jueves, 21 de agosto de 2008

Bécquer y yo

1.
Desde que era niño, empecé a sentir por el autor sevillano una admiración ilimitada. No sé muy bien dónde lo descubrí. Debió de ser en alguna clase de Literatura del Instituto, de aquellas que daba el sabio don Ramón Luelmo y que hacían las delicias de cualquier estudiante. La vida a través de la lectura; la lectura a través de la vida: con estas dos frases intercomunicadas planificaba sus clases, y en una de ellas posiblemente me debió de introducir en las rimas y leyendas del autor sevillano. O tal vez la puerta al mundo de Bécquer me la abriera un libro de Plaza y Janés que mi hermano me mandó de Barcelona cuando yo aún no estaba estudiando en el Instituto. Una de las dos vías seguro que fue. El caso es que desde entonces no he dejado de frecuentar sus páginas ni escribir sobre la vida y obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Una de las primeras cosas que escribí fue un relato en el que el poeta romántico hacía un viaje a Cataluña, a Barcelona concretamente, donde conoció personalmente a mucha gente ilustre de la Renaixença catalana, como Balaguer o Aribau, entre otros. Durante ese viaje cumplió con una promesa que se había hecho a sí mismo tras librarse de una grave enfermedad que lo puso al borde de la muerte. La promesa era acercarse a la montaña de Montserrat para agradecer a la Moreneta la merced que le había hecho salvándole de una muerte segura. Sin embargo, antes de llevar a cabo ese acto de agradecimiento, vivió una aventura arriesgada que tenía que ver con un libro que siempre llevaba de cabecera, Recuerdos de las bellezas de España, de Pablo Piferrer.

lunes, 18 de agosto de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

LETRAS PARA EL OCIO

SOBRE LA AFICIÓN A LA PINTURA


Una afición que me llena tanto como escribir es pintar. Suelo pasar muchas horas pintando cuadros nuevos o retocando otros anteriores. Con la pintura me pasa lo que con la escritura. No me canso nunca de revisar, corregir, borrar, rehacer lo hecho. Respecto a los temas de mi pintura, debo decir que lo mismo me da pintar bodegones que paisajes o figuras. Una vez, por poner un ejemplo, me puse a rehacer un cuadro de figura que representa a Esteban, mi hijo mayor, que es profesor de Historia del Derecho en la Universidad de Huelva, vestido con el ropaje holgado de la imposición de banda de doctor; el cuadro anterior tenía una especie de aureola alrededor de la cabeza, de pelo ensortijado y negro, que le daba aire de arcángel y que a mí no me acababa de convencer, junto con otros detalles que tampoco me gustaban. Cuando lo di por acabado, le dejé los labios menos carnosos y algo más separados de la nariz; la ropa más negra y púrpura y la camisa blanca como la nieve. El blanco de la camisa y el de los ojos le dan al nuevo retrato de mi hijo más viveza y mucha más inteligencia. Y en cuanto a la aureola, me limité a difuminar el fondo burdeos desde el marco hasta la silueta de la cabeza y los hombros.






UN PLIEGO DE POESÍA


Un día lluvioso de otoño me llegó con el correo el pliego de poesía El laberinto de Ariadna, correspondiente al verano-otoño de 2006; el poema Como si hablara Kavafis con el que colaboro aparece en la última página, justo encima de los créditos de la institución que lo edita y cuyo coordinador es el amigo Sérvulo. Con Felipe G. Sérvulo me une una amistad que dura desde los tiempos de la tertulia literaria de Azor, que regentaba José Jurado Morales en su casa barcelonesa de la calle de Borrell. Pero eso es remontarse mucho y lo que me importa de momento es agradecer el envío, aunque el poema se lo había enregado a Sérvulo en febrero, tras presentar en el Ateneo barcelonés el poemario de otro amigo común, Ambrosio Gallego, titulado El imperio de las luces. Los recuerdos son como cerezas, que coges una y te vienen con ella muchas otras. El poema no está mal y trata de la belleza y el paso irremisible del tiempo y sus efectos sobre ella.

"Pocas cosas tan bellas y tan frágiles

como la miel de dos cuerpos desnudos.

Bellas porque es la vida misma quien

florece y se eterniza en esas pieles

que se abrazan y escriben los poemas

de la luz que camina sin renuncias.

Frágiles porque están presas del paso

de la arena del tiempo, enferman, mueren

y dejan tras de sí luto y tristeza.

La delicia de dos cuerpos desnudos

con la huida del sol se hace memoria,

festín de los recuerdos. Sólo entonces

es belleza que florece en el verso."







OTRA VEZ ARANJUEZ MON AMOUR


A mí, personalmente, Aranjuez mon amour, de Richard Anthony, me trae tantos recuerdos que nada más poner el CD en la cadena y oír los primeros compases de la música que compuso el maestro Joaquín Rodrigo, enseguida me arrepentía de ponerlo en los días de Navidad, esos días en que al corazón se le aflojan todas las cuerdas, y me levantaba del sofá para parar la música, Eso era mi primera intención, pero, por una cosa o por otra, siempre esperaba a que acabara la canción. El feliz masoquismo es algo inherente a la persona. Y aunque aquella letra en castellano, cantada con la voz de un extranjero, me arañaba el alma, por otro lado me impregnaba de emoción.

"Mi amor,

mientras dos se quieran

con fervor,

no dejarán

as flores de brotar

ni ha de faltar

al mundo paz

ni calor a la tierra.

Dulce amor,

esas hojas secas sin color

que barre el viento

son recuerdos de un romance..."





LETRAS PARA EL OCIO

LETRAS PARA EL OCIO

SOBRE LA AFICIÓN A LA PINTURA


Una afición que me llena tanto como escribir es pintar. Suelo pasar muchas horas pintando cuadros nuevos o retocando otros anteriores. Con la pintura me pasa lo que con la escritura. No me canso nunca de revisar, corregir, borrar, rehacer lo hecho. Respecto a los temas de mi pintura, debo decir que lo mismo me da pintar bodegones que paisajes o figuras. Una vez, por poner un ejemplo, me puse a rehacer un cuadro de figura que representa a Esteban, mi hijo mayor, que es profesor de Historia del Derecho en la Universidad de Huelva, vestido con el ropaje holgado de la imposición de banda de doctor; el cuadro anterior tenía una especie de aureola alrededor de la cabeza, de pelo ensortijado y negro, que le daba aire de arcángel y que a mí no me acababa de convencer, junto con otros detalles que tampoco me gustaban. Cuando lo di por acabado, le dejé los labios menos carnosos y algo más separados de la nariz; la ropa más negra y púrpura y la camisa blanca como la nieve. El blanco de la camisa y el de los ojos le dan al nuevo retrato de mi hijo más viveza y mucha más inteligencia. Y en cuanto a la aureola, me limité a difuminar el fondo burdeos desde el marco hasta la silueta de la cabeza y los hombros.






UN PLIEGO DE POESÍA


Un día lluvioso de otoño me llegó con el correo el pliego de poesía El laberinto de Ariadna, correspondiente al verano-otoño de 2006; el poema Como si hablara Kavafis con el que colaboro aparece en la última página, justo encima de los créditos de la institución que lo edita y cuyo coordinador es el amigo Sérvulo. Con Felipe G. Sérvulo me une una amistad que dura desde los tiempos de la tertulia literaria de Azor, que regentaba José Jurado Morales en su casa barcelonesa de la calle de Borrell. Pero eso es remontarse mucho y lo que me importa de momento es agradecer el envío, aunque el poema se lo había enregado a Sérvulo en febrero, tras presentar en el Ateneo barcelonés el poemario de otro amigo común, Ambrosio Gallego, titulado El imperio de las luces. Los recuerdos son como cerezas, que coges una y te vienen con ella muchas otras. El poema no está mal y trata de la belleza y el paso irremisible del tiempo y sus efectos sobre ella.

"Pocas cosas tan bellas y tan frágiles

como la miel de dos cuerpos desnudos.

Bellas porque es la vida misma quien

florece y se eterniza en esas pieles

que se abrazan y escriben los poemas

de la luz que camina sin renuncias.

Frágiles porque están presas del paso

de la arena del tiempo, enferman, mueren

y dejan tras de sí luto y tristeza.

La delicia de dos cuerpos desnudos

con la huida del sol se hace memoria,

festín de los recuerdos. Sólo entonces

es belleza que florece en el verso."







OTRA VEZ ARANJUEZ MON AMOUR


A mí, personalmente, Aranjuez mon amour, de Richard Anthony, me trae tantos recuerdos que nada más poner el CD en la cadena y oír los primeros compases de la música que compuso el maestro Joaquín Rodrigo, enseguida me arrepentía de ponerlo en los días de Navidad, esos días en que al corazón se le aflojan todas las cuerdas, y me levantaba del sofá para parar la música, Eso era mi primera intención, pero, por una cosa o por otra, siempre esperaba a que acabara la canción. El feliz masoquismo es algo inherente a la persona. Y aunque aquella letra en castellano, cantada con la voz de un extranjero, me arañaba el alma, por otro lado me impregnaba de emoción.

"Mi amor,

mientras dos se quieran

con fervor,

no dejarán

as flores de brotar

ni ha de faltar

al mundo paz

ni calor a la tierra.

Dulce amor,

esas hojas secas sin color

que barre el viento

son recuerdos de un romance..."





jueves, 14 de agosto de 2008

ESTE UNIVERSO NUESTRO

Este universo nuestro tan pequeño
es a veces tan grande que no cabe
en una mirada al cielo por la noche.
Una cervea fresca, con la nieve
robada por el borde de la jarra
--un placer tan pequeño-- vale a veces
mil euros de sonrisas y esperanzas.
Es un ejemplo. A veces
este univreso nuestro rodeado
de bailes y paseos por el bosque
de pinos se convierte
en una mirada al cielo por la noche
o una navegación hasta el silencio.
He dicho el robo blanco de cerveza
y sueña el mundo entero entre mis labios.
Y es sólo un caso más de paz diaria
vivido junto al oro de la arena
de la playa pequeña de este pueblo
que mira hacia Minerva sin proclamas
de ningún tipo.
Yo podría exponeros otros casos
de calma cotidiana en que el dinero
o el poder tienen poco que hacer.
Este universo nuestro,
pequeño como el miedo a ser feliz,
pequeño como el vicio de estar solo,
es a veces tan grande que no cabe
en una lluvia de otoño frente al mar
cuando el beso perdido de las olas
es una magia pura en la mirada.
Pero lo más importante es que
este universo nuestro es sólo nuestro
y los astros y el mar,
el baile y la cerveza,
gira en torno a la luz y del silencio.

lunes, 11 de agosto de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

LETRAS PARA EL OCIO

UN VIEJO DISCO

En los días previos a las fiestas de Navidad, recuperé un viejo disco de Richard Anthony titulado Aranjuez mon amour, cortesía de Javi, mi hijo pequeño, y empecé a ponerlo en la cadena de vez en cuando. Una tontería porque lo único que hacía la canción era sumirme más y más en el inservible pasado y en la estéril nostalgia. Cuando era novio de la que hoy es mi esposa el día que no iba a verla ponía la romántica canción en un tocadiscos viejo de mi hermana mayor y allí, en la soledad del comedor de casa, me pasaba oyéndolo horas y horas sumido en una melancolía que entonces me parecía hasta dulce y bella...

"En Aranjuez
entró un hombre y una mujer
en un atardecer
que siempre se recuerda...
Junto a ti,
al pasar las horas, mi amor,
hay un rumor
de fuentes de cristal
que en el jardín parece hablar
en voz baja a las rosas..."
Aquel viejo disco era un talismán que me servía para poder soportar las malas horas. Un talismán que, por otra parte, no me hacía ninguna falta cuando al día siguiente o a los dos días, yo, entonces estudiante de letras en la Universidad de Barcelona y trabajador por horas en la editorial Salvat haciendo fichas para la Enciclopedia Universitas, cogía el metro hasta Virrey Amat donde mi novia trabajaba. Entonces las dos horas que estábamos juntos compensaban con creces todas las que habían transcurrido separado de ella, incluso las que había pasado escuchando el disco de Aranjuez. No me importaba volver a las tantas a casa en un tranvía, cansado y muerto de sueño porque llegaba lleno de besos y abrazos de la mujer que amaba. Todo esto lo comento a veces con mi mujer y nos reímos de las hermosas tonterías que suelen hacer los jóvenes cuando son novios y se quieren.

En un principio incluí el disco cantado por Richard Anthony. Pero las circunstancias actuales me obligan, y lo hago con enorme satisfacción, a copiar la canción cantada por nuestro José Carreras.






SOBRE KUNDERA Y SU NOVELA

Me dio hace tiempo por releer la clásica novela de Kundera, a ver si mi insoportable levedad del ser se me hacía algo más llevadera, y lo conseguí, aunque es verdad que unos días más que otros. Siempre me había chocado el capítulo donde el autor cuenta la historia de la vida de la madre de Teresa, una mujer para la que no había distinción ninguna entre el alma y el cuerpo, uno de los subtemas principales de la novela. Decía: "El cuerpo era una jaula y dentro de ella había algo que miraba, escuchaba, temía, pensaba y se extrañaba; ese algo, ese resto que quedaba al sustraerle el cuerpo, eso era el alma." Teresa quería ser diferente de su madre, quería que una cosa fuera el cuerpo, el que miraba en el espejo constantemente, y otra bien distinta el alma. Mirarse en el espejo era para Teresa una especie de lucha contra su madre, para la que no había otra cosa que el cuerpo, más aún, la madre creía que todas las mujeres eran iguales para los hombres y que de nada servía ocultar las intimidades (incluso, en una ocasión, se ríe de la hija delante de unas vecinas que vienen a visitarla). Pero el hecho de querer ser un cuerpo diferente de los otros ante el espejo, a Teresa no le resultaba fácil "porque el alma, triste, tímida, atemorizada, estaba escondida en las profundidades de las entrañas de Teresa y le daba vergüenza que la vieran." Pero lo que más me chocaba, sin embargo, a mí de ese capítulo era el juego de las casualidades y la aseveración de que muchas veces son éstas, las casualidades, las que rigen muchas veces los destinos de los hombres y las mujeres. Entre algunas casualidades mencionadas destacan: el libro, Beethoven, el número seis, el banco amarillo del parque...





A PROPÓSITO DE ODAS ELEMENTALES DE NERUDA


Nuevas odas elementales es un poemario mío de hace algún tiempo que me trajo de cabeza mientras lo hacía. Corrigiéndolo cientos veces, llegué a la conclusión de que, al contrario de lo que había pensado muchos años, la elipsis puede mejorar no sólo la intensidad de un poema, sino también su calidad; pero que por otra parte, si se abusa de este recurso expresivo, puede conducir al hermetismo del poema resultante, cosa que igualmente aborrezco. El título tiene que ver, evidentemente, con las famosas Odas elementales de Neruda, poeta por el que siempre he sentido una fuerte y sólida admiración. Y aquí viene lo curioso. Porque en ese libro el formidable poeta chileno lo que trata por todos los medios de evitar es precisamente la elipsis. Como puede verse perfectamente en el libro,se trata de un conjunto de composiciones destinadas a cantar temas tan elementales y caseros como la cebolla o los calcetines, pasando por el caldillo de congrio, el pan, el vino, el tomate o el traje; claro que tampoco se olvida el autor de Los versos del capitán de cantar los grandes temas universales como el amor, la pobreza, la poesía, la esperanza, la soledad o la vida misma. No hay nada sobre la tierra y la vida de los hombres que no sea cantado por Neruda. Yo, evidentemente, no voy tan lejos; tampoco podría. Me conformo con cantar lo que más a mano tengo, el mar en Tossa, la siesta de julio, un amor de hotel, un mirlo, un pruno florido, un recuerdo, o un viaje a Lisboa.

jueves, 7 de agosto de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

CUESTIONARIO DE PROUST

En un libro de Proust encontré unas preguntas (irrelevantes cuyas respuestas son siempre relevantes para conocer al que las responde) que me puse a contestar automáticamente, sin pensar demasiado las respuestas. Ahí van unas y otras. 1. ¿Qué ideas religiosas tiene? Las que me enseñaron mis padres con alguna aportación mía. 2. ¿De qué forma le afecta el espectáculo de la naturaleza? Depende de la estación; por ejemplo, el invierno me deprime; el otoño me prepara para la poesía; el verano estallo de luz y en primavera soy una nueva persona. 3. ¿Cómo se comporta en asuntos de mujeres, de dinero? Respecto a las mujeres, soy muy cohibido, pero cuando encuentro una con la que me encuentro bien, debo contenerme en ocasiones; y respecto al dinero, si me saca de apuros, es una ayuda; si me complica la vida, lo rechazo. 4. ¿Es rico, es pobre? Rico y pobre a la vez y que conste que no tiene nada que ver con el dinero. 5. ¿Cuál es su dieta alimenticia? Pescado a la plancha, verduras salteadas y fruta abundante. 6. ¿Cuál es su rutina cotidiana? Leer, pasear, hacer cosas que tienen que ver con mi profesión, vivir simplemente, sin grandes alardes. 7. ¿Qué vicios, qué debilidades tiene? Vicios, pocos, los veniales. En cuanto a debilidades, me conmuevo por lo más nimio y le doy vueltas a las cosas más de lo debido; así que exagero normalmente los problemas.



SOBRE EL MONTSENY

Guerau de Liost llamó al macizo del Montseny La montaña de amatistas, nombre que le había sugerido otro gran poeta, Josep Carner, en recuerdo de la explotación que los romanos habían hecho de las amatistas del Montseny. En el libro Liost efectúa una visión muy viva del Montseny, visión que es a la vez una lucha entre los sentidos y el sentimiento del poeta y la inteligencia, sabia fórmula donde el cerebro controla al corazón. De este modo, la montaña es contemplada como un bello espectáculo. En la poesía de Guerau de Liost, el Montseny tiene una presencia constante. En mi vida hubo también un momento en que el Montseny relampagueó en mi poesía. Fue en la época en que mis hijos eran aún pequeños y efectuábamos excursiones frecuentes a la montaña de amatistas. Sobre todo, un otoño en que los pequeños se dejaban enterrar por las mansas hojas de los hayedos muy cerca de Viladrau, precisamente la población en la que vivió Guerau de Liost. También algún invierno nos acercábamos toda la familia para pasar un fin de semana en Santa Fe. Recuerdo que un día de Reyes, tras comer en uno de aquellos restaurantes donde sirven carne a la brasa, iniciamos una ascensión al Turó de l'Home, trayendo como testimonio de la aventura un témpano de la cumbre atravesado en una rama de árbol.
Recuerdo ahora los versos del poeta catalán con que empieza su poema La fuente de San Marcial:
"Dios te guarde , caminante,
que el Montseny te regale
un poco de amor y de sentido."
En realidad, no me da ningún pudor aceptar que durante un tiempo me dio por leer y traducir algunos versos del poeta novecentista catalán, entre ellos los referidos al Montseny, ironía del destino.
"Por eso tiene esta fuente
un agua tan pura y fría
y su ruido evoca el llanto
de los árboles tocados
por la soledad del viento."
Por mi casa debe de andar un cuaderno en castellano con los versos dedicados a La muntanya d'amatistes:
"Avui, sorruda, ta dolor consagra
d'exhausta mina l'oblidad renom"
("Hoy, retraída, tu dolor consagra
de exhausta mina la olvidada fama.");
Al Montseny total:
"Com un illot alpestre fistonejat d'escumes,
de la florida et voltes que de mitjorn ens ve"
("Como un islote agreste de espumas adornado ,
te envuelves de perfumes y feliz nos los das.");
Camins perduts:
"només les fades i paitides
i algunes ànimes polides
de la natura al contacte,
sabran que porten, bosc endins,
a l'encanteri dels confins
on la beutat roman intacta"
("Sólo las hadas amables
y las almas impolutas
de la fiel naturaleza,
sabrán que llevan al bosque
la magia de los confines
que allí permanece intacta");
y tantos elementos y lugares de aquel islote natural, de Santa Fe , primaveral, hasta la fuente de las hadas, las pequeñas hierbas que crecen por doquier, los amaneceres increíbles, abetos, hayas, las tan abundantes y laboriosas abejas, los vinos generosos, los pastores, etc.



VILLANCICO

Para felicitar a los amigos pensé dejar de lado tanta monserga de Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo y pamplinas de parecido calado, y garabateé un poema para mandárselo como felicitación de Navidad. Éste:
"Cuando llega diciembre,
huele a pasado el agua del estanque,
los bosques se desnudan,
la luz se muere antes,
y nosotros andamos
como si nos faltara el suelo, el aire,
añorando a aquel niño
que dejamos perdido en otra parte.
Cuando llega diciembre
y los recuerdos arden,
lo mejor es seguir mirando el mar,
la luna, el fiel diamante
del tiempo refulgiendo en nuestros ojos
aunque sea un instante.
Cuando llega diciembre,
lo mejor es pensar que no hay gigantes
en lugar de molinos, ni castillos
en vez de ventas: sólo las reales
vivencias de los días, los amigos
y algunas alegrías familiares."