icono como modelo de alguien y así es fácil oír en los medios la expresión: "Mi icono de belleza es Grace Kelly", o la pregunta siguiente formulada a un entrevistado: "¿Quiénes son hoy por hoy tus iconos en el trabajo?" Y hasta que no se diga lo contrario por parte de quienes tienen la obligación de limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua castellana o española si se prefiere, que son de momento los académicos, la palabra correcta que debe emplearse en ambos casos es "modelo" o "persona ejemplar". Y ya puestos, no vendría mal recordar los significados correctamente aplicados (hasta el momento, ya digo) a la palabra en cuestión,

ICONO:


1. Representación pictórica religiosa propia de las iglesias cristianas orientales. Ejemplo: cualquier imagen de las que pueden observarse en la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla.


2. Signo que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado. Ejemplo: La fotografía
de nuestro DNI.
3. Representación gráfica esquemática utilizada en informática para identificar funciones o programas.
(Fuente: Diccionario panhispánico de dudas)

viernes, 18 de mayo de 2012

El relato del mes


¿Dónde está el transatlántico?

 

Entre el prestidigitador y su loro de compañía había una especie de complicidad que ni ellos mismos sabrían explicar. Pero que a la hora de los momentos serios en los que el hombre de los juegos de ilusión se jugaba el oficio ante su público, el animal emplumado, unas veces por una causa y otras veces por otras, acababa estropeándole el truco chillando desde su alcándara que la paloma la tenía oculta en la manga izquierda o que la carta desaparecida estaba escondida en el doble fondo de la chistera. Y el público estallaba en carcajadas, mientras el prestidigitador agachaba avergonzado la cabeza y el empresario de turno acababa rescindiendo el contrato firmado con él. Por este motivo el artista se veía obligado a mudar de región y en todas sufría el mismo desenlace. Hasta que hubo un momento en que ninguna sala de fiestas de ninguna provincia solicitaba sus actuaciones. Pese a todo, el prestidigitador no se desprendió de su mascota y eso se debía sin duda a que le tenía verdadero cariño y a que el loro había sido en sus principios como artista testigo excepcional de sus primeros éxitos. Y la pobreza y el hambre se convirtieron en compañeros inseparables del prestidigitador y su loro. A éste se le veía consumido y desplumado y al hombre mal vestido y demacrado, y nada parecía venir a cambiar el deplorable estado de uno y otro. Hasta que un día el artista en paro leyó un anuncio en el periódico, según el cual un transatlántico atracado en el puerto de la ciudad requería los servicios de un mago para amenizar las noches de fiesta que durara el crucero. Los interesados debían presentarse en el barco aquel mismo día pues a la mañana siguiente se hacía de nuevo al mar. En cuanto leyó el anuncio el artista se arregló lo más decentemente que pudo y, sin decir nada al loro, se encaminó al transatlántico provisto de sus tres mejores trucos para convencer al encargado de programar las fiestas de a bordo. Y así fue. Tras la exitosa prueba y con el contrato firmado para salir al día siguiente con el resto del pasaje, volvió a casa más contento que unas castañuelas. El loro lo advirtió enseguida y se puso a agitar las desplumadas alas uniéndose al alborozo de su amo. Pero éste se arrimó a la jaula del pájaro y le soltó un sermón imponente sobre cómo debía comportarse durante la travesía, pues de ello dependía el que sus vidas empezaran a prosperar de nuevo, y desde luego nada de desvelar sus trucos de magia en plena actuación, si no quería que volvieran al actual estado. El loro parecía escuchar con muchísima atención las advertencias del prestidigitador, así que éste se acostó tranquilo pensando en que sus vidas mejorarían a partir del día siguiente, desde el momento crucial de presentarse de nuevo a un público sediento de ver sus juegos de magia. Al día siguiente subieron los dos a bordo por la rampa de embarque y ocuparon un camarote confortable. Llegó la noche y con ella la hora de la fiesta. Salieron los dos al escenario entre fuertes aplausos y el prestidigitador empezó a hacer su primer número ilusionista. El loro, en su jaula situada detrás de la mesa de los juegos, seguía con atención los movimientos rápidos de los dedos de su amo, y cuando éste se disponía a resolver la magia, farfulló con una voz estridente: “La paloma está oculta en la manga izquierda”. No hay que describir la cara que puso el mago ni la reacción del público. Descompuesto ante los abucheos de la gente, el artista se excusó ante el distinguido y, cogiendo la jaula del loro, abandonó el escenario. Aquella noche ni uno ni otro lograron pegar ojo en la soledad del camarote. Quizá eso les salvó de una muerte segura pues de madrugada se levantó un fortísimo temporal que hizo naufragar el transatlántico. Nadie logró salvarse, excepto el prestidigitador y su loro que, agarrados a un tablón de madera, lograron llegar sanos y salvos a un pequeño islote en medio del océano. Allí permanecieron unas horas sin decir nada, cada uno apresado por sus pensamientos. Hasta que el loro, sin poder aguantar más, agitó sus alas en señal de verdadera preocupación y le gritó con su acostumbrada voz estridente: “Tú ganas: me doy por vencido. ¿Dónde está el transatlántico?”

miércoles, 16 de mayo de 2012

Adiós, Carlos Fuentes

Ayer guardó definitivamente su pluma el escritor Carlos Fuentes (Panamá, 1927-México, 2012). Cultivador de todos los géneros literarios, desde el cuento (Cantar de ciegos, Cuentos fantásticos, etcétera) hasta la novela ( La muerte de Artemio Cruz, La cabeza de la hidra o Una familia lejana, entre otras), pasando por el ensayo (La nueva novela hispanoamericana o Geografía de la novela) y el teatro (Todos los gatos son pardos, Los reinos originarios o El tuerto es rey), sin olvidar el guión cinematográfico (Pedro Páramo, a partir de la hermosa novela del mexicano Juan Rulfo, o El gallo de oro y Tiempo de morir, ambos en colaboración con García Márquez).
Carlos Fuentes, poseedor de premios tan prestigiosos como el Cervantes de 1987 o el Príncipe de Asturias de 1994, nos ha dejado como herencia su incondicional amor por el idioma castellano, hecho palpable en cuantas páginas escribió a lo largo de una vida dedicada a honrar al idioma de Cervantes.

He aquí unas cuantas frases suyas:

"Hay que llegar a saber que los hijos, vivos o muertos, felices o desdichados, activos o pasivos, tienen lo que el padre no tiene. Son más que el padre y más que ellos mismos. Nuestros hijos son los fantasmas de nuestra descendencia. El hijo es el padre del hombre."

"¿La creación está inconclusa? Si. Y éste es el requisito por donde, inevitablemente, Dios se me cuela al mundo. Si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ¿Dios contiene el mal humano? Yo contesto, si. Somos reflejo también de la parte mala o inconclusa de Dios. Obramos para completar a Dios."

"Si del amor hacemos la meta más cierta y el más cierto placer de nuestras vidas, ello se debe a que, por serlo para serlo, debe soñarse ilimitado sólo porque es, fatalmente, limitado."

"La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es."

martes, 15 de mayo de 2012

El poema del mes


COMO LA FRUTA


Como la fruta
                        bajo la ley del tiempo y de la espera,
como el vino sujeto a los rigores
y disciplina de la fiel bodega.

La dura vigilancia,
las condenas
que nos suben al cielo
o nos sepultan entre las miserias.


Celebrar la madurez,
crecer  en la madera
como una yedra fiel. Oh, sacramento
del vino en nuestra fiesta,
que en vez de emborrachar
cura y alegra.


Celebrar la madurez
de la fruta que espera
entregarse a la boca de la vida
como el grano a su surco fiel se entrega.


sábado, 12 de mayo de 2012

FOTOGRAFÍAS QUE HABLAN

Un monumento de siempre

En el alma guardamos lo bueno y olvidamos lo malo. Si no fuera así, vivir se haría realmente difícil. Entre lo bueno destacan las cosas que tienen que ver con nuestros juegos infantiles. Y uno de mis juegos infantiles consistía en subirme a la piedra que aguanta la estatua de Viriato, el terror de los romanos. El monumento se encuentra todavía en la plaza que lleva su nombre, plaza donde por otra parte tiene lugar el Miserere del Yacente de la Semana Santa y se levantan edificios notables como el antiguo Hospital, hoy sede de la Diputación Provincial, y el Parador de Turismo, en otro tiempo el Hospicio. Cuando pintaba esta aguada, aquí en tierras catalanas, me vinieron en aluvión incontenible a la memoria recuerdos buenos de mi querida patria chica, pero especialmente el juego, casi un ritual, de tocar los cuernos del ariete romano y trepar por lo que nosotros los chiquillos llamábamos la castaña pilonga, peñasco traído de Sayago,  que se creía lugar de nacimiento del valeroso guerrillero.

jueves, 10 de mayo de 2012

Barcelona de nuevo

Entre el arte, la vida y la literatura


sVolver a Barcelona es regresar a la vida de siempre entre el arte y la literatura. Después de algún tiempo sin visitar Caixa Forum, ineventamos un pretexto para volver a dar una vuelta por sus salas y de paso dejar andar a nuestros pies por los sitios que antaño (que es siempre) significaron algo en nuestra existencia. Esta vez con triple sorpresa en Caixa Forum: dos muestras importantes de la obra pictórica de Goya y Delacroix y unos retratos periodísticos de Pedro Madueño. De los cuadros expuestos del pintor romántico francés destaco el que presenta a Horacio y Hamlet en el cementerio ante el cráneo de Yorick, el Naufragio de Don Juan, o el de Grecia expirando sobre las ruinas de Mesolongion, sin olvidar sus autorretratos. De Goya, me quedo con el de los niños que suben a un árbol, la maja vestida (eché de menos en la exposición el equivalente desnudo), El parasol o algunos caprichos referidos a las brujas y al mundo del diablo, al que tan aficionado era el pintor español, sin olvidar el que aparece en el folleto de la exposición. Sorpresa parecida me llevé al presenciar los retratos periodísticos (entre 1977 y 2012) de Pedro Madueño. Son retratos que aparecieron su día en La Vanguardia y captan un momento esencial de la vida y ocupación de los retratados (pintores, escultores, cocineros, novelistas, poetas actores, etcétera, entre los que destacan Marsillach, F. Adriá, Tapias, Chillida o Martí i Pol y José Hierro, dos de mis poetas favoritos.
Luego el sol y Montjuic. Las calles y el ambiente de este barrio de mis amores. Cerca está la casa donde viví con mis padres y hermanos hasta casarme. Entrar de nuevo en el piso fue volver al pasado, a aquellos años de universidad y amigos pintores y poetas, de las correrías por la ciudad condal en busca de emociones entre versos escritos en servilletas por los bares, galerías de arte, alguna que otra exposición personal y audiciones de discos de los Beatles y las canciones de los festivales de San Remo, siempre todo en buena compañía.
Volver al piso donde la vida y la muerte se abrazaron en tan pocos años ha sido sentir de nuevo las voces de los míos, de los que se fueron y aún continúan teniendo sueños y ganas de vivir. Jamás dejaré de dar gracias a Dios por permitirme recordar (por eso, volver a vivir) muchos de mis mejores momentos, representados por aquel cuadro de la anciana cosiendo que pinté en los años sesenta y aún preside el comedor, sala bendita que conserva tantas respiraciones, planes y cariños familiares.
Ahora hay que seguir con estos que urgen y me llevan por el río de la luz y la ilusión hacia un mar ojalá lejano todavía.

martes, 8 de mayo de 2012

Instantáneas de la isla del Teide


SANTA CRUZ

Los tranvías siguen su trazado sorteando el tiempo bajo una navegación extraña de celajes.
Nosotros damos con los arcos morunos, el azafrán más barato de la isla, si lo comparamos
con el de la Casa de los Balcones, casi un robo si no fuera razón o causa del turismo,
una fuente donde el agua calla y unos pasteles de la isla en el Mercado de Nuestra Señora de África.
Aún atravesaremos semáforos y plazas con dragos escondidos, aún daremos con la fachada de la Casa de la Amistad, y semioculta por redes la iglesia de la Concepción, antes de bajar a la plaza de España y verla patas arriba, como después de una batalla,a la vista de los viejos volcanes aserrando
las gasas de las nubes más osadas.
Miramos hacia arriba. Siempre en la isla hay que mirar arriba porque allí nace la luz y vive el padre Teide derramando sus bendiciones.
Y descubrimos piedras domadas por el hombre, estatuas que vigilan atentas desde el sueño
los ecos de las balas, los insultos que sembró el cainismo entre las calles y los vecinos de los pueblos más pequeños, más callados, desde el ardiente sur hasta el altivo norte, pasando por la estepa de quijotes y sueños de molinos sin futuro del corazón de España.
Después las ramblas, las calles peatonales, los comercios con sus saldos falseados y la vida cabrona que nos duele detrás de cada esquina, pese a estar de turismo jubilar, los transportes, el regreso al hotel y la caricia final de la almohada.


miércoles, 2 de mayo de 2012

Instantáneas de la isla del Teide


La Orotava.

Subiendo siempre al cielo azul entre vergeles y calladas urbanizaciones, el Teide está presente en cada curva, a derecha, a izquierda, al frente, en lo alto, como lo que es, el auténtico dios de Tenerife, un dios de fuego dormido pero con su amenaza latente. Siempre belleza activa.

Pie en tierra, por toboganes de asfalto llegamos al rincón de San Agustín y la Casa de Cultura. Suena la campana de la espadaña cuando estamos al frescor y la sombra del interior del templo. La Virgen del Retablo sonríe serenamente, mientras el Cristo de la esfera nos mira desde la nave lateral con melancolía y resignación eternas, acostumbrado por los siglos de los siglos a la soledad silente de la iglesia, sólo rota a veces por los pasos de los curiosos visitantes. A Ella le toca representar su papel de ternura y a Él el difícil papel de recordarnos siempre lo que somos.


La impresión que nos causa la famosa Casa de los Balcones es deprimente. Bella en sí misma, la fachada del siglo XVIII, el patio y las galerías, es simplemente un reclamo para amasar turistas con euros. Masificación, negocio, turismo barato. Y a unos pasos, en la otra acera,  la Casa del Turista (Casa de los Molina), para más inri. Pienso en ello en la relativa paz de la cercana plaza de San Francisco donde se levanta el Hospital de la Santísima Trinidad, y sentado en un jardín escalonado con fuente y sus gigantescos dragos.

Pensamiento que confirmo en la quietud del cementerio cercano, entre las tumbas y ante la paz eterna del Teide allá en lo alto, coronado de nubes.

Por la Carrera del escultor Estévez desandamos el paseo hasta la estación de las guaguas, no sin antes asistir al rodaje de unas escenas de época ante la entrada majestuosa de la Quinta Roja, muy cerca del templete de música.