miércoles, 29 de diciembre de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Adiós a una década

Ahora que el último año de la primera década del siglo XXI está dando sus últimas boqueadas, echo una última mirada atrás para hacer un breve balance, balance propiamente agridulce por cierto. Si miramos al mundo, económicamente no puede ser más lamentable. Los gobiernos luchan a contracorriente por liberar a sus respectivos países del ofidio insaciable de la crisis, mientras que la naturaleza tampoco ayuda mucho a solucionar el problema, con sus pavorosos terremotos, inundaciones, incendios, corrimientos de tierras, erupciones volcánicas... Y si esto es poco, pensemos en la escalada imparable del terrorismo que siembra el miedo y la muerte en cualquier parte del planeta, haciendo temblar los cimientos de Occidente, que hasta hace poco considerábamos intocables.



Y nuestro país no se salva de ninguna de esas lacras. A la crisis económica galopante que sufrimos desde mediados de la década se le une el plan del Gobierno para sanearla, impopular y salvaje, que no deja de causar el malestar de los ciudadanos. Y además, por su mala gestión política, todo se vuelve contra él en forma de paro, huelga general, sedición de los controladores aéreos, malestar de los funcionarios públicos y de los pensionistas, aumento de las tarifas eléctricas y un largo etcétera, al que sólo puede frenar un cambio de Gobierno, sea el que está o el de otra fuerza política, con tal que genere confianza en todos los ámbitos de la sociedad.


Sin embargo, esta década en lo referente a mí, ha ido como esperaba, incluso estoy más que satisfecho con las experiencias vividas, tanto en el plano personal, como familiar y profesional . Empezando por éste, debo consignar la paz y libertad que he conseguido en mi labor docente, sobre todo, en el Instituto de mi preferencia, el IES La Románica, de Barberá del Vallés, en el que obtuve mi jubilación hace un par de años y donde he dejado buenos amigos entre los colegas y los alumnos, con quienes mantengo un contacto positivo y empático. En cuanto a la familia, me he visto gratamente sorprendido por la llegada de dos nietos, el último de los cuales va a cumplir dentro de poco dos meses de edad, con lo cual mi ternura se ha visto ampliada gozosamente. Por último, en lo tocante a mi vida de creación literaria, esta década que ahora muere me ha reportado numerosos reconocimientos y satisfacciones. Desde la entrañable presentación de mi último libro de poemas, El cuaderno de Sísifo, en el Ateneo Barcelonés, en la que me vi arropado de familiares, amigos y conocidos que me aprecian, hasta el placer inmenso de recibir premios y reconocimientos por mi obra, como el Chiscón de cuentos que me llevó hasta Madrid, donde viví momentos inolvidables y conocí nuevos amigos o el de Poesía Ciudad de Montoro con una colección de poemas sobre el viaje a Zamora de 2006.
Hablando de viajes, y para terminar esta entrada, debo decir que la primera década del siglo XXI ha sido pródiga en ellos. Lanzarote, Praga, Venecia, París, Menorca, Ibiza, Lisboa... y recientemente Madrid han dejado en mí su peculiar poso de vida, arte y cultura.


Echada por última vez la mirada atrás, piso con esperanza el camino que me llevará a la segunda década de este milenio.

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