miércoles, 30 de octubre de 2019

EL VERDADERO ARTE DEL PASTEL

 


Mientras el centro de Barcelona es reventado por la violencia de unos pocos, que intentan llevar su odio hasta límites insospechados, cerca del lugar donde siguen sucediéndose los actos vandálicos y de coacción de los derechos de la mayoría de los ciudadanos, está teniendo lugar estos días una exposición de pintura en la Fundación MAPFRE, ya de por sí un marco arquitectónicamente bello y sugestivo. Pues bien en dicha exposición juega un papel muy importante el pastel, dibujo y pintura a la vez, técnica que en manos de grandes artistas universales, como Degas, Renoir, Millet, Picasso, Boudin, Redon..., y así hasta casi setenta, consigue expresar un mundo de belleza único que abarca obras desde el siglo XVIII hasta la época contemporánea, pasando por el Impresionismo, que confirió a las barritas de pastel la importancia de otras técnicas clásicas como el óleo, el temple o el acrílico.
 
 
 
Entre el centenar de cuadros expuestos, posee la figura humana, especialmente la femenina, una representación considerable, seguida del paisaje y otros motivos.
 
 
 
 
 
Arte y belleza frente a violencia. Sensatez frente a locura. Educación del buen gusto y sensibilidad frente a incivismo. Sin duda, un paseo por esta muestra de delicadeza y poesía pintada haría a más de uno reflexionar sobre la escasa rentabilidad que ofrece el odio.
 

 
 
 
 

domingo, 27 de octubre de 2019

LA PAZ DE ESPAÑA

LA PAZ DE ESPAÑA


Si quieres conseguir la paz de España,
vístete el alma con humildad de niño
y estrena la mañana con corazón amable.
Sube al andamio como si fuera altar,
como si fuera un surco donde sembrar tu cuerpo
para que sirva de pan a todos tus paisanos
sin excepción de lengua, partido o religión.


Si quieres conseguir la paz de España,
vive en ella como si fuera un bosque
cuyo cura precisa de tus manos,
y arranca hierbas malas y planta nuevos árboles
para que dure su vida de aroma y luz tranquila,
y guste pasear por sus senderos
y sea para todos un edén.


Si quieres conseguir la paz de España,
empieza a estar en paz contigo mismo
mirándote al espejo limpiamente.
Acuéstate seguro de haber hecho
de día bien las cosas, cerrando alguna herida,
abriendo las ventanas de nuevas amistades,
respetando opiniones y aceptando el diálogo.
.


Si quieres conseguir la paz de España,
constrúyela primero con ladrillos
de amores cotidianos, con acero
de saludos sinceros, con cristales
de abierta honestidad, con argamasa
de palabras y silencios duraderos,
con cimientos de justicia y tolerancia..


Sólo así la paz crecerá libre
como una primavera triunfadora,
y el cielo alumbrará más limpiamente,
y la tierra será más habitable,
y los hijos que nazcan de nosotros
vivirán sin sentir jamás el miedo
y más libres confiando en el mañana.


jueves, 24 de octubre de 2019

MEMORIAS DE UN JUBILADO. LECTURAS DE AYER (I)

Aprovechando que está de moda la llamada "Memoria histórica" recuerdo algunos detalles sobre las lecturas de ayer. Y empezaré con el título que sigue:


QUÉ DEBO LEER”

Así se llamó un libro que, con el subtítulo “Guía de lecturas para hombres, mujeres y niños”, dio a conocer el escritor José Mª Borrás en la Sociedad General de publicaciones, S. A.. (Barcelona, 1931) y que fue ampliamente utilizado en los años que siguieron a nuestra guerra civil y, en consecuencia, durante el franquismo.
Ya en el Prólogo el autor asegura que las listas de libros que ofrece a lo largo de la obra “son para el gran público únicamente” y que no por ello el libro mostrado “puede ser útil para el lector corriente, ahorrándole trabajos y tanteos.” A la pregunta “¿Por qué debemos leer?” responde clara e incuestionablemente: “Para recrear el entendimiento, enriquecer la memoria, alimentar la voluntad, dilatar el corazón y satisfacer el espíritu.” De lo cual deduce el autor los tres tipos diferentes de lecturas: las que nos ofrecen los maestros de la literatura para nuestro recreo, las de estudio y consulta y las que cultivan nuestra sensibilidad y mejoran nuestra forma de ser.
El resto del libro se limita a presentar varias listas: la primera de todas está constituida por “Los cien mejores libros, según Sir Lubbock”, lista que posee graves defectos: el más importante, el excesivo dominio de obras escritas en inglés (54 para ser más exactos); otros defectos: la lista contiene sólo un libro en español (menos mal que es El Quijote), uno en italiano (La Divina Comedia, claro), tres o cuatro en alemán, algunos más en francés y pocos pertenecientes a los clásicos griegos y latinos. La mejor lista para el autor es la llamada “Las cien obras maestras de la literatura universal, según Louis Dumur”, que contiene autores y obras de todo tiempo y lugar, desde la Biblia hasta las Poesías y Cuentos de Kipling. En las páginas siguientes Borrás abre un paréntesis para elogiar y comentar obras y autores de fama universal, desde la citada Biblia, para cuyo elogio recurre a las archiconocidas palabras de Donoso Cortés, hasta los clásicos griegos y latinos y la literatura cristiana, para afrontar, acto seguido, los diversos géneros literarios; en primer lugar, trata de la Poesía, citando listas de obras y autores pertenecientes a las principales literaturas españolas y extranjeras; haciendo lo mismo con el Teatro y siguiendo por los Cuentos y Novelas. Concluye las listas con libros que se refieren a los grupos siguientes: Historia, Biografía y Crítica artística, Diarios, Memorias y Epistolarios, Geografía y Viajes, Literatura científica, Ensayistas y moralistas, Sociología y Política, y Religión y Filosofía. Apenas deja libros importantes fuera aunque hay otros que se repiten en algunos grupos (cosa inevitable si se tiene en cuenta la similitud entre no pocos de ellos).
El libro cobra su interés en las últimas páginas de la obra con los dos apartados siguientes: “¿Qué deben leer las mujeres?” y “Lecturas infantiles” No voy a decir nada sobre el primero, salvo que me parece de una discriminación aberrante respecto de las lecturas para hombres, que ya anteriormente se han llevado el mayor peso del libro (discriminación, no obstante, comprensiva si se tiene en cuenta la época de la que hablamos) Pero sí de las “Lecturas infantiles”, por considerarlo parte esencial del trabajo que me ocupa.
 
 
Nada más empezar el apartado, el autor se da prisa en dejar bien claro el espíritu que le ha movido a presentar las listas de libros para niños que más adelante lleva a cabo. Y así dice: “Conviene proporcionarles obras escritas ex profeso para ellos, cuidando ya desde un principio de que estos libros, por su valor literario, por su presentación, por la calidad de sus láminas, contribuyan a formar el gusto y la sensibilidad de los pequeñuelos.” 
 Acto seguido, y siguiendo a Marcel Braunsvich, trata de las tres grandes etapas de la vida intelectual del niño antes de presentar la lista de libros correspondiente a cada uno de ellos.
 
Esquemáticamente, las etapas a que hemos hecho referencia, acompañadas por sus principales temas lectores, se presentarían así:
 
 
.-Primera: de 5 a 9 años.
Narraciones de hechos maravillosos y descripciones del mundo natural.
 
.-Segunda: de 9 a 12 años.
Narraciones y descripciones que satisfagan la imaginación.
Escenas y vivencias de la vida doméstica y escolar rodeadas de ensueño y fantasía.
Desde los 11 años dejará los cuentos infantiles y se interesará por las novelas de aventuras.
 
.-Tercera: de 13 a 15 años.
Primeras novelas con experiencias humanas vividas, que muestren los primeros dolores y gozos verdaderos de la existencia.
La historia humana y el dilatado ámbito del universo, y lo que hay en ellos de maravilla y apele a la imaginación infantil (aspectos curiosos de la tierra y del mundo material y las especiales particularidades de la vida de los animales y las plantas.
Finalmente, antes de mostrarnos las anunciadas listas de libros, el autor nos hace una advertencia del todo incuestionable, a mi parecer, y que sin duda juzgo lo más acertado de la página: “No les impongáis a los niños los libros y las lecturas. Que sean ellos quienes los pidan. Llevadles con frecuencia a visitar los escaparates de las librerías (...). Habladles con entusiasmo de los libros que leísteis en vuestra...” Yo añadiría que nos vieran leer a nosotros con frecuencia. El ejemplo es la mejor educación y la que mejor cala en las almas infantiles.
 
No hay sitio para copiar todos los libros que abarcan las tres listas. Basten unos ejemplos para que podamos hacernos una idea del contenido de cada una de ellas.
 
Lista primera: Cuentos de Perrault, de las Mil y una Noches, de Grimm, de Hadas, El gigante egoísta, de O. Wilde, Aventuras de Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas, Leyendas de Oriente, Cuentos del Padre Coloma...
 
 
 
 
Lista segunda: La Odisea, Los caballeros de la Tabla Redonda, El Lazarillo de Tormes, Ivanhoe, La cabaña del tío Tom, La isla del Tesoro, Cuentos de Poe, Hace falta un muchacho, de Cuyás, Novelas de Julio Verne, de Emilio Salgari...
 
Lista tercera: Novelas de Dickens, de Kipling, La guerra de los mundos, de Wells, Novelas de Curwood, de Zane Grey, Beau Geste, de Wrent, Platero y yo, de J. R. Jiménez, Arte y costumbres de los pieles rojas, de Harris Salomón...






jueves, 17 de octubre de 2019

Revista AWEN Número VII. RELÁNGRAFOS

Aquí incluyo algunos Relángrafos míos que la Revista literaria AWEN, de Venezuela, acaba de publicar en su número VII, dedicado a HÍBRIDOS LITERARIOS, octubre 2019.

 


El novelista, pese a tener bien pensada la trama de su relato, no puede evitar casi nunca que alguno de los ingredientes narrativos que combina en su obra no salga como había planeado. Unas veces es el espacio donde se mueven los personajes, el cual intenta explicar y justificar su comportamiento según sea sórdido o saneado, opresor o liberal; otras, el tiempo que regula y ordena las acciones de los personajes según la lógica o la importancia de las mismas; y otras veces, son los propios personajes quienes se rebelan contra los designios de su autor atendiendo a las situaciones que el propio argumento, con sus causas y efectos, va creando a su paso. De ahí que, en ocasiones, el novelista se lamenta de que en su quehacer literario no sea Dios, el cual, siempre en su terrible omnipotencia, mantiene bien atados los destinos de sus criaturas desde que nacen hasta que mueren y nada pueden hacer para evitarlo, salvo el adelantar su propia muerte con el suicidio voluntario, que a veces falla también, lo que da la razón al verdadero Novelista de la Vida. Sólo los novelistas buenos entienden por qué eso es así. Dios escribe la realidad; el novelista la inventa. De otro modo: Dios escribe vida; el novelista, ficción.
 
 
Caperucita se salió del sendero de su bosque y se encontró en otro lugar con Alicia. Algo no iba bien. O Perrault se compadeció de la niña cambiando de golpe el lobo por el conejo. O Lewis Carrol quiso de repente cambiar la suerte que tenía su protagonista y la puso a prueba para ver cómo lograba burlar los colmillos del lobo. Hay una tercera opción: la tradición popular se cansó de tanta ñoñería y echó al ruedo de la perdición a las dos muchachas confiando en que la astucia innata de la infancia las hiciera capaces de salir airosas de los peligros que las rodeaban. En un mundo como el de hoy hasta los más pequeños saben cómo hacerlo. Tampoco hay que insistir demasiado.
 
 
 
 
Bailan y bailan las medusas en las olas con la música eterna del mar hasta agotarse; finalmente, sólo quedan sobre la arena sus faldas hawaianas.
 
 
Tras vivir junto a su amada la sensación vivísima de un momento único en la playa, el cerebro y el corazón del poeta unieron imperiosamente sus respectivas capacidades para identificar con palabras la emoción sentida. La atención y la búsqueda de un rato intensísimo en que el poeta no vivía otra cosa, dio a luz este verso: »Besa süave la brisa tu blusa…« El esfuerzo mental, sin embargo, había sido tan agotador que, el poema recién comenzado se quedó tal cual, sin continuación, temblando en ese extraño endecasílabo (diéresis en la tercera sílaba) surgido de una aliteración que intentaba imitar un fenómeno físico.
 
  


La diferencia entre la labor narrativa y la labor poética es mayor de lo que se piensa. Mientras el novelista siempre está dispuesto a dar una nueva versión al relato que está escribiendo y, de hecho, muchas veces suele utilizar el material narrativo con que cuenta, el poeta no puede disfrutar de esa opción. El material poético que intenta modificarse sólo puede provocar dos situaciones: que el poema resultante sea irremisiblemente otro o que se deseche totalmente y pase a alimentar las papeleras del olvido.


El novelista clásico se parece a Dios. La obra creada por él explica su existencia. El Quijote justifica la existencia de Cervantes. La existencia de Dios está patente en la perfección del universo. Para siempre uno y otro hablarán en sus respectivas creaciones. Para bien o para mal.


El primer verso marca el ritmo y la medida de los demás que formarán con él la estrofa, en primer término y, finalmente, el poema. De ahí que sea tan importante acertar con el que abre la composición. Aunque, claro está, también puede suceder, como hemos visto más arriba, que todo se quede en el arranque.
 
 
 
En la playa, por unos minutos, mientras pisaba las huellas de quienes me antecedían en el paseo por la arena mojada de la orilla, he notado que tenía pensamientos y figuraciones impropias de mí, como si de las pisadas ocupadas por las mías subieran las ideas y los pensamientos de sus dueños piernas arriba hasta alojarse en mi cerebro. Ha sido una sensación horrible como si yo, en vez de ocupar mi sitio de siempre, estuviera siendo ocupado por personalidades diferentes. Menos mal que el oleaje, al borrar las huellas que esperaban con ansiedad mis pies, borró también de golpe el aluvión de pensamientos ajenos que, por segundos, habían poseído mi mente. Aliviado, apreté con ternura la mano de mi mujer, que caminaba a mi lado. Ella me miró con sorpresa y me preguntó qué me pasaba. Le contesté: »Nada, querida; figuraciones mías.


Las medusas muertas sobre la arena me recuerdan implantes de senos desechados. Es más: un pensamiento atroz ha venido a mi encuentro. De repente todas las bañistas, oprimidas por la silicona que rellena sus senos, se han desprendido del relleno, y el mar en sus vaivenes lo ha depositado en la orilla.
 
 
Míster X no es Míster X. Tiene nombre y apellidos. Y un domicilio. Y una familia. Y un trabajo. Y alguna que otra afición. Y algún amigo. El novelista así lo tiene consignado en varias de sus múltiples fichas. Adelantamos su nombre porque es muy significativo: Bonifacio Toro Manso. El hombre nunca rompió un plato en su vida y todo lo que hacía parecía estar santificado; de ahí que el nombre de Bonifacio le viniera que ni pintado. En cuanto a sus dos apellidos, quedan claramente justificados en la novela. Sabido de toda la comunidad era que apenas podía entrar por la puerta de entrada del edificio por la envergadura de los cuernos que su mujer le había puesto años atrás con el administrativo de la Notaría del pueblo. ¡Pobre, hasta la X de su primer nombre presenta cuernos en los cuatro puntos cardinales!
 
 
 
Viendo que no llegaba Caperucita por el sendero del bosque, y a la que acechaba detrás de un árbol desde horas atrás, el lobo empezó a aullar desesperado. Se veía ya sin papel en el cuento que Perrault había tramado para él. Por eso, sin dejar de aullar, pidió desde lo más hondo de su desgraciado, aunque perverso corazón, que al menos Rodríguez de la Fuente le diera una pequeña oportunidad en su programa de televisión, aunque fuera corriendo por las solitarias cumbres de la Sierra de la Culebra, enmarcada su oscura silueta por la amarillenta luz de la luna.