sábado, 29 de mayo de 2021

MEMORIAS DE UN JUBILADO A propósito de Francisco Brines


 No quiero despedir el mes de mayo sin antes dedicarle un recuerdol especial al poeta Francisco Brines, por la sencilla razón de que ciertos momentos de mi vida laboral y literaria están relacionados de manera particular con el poeta valenciano. 

El primer momento tuvo lugar en circunstancias adversas: yo había dejado de ser en contra de mi voluntad profesor de Lengua y Literatura en el Colegio Privado donde había estado trabajando casi treinta años y buscaba un nuevo destino profesional, preparándome para opositar a Profesores de Secundaria y Bachillerato. Era a finales de 1996 y alternaba los estudios con la creación literaria, que siempre me ha servido de refugio y consuelo. Pues bien, recuerdo que antes de terminar el año, había mandado un poemario a un Concurso de poesía de Valencia, cuyo jurado estaba presidido por el poeta de la Generación del 50 Francisco Brines, un poemario que por las fechas del anuncio del Certamen acababa de terminar, cuyo tema, según pedían las bases del Premio, eran los toros. Paralelamente, en Navidades, aconsejado por un colega de la profesión, me apunté a la Bolsa laboral de la Generalitat de Catalunya para trabajar como Interino en la Enseñanza Pública, sin abandonar por ello, como queda dicho, los estudios de la Oposición para Profesores de Secundaria, que tendría lugar en la primavera del año 1997. 

Ahora ya puedo decir que ese año resultó ser una resurrección en toda regla para mi vida laboral y literaria pues nada más comenzar el año, la Delegación de Enseñanza me comunicó mi primer trabajo como interino: enseñar Castellano en un centro de Fornación Profesional durante tres meses. Me sentía tan feliz como un profesor que inicia su carrera de docente. Y esa felicidad alcanzó su cumbre cuando una noche, ya acostado, sonó el teléfono. Lo descolgó mi mujer y a las primeras de cambio me dijo que el que estaba al otro lado de la línea era el poeta Francisco Brines que quería hablar conmigo. Medio dormido me puse al habla con él, que enseguida, tras darme la enhorabuena por ser el ganador del Primer Premio de Poesía Taurina “La Tertulia”, me pidió que eligiera uno de los poemas cuyos títulos me leyó porque el Concurso sólo premiaba un poema. ¡Qué despiste el mío que había enviado un poemario en vez de un solo poema y qué gentileza la de Francisco Brines que pasó por alto ese desliz para darme el Premio del Certamen! 

 


Días después se puso en contacto conmigo una persona de la peña taurina que patrocinaba el Concurso para invitarnos a mi mujer y a mí a una estancia de dos días en Valencia, en plenas Fallas, para poder recoger la cuantía del Premio en la sede de esa asociación, con la presencia del jurado en pleno, formado por Carmen Alborg, Vicente Gallego, Carlos Marzal y César simón, y presidido por Francisco Brines, como queda dicho. El acto fue todo un lujo de atenciones, que sigo agradeciendo todavía y que jamás olvidaré. Y recordaré además con especial cariño las palabras que Brines dedicó al poema ganador del Premio (entre otras, que el jurado había premiado unos versos que en realidad eran antitaurinos) y, sobre todo, la charla que mantuve con el autor de "Las brasas" sobre la poesía en general y la que se escribía en España en aquel entonces, y la alusión entrañable que hizo él de otro poeta de su generación, mi paisano Claudio Rodríguez, que por cierto había coincidido tiempo atrás con Brines en  Universidades británicas, siendo ambos lectores de Literatura Española (Claudio en las de Nottingham y Cambridge y Brines en esta última, aunque también fue profesor en la Universidad de Oxford).

 


Pasó el tiempo, hice dos o tres interinajes más, aprobé las Oposiciones y enseñé Lengua y Literatura españolas en varios Institutos de la periferia de Barcelona. Y seguí escribiendo y publicando poesía, y presentando libros de amigos y compañeros de letras. Y he aquí que realizando esta difícil y comprometida tarea de hablar de libros para acercarlos a la gente que asiste a esos actos y animarla a leerlos, hace unos años volví a tener la oportunidad de hablar de la poesía de Francisco Brines al presentar un libro sobre la vida y la obra del poeta de Oliva, que había confeccionado el amigo Antonio Machín Romero con el título significativo de  “Francisco Brines Entre el canto y la elegía”. 

 


En ambas circunstancias me sentí profundamente enriquecido por la personalidad y la poesía de Francisco Brines que el pasado 20 de mayo desapareció físicamente. Había nacido en Oliva (Valencia) en 1932, se había licenciado en Derecho, Filosofía y Letras e Historia y había sido académico de la Real Academia Española. Su obra es la de un poeta auténtico donde los haya y títulos como "Las brasas", "Palabras en la oscuridad", "El otoño de las rosas" y "La última costa" le reportaron numerosos premios y reconocimientos: Adonais, Nacional de las Letras Españolas, de la Crítica en la modalidad de poesía castellana, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el último, el Miguel de Cervantes que recibió en Elca de manos de los Reyes poco antes de morir.

Espiritualmente, nos ha dejado su poesía, un río profundo que transporta en sus aguas perfectamente unidos el canto y la elegía, el entusiasmo de haber vivido y el lamento por la pérdida de todo aquello que le había regalado felicidad y satisfacción mientras vivió.

Le envío al ámbito de eternidad que  ocupa ahora estos versos: 

La barca ya ha llegado.

La niebla ha rodeado a los que iban

esperando algo nuevo en la última costa,

entre ellos el poeta que amó la vida apasionadamente.

Y en la niebla descubrió a su madre que lo miraba fijamente

mientras él notaba que las lágrimas

le impedían verla como entonces,

como aquella vez que al volver a Elca

y bajar del coche

se vio inundado de repente

por el olor de azahar que había ya olvidado,

y vio a sus padres que salían de la casa

con los brazos abiertos para abrazarle.

Pero ahora era la nada y la ceniza

las que salían a su encuentro,

la despedida final, la pérdida de todo

lo que había tenido, la vida, la infancia,

la noche y el placer.

Sólo le quedaba la palabra escrita con amor,

el consuelo de la eterna poesía, que decía su nombre

en el mar que acababa de surcar

donde las últimas olas olían a jazmín

y latían ilusionadas

como el corazón del niño que fue un día.

                   (De mi poemario "La impotencia de las palabras")

 


 

 


sábado, 22 de mayo de 2021

ELOGIO Y NOSTALGIA DE BARCELONA (II)

 


LO QUE SE PIERDE

Todo era entonces joven y atrevido.

La juventud podía con los ebrios

retozos de la noche en armonía

                  con la cómplice miel de la bohemia.

Atrás quedaron versos y dibujos

sembrados en efímeros papeles,

y nombres, vivos nombres que evocaban

momentos de amistad: los Baños Viejos,

Canuda, Petritxol, el Pino…, puertas

abiertas a la magia de Barcino.

Las borracheras duraban lo que

duraba el fiel arrobamiento. Luego

volvíamos al refugio de los Beatles

y descendíamos por toboganes

de magia y creación. Afuera el mundo

ascendía en andamios acrobáticos

y las palomas pintaban las estatuas

con sus grises de fuego y de ceniza.

Y si era en el verano la ciudad

un diamante entregado a quien osaba

entrar en su recinto misterioso,

en el invierno era una dama hermosa

que ofrecía su cuerpo con la lluvia

y el olor de alquitrán y los sonidos

perdidos de la noche a quien quería

poner en el tablero su ventura.

                  El tema era el placer del vino mago

que hacía derramar poemas tristes

a lo Buesa, o el deambular romántico

por calles enjoyadas de Gaudí

o templos de Picasso. Pero había

un viejo nubarrón que amenazaba

la mies de la familia, un huracán

dispuesto a derribar la luz de casa. 

Un tren de medianoche atravesó

sin un descanso lágrimas y tierras

mientras en el macuto me quemaban

mil versos contra Dios, contra la vida,

contra la primavera que inundaba

los campos de lujuria. Llegué, limpio

de llantos, hasta el lecho donde el padre

aguardaba mi beso, mi palabra,

tal vez la confesión de que él había

significado todo para mí.

Y nada hice ni dije: tristemente

lo miré como al barco que se aleja

dejando tras de sí una ausencia blanca.

 

Y los amigos siguieron compartiendo

conmigo borracheras y cigarros,

poemas y pinturas. Pero todo

había ya cambiado sin remedio.

Y las palabras nos sonaban tristes

porque sabíamos que algo puro, vivo,

a punto estaba de desvanecerse.

Como el perfume de una bella dama

que deja nuestro cuarto tras amarnos.

Como si aquella Barcelona nuestra

estuviera diciéndonos adiós.

 

 


INVASIÓN DE IGOR MITORAJ

Mitologías extrañas

han invadido las calles de Barcelona.

Quien quiera verlo que vaya hasta la Rambla.

Y una noche verá en medio del mundo

la cabeza de un héroe mordiendo el alquitrán,

cuerpos sin alas, dioses

vendados y vendidos a la vista

que quiera comprarlos por dos pasos

o una copa en el bar vecino.

Y una mañana llena de sol y acacias

se encontrará seres fantásticos e inventados

invadiendo la vida cotidiana

con su pasado y su historia

fragmentada y vencida.

Cuerpos sin brazos, cabezas cercenadas,

rostros vendados, eros sin aventura,

martes sin batallas...

podrás ver una tarde si caminas

por el corazón de Barcelona.

No les pidas ayuda; ellos son

quienes necesitan apoyo para ser

de nuevo ícaros y volar bien arriba,

no a flor de asfalto ni de quiosco de postales.

Lo único que puedes es estrechar la mano

de esa sombra con puro que pasea

entre su creación, ese Mitorag

vestido de negro como la muerte

que intenta dar la vida al hombre de hoy

encarnado en tanta mutilación.

No te dirá nada si, como un niño,

entras en la cabeza de Eros

y ves que el amor ha huido

entre las vendas, lejos, tal vez rambla abajo,

hacia el mar, o rambla arriba

al Tibidabo.

Vete un día hasta esa escenografía

de belleza paisana y quédate con que el hombre

es un dios sin Olimpo un héroe sin victoria,

un hombre que despierta cada día

con un milagro al alcance de la mano.

 

 


CARTA ABIERTA

PARA DESTERRAR AL OLVIDO

Antes de que la lluvia

del implacable olvido

borre el recuerdo que tengo de la blanca,

sonora, dulce, viva Barcelona.

Antes de que el agua de la distancia

y la carcoma de la indiferencia

derriben a Colón de su columna

de flores submarinas. 

Antes de que la lluvia desatenta

abata el pan de piedra que amasó Gaudí

con mágicas cerámicas y altos vidrios

del mundo mal compuesto del recuerdo.

Antes de que las flores y los pájaros

de las Ramblas se agosten y enmudezcan

en el jardín sin suerte de mi alma,

antes de que el olvido me oscurezca,

quiero, amiga, que bajes una tarde

a aquel barrio de templos y de vinos

y repitas mi nombre en las esquinas

donde el arte se besa con la carne. 

A ver si, de repente, aquí, tan lejos,

en el mundo fugaz de la añoranza,

brota limpia y brillante, intacta y viva

la Barcelona que viví contigo.

 

 



 

B DE BARCELONA 

Barcelona existe si la miro

o me mira ella a mí,

y las flores cortadas de las Ramblas

respiran más a punto de morir,

y Colón en su altura,

sumida su mirada en alta mar,

me espera a que lo mire

y viva tantas veces cuantas yo lo recuerde

así, empinado en la columna falo

que atraviesa sin pecado el cielo,

o enciscado por palomas, tiempos

que encalan de ceniza su destino.

Barcelona no es nombre

ni destino de viaje.

Es misterio sin más, vivo prodigio

que transforma mi vida

cuando quiero mirarla y voy y la miro.

 

 


 

LA TORRE AGBAR 

Obús, supositorio, pene libre

sobre la polución de Barcelona.

Dedo de Dios, menhir de Montserrat,

remedo acristalado de una torre

de la Sagrada Familia, ciprés quieto

bajo la luz del día, que lo quema

y le da brillos de luto. Chorro

de surtidor helado, que la noche

convierte en magia pura, colorido

catalán que marca el límite

entre la vieja ciudad y la otra, nueva,

que mira al mar y al mundo del futuro.

Arquitectura transgresora

--Jean Nouvel la hizo glande y proyectil

y cohete espacial...--, especial,

ya será siempre un hito allí en Las Glorias,

entre el Gaudí universal

y el Mar eterno.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INVASIÓN DE IGOR MITORAJ

 

Mitologías extrañas

han invadido las calles de Barcelona.

Quien quiera verlo que vaya hasta la Rambla.

Y una noche verá en medio del mundo

la cabeza de un héroe mordiendo el alquitrán,

cuerpos sin alas, dioses

vendados y vendidos a la vista

que quiera comprarlos por dos pasos

o una copa en el bar vecino.

Y una mañana llena de sol y acacias

se encontrará seres fantásticos e inventados

invadiendo la vida cotidiana

con su pasado y su historia

fragmentada y vencida.

Cuerpos sin brazos, cabezas cercenadas,

rostros vendados, eros sin aventura,

martes sin batallas...

podrás ver una tarde si caminas

por el corazón de Barcelona.

No les pidas ayuda; ellos son

quienes necesitan apoyo para ser

de nuevo ícaros y volar bien arriba,

no a flor de asfalto ni de quiosco de postales.

Lo único que puedes es estrechar la mano

de esa sombra con puro que pasea

entre su creación, ese Mitorag

vestido de negro como la muerte

que intenta dar la vida al hombre de hoy

encarnado en tanta mutilación.

No te dirá nada si, como un niño,

entras en la cabeza de Eros

y ves que el amor ha huido

entre las vendas, lejos, tal vez rambla abajo,

hacia el mar, o rambla arriba

al Tibidabo.

Vete un día hasta esa escenografía

de belleza paisana y quédate con que el hombre

es un dios sin Olimpo un héroe sin victoria,

un hombre que despierta cada día

con un milagro al alcance de la mano.

 

 

 

 

 

 

 

INVASIÓN DE IGOR MITORAJ

 

Mitologías extrañas

han invadido las calles de Barcelona.

Quien quiera verlo que vaya hasta la Rambla.

Y una noche verá en medio del mundo

la cabeza de un héroe mordiendo el alquitrán,

cuerpos sin alas, dioses

vendados y vendidos a la vista

que quiera comprarlos por dos pasos

o una copa en el bar vecino.

Y una mañana llena de sol y acacias

se encontrará seres fantásticos e inventados

invadiendo la vida cotidiana

con su pasado y su historia

fragmentada y vencida.

Cuerpos sin brazos, cabezas cercenadas,

rostros vendados, eros sin aventura,

martes sin batallas...

podrás ver una tarde si caminas

por el corazón de Barcelona.

No les pidas ayuda; ellos son

quienes necesitan apoyo para ser

de nuevo ícaros y volar bien arriba,

no a flor de asfalto ni de quiosco de postales.

Lo único que puedes es estrechar la mano

de esa sombra con puro que pasea

entre su creación, ese Mitorag

vestido de negro como la muerte

que intenta dar la vida al hombre de hoy

encarnado en tanta mutilación.

No te dirá nada si, como un niño,

entras en la cabeza de Eros

y ves que el amor ha huido

entre las vendas, lejos, tal vez rambla abajo,

hacia el mar, o rambla arriba

al Tibidabo.

Vete un día hasta esa escenografía

de belleza paisana y quédate con que el hombre

es un dios sin Olimpo un héroe sin victoria,

un hombre que despierta cada día

con un milagro al alcance de la mano.

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 15 de mayo de 2021

ELOGIO Y NOSTALGIA DE BARCELONA (I)

 

A un siglo de distancia y emociones, traigo hoy a mi blog una Barcelona que ya no existe sino en mi notalgia y mi devoción por la ciudad de Gaudí, Picasso y compañía (la compañía se refiere a los familiares, amigos y conocidos que en algún momento disfrutaron lo mismo que yo de esa misma Barcelona).  

 


PASEO POR BARCELONA 

Cosmética de azul cielo y asfalto,

la Gran Plaza da asilo

a sus babelias vivas,

sus ranas y sus libros rebajados

de precio hasta besar,

en compañía de todos los diablos

de la carne y el mundo,

al Ángel del Portal que nos conduce

hacia barrios afines y contrarios,

el barrio de las putas y el del mágico

y sagrado de los templos donde Dios

está de vacaciones temporales.

Calles donde el vicio y la virtud se abrazan,

donde sangran sin daño los geranios

y charlan en su lengua inexistente

los loros de las Ramblas.

Abajo espera el mar

con brillos de oro aislando la columna

de quien un día pasó a la otra orilla

para traer especias y odios y almas

de fieles de otros dioses.

Nosotros descendemos y rezamos

la oración de la paz, y nos bendicen

sin religión el cielo y el asfalto.

 


 

LA CIUDAD EN AGOSTO 

Los árboles callados,

los pájaros huidos

y un plomo derretido colgando de las casas

hasta cocer el alquitrán bajo los pies.

Ese es el tributo que hay que dar

si se quiere ver de nuevo a Barcelona,

la cuna de la última inocencia,

antes de ascender a los andamios

del sexo y del amor cuando eras novio.

La plaza de la fuente y los jardines

de Montjuic, la estatua rota

y las palomas cegadas por la luz

en la alta pérgola. El acanto

creciendo como un sexo enamorado

entre las sombras altas. Aquel beso

que te supo a tiempo mágico en los brotes

de las quietas columnas. ¿Dónde el libro

que enseña a ser feliz con un abrazo?

¿Dónde el novio que ardía entre las piernas

y soñaba con lechos como mares?

Bajo el hórrido infierno de este agosto,

un recuerdo fugaz del paraíso.

 


 

MI BARRIO

Este es mi barrio.

Os presento sus gentes y sus calles,

su lucha y su destino.

Testifico que el paro se asoma a sus balcones

con la misma fiereza que los tiestos vacíos,

con la misma desesperación

que las sábanas viejas se corrompen

en las casas sin niños.

Testifico que el hambre se arrodilla

en las escaleras del metro

con una mano abierta,

o se arrastra sucia como la lluvia

por las cuestas buscando los desagües.

Tras esos edificios desahuciados,

en cuyos balcones ya no asoman los geranios,

en cuyas paredes ya no cuelgan los retratos,

en cuyos solares crecen futuras autopistas,

veo afilarse las navajas,

los dientes de la pobre libertad,

veo brotar un odio inmensurable,

veo abrirse el abismo

entre el lujo y el hambre. 

Este es mi barrio.

Os presento su asombro y su aventura,

el duelo a vida o muerte a pleno día,

entre adultos dejándose la piel en la herramienta

y mujeres milagrosas recorriendo el mercado

para multiplicar los panes y los pece;

entre estudiantes gritando con pancartas y libros

y mayores callando

bajo el peso del miedo y la pensión de arena,

entre niños asomados a escaparates mágicos

y ancianos apoyados en bastones sin fuerza.

Os presento a mi barrio,

un jirón de luz

en la rota penumbra de este siglo

y una atroz esperanza como un niño

que mira pese a todo

y aprende todavía.

 

 


MONTJUIC 

La fuente, muda, bajo el sol no es nada,

sólo un andamio de hierro y de cemento

impersonal y gris aguardando la noche

para estallar en agua iluminada,

brincos de espuma que la luna espera.

Baile y canto del agua

detenidos ahora bajo el sol

mientras paso y contemplo sus andamios callados.

El monte del Palacio espera el ojo

que despierte la historia en él dormida,

el cuadro y la escultura que allí sueñan.

Pero antes despiertan los rincones

que un día fueron míos,

ellos solos al paso de mis pasos

por la escalera verde,

entre los viejos rostros de piedra y de recuerdo,

los estanques de ayer,

estanques familiares

que crecieron conmigo en otro tiempo… 

Ya no sigo subiendo,

el alma baja sola hasta los sótanos

donde espera la fiel melancolía.

Sólo podrá calmarla el “Portonovo”,

con vino de la tierra y un buen plato

de lacón con grelos. 

Y el presente regresa sin heraldos

a cogerme la mano y conducirme

hacia el sopor tranquilo de la tarde.

 


 

TORMENTA DE VERANO

La luz a media tarde

sufrió un dolor de sombra en el costado

y se encogió la Rambla haciéndose indefensa

entre quioscos mudos de noticias

y macetas de fragancias huérfanas.

En las marquesinas de los hoteles

llamaron con urgencia algunas lágrimas del cielo

y se volvió de acero el techo de la tarde

y se estropeó la fiesta. 

Dos gladiolos de luz a la altura del mar

se abrieron de repente

y sonaron las voces de los dioses siniestras.

Los mortales corrimos buscando protección

cuando ya las cortinas del granizo

nos robaban el tesoro de la anterior ventura.

Sabíamos que la tormenta

estaba para herirnos,

para hacernos pensar que la alegría

está sujeta siempre al libre azar.

Y veíamos caer el cielo entero

a nuestros pies perdidos de repente,

sin tarde, sin paseo, sin merienda.

Pero como todas las tormentas de verano

pasó enseguida aquélla

y devino sosiego, calma augusta,

y el corazón sosegó sus inquietudes,

y el alma de la Rambla se serenó de pronto

con la música maga de la maga existencia. 

Y otra vez los mortales, tan ingenuos y humildes,

nos echamos al vicio de vivir al segundo

mientras nos quede por decir un "mientras..."

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 8 de mayo de 2021

RELÁNGRAFOS DE LITERATURA, ARTE Y MÚSICA (y III)

 


Después de ver la exposición de Arte Contemporáneo de la Colección “la Caixa” Turbulencias, llegué a la decepcionante conclusión de que el arte tradicional está siendo manipulado, por no decir, esclavizado por una serie de “artistas” que, buscando la provocación y la “originalidad”, atentan lisa y llanamente contra él.


Todo en Toulouse-Lautrec mostraba marchamo de caducidad; hasta los bocetos que trazaba sobre los mármoles de los cafés parisinos nacieron para vivir un instante.


 Aunque el mármol cincelado por un gran artista intentara representar la desnuda belleza de una rica dama del pasado, nunca dejaría de ser el vano recuerdo de una rosa helada.



 Si ahora viviera Goya, un cuadro que a toda costa querría pintar sería el espectáculo que ofrecen ciertos aficionados a la política en el Parlamento: gritando e insultando exasperadamente a todo aquel que no comparte sus ideas.


Sólo un pintor como Jorge Colaço podía crear dos maravillas como los azulejos del vestíbulo de la estación de Sao Bento y los de la fachada del cercado templo de Sao Ildefonso. ¡Contando al artista, tres santos!


 A Van Gogh, antítesis de la vanidad en vida, hoy a muchos años de su muerte el mundo entero le admira por su mágica pintura.


Cuando Sayaka Shoji hace sonar su violín, sueña el mar con olas de cristal y el viento con hojas sin otoño.


 

Anglada Camarasa, destacado pintor representante del modernismo catalán, estaba convencido de que el arte era independiente de la naturaleza, y estaba sobre ella, pese a ser su punto de partida.


 Era más que lógico y normal que Toulouse-Lautrec, abandonado por la belleza y la salud, se inspirara en la pintura de Goya, Hals o Brueghel.


¿Qué hay mejor para recordar a Debussy en el centenario de su muerte que escuchar las notas románticas de un piano una noche de invierno como ésta?



De nuevo ARCO dispara contra el Arte (con mayúscula) sus flechas envenenadas con la política (con minúscula).


¿Qué pensamiento pasó por la cabeza de Leonardo aquel sábado de 1529 al descubrir que los pinceles se le caían de las manos?


 A Gregorio Fernández y a Gaspar Becerra, excelsos imagineros castellanos, no le interesaba sólo tallar la belleza, sino especialmente el inmenso y generoso dolor de la Pasión de Cristo.



 La pintura de Solana es una película en blanco y negro sobre la España de las tabernas, del garrote vil, de las corridas de toros, de las posadas y del Carnaval.


 Hay músicas que nos acompañan toda la vida desde nuestra infancia. Una de ellas, en mi caso, es la Marcha Fúnebre de Thalberg. Siempre me recordará las emociones que viví en la Semana Santa de mi ciudad natal.


 Con la castidad de La Venus del espejo, Velázquez respondió a la sensualidad de Las tres gracias de Rubens.



 Parodiando a la inversa lo que dice de su pintura Magritte, creo que sus cuadros son visiones meditadas.


 Grave error denominar arte urbano al vandalismo que causan ciertos grafiteros.


 La música de piano me suena a veces a agua de fuente que canta su alegría o lamenta su tristeza.


 Chirico, con sus blancos, verdes y azules únicos, intentó resucitar mitologías, monumentos y esculturas que nunca existieron.



 La pintura del Bosco es una liberación de sus propios demonios, sus miedos y sus esperanzas.


 De la música que tiene alma no me atrevo a opinar; me limito a escucharla con la máxima atención de que soy capaz.



 Las cuatro letras mayúsculas que aparecen en El triunfo de la muerte, de Brueghel, son, como todo el mundo sabe, la A, la I, la V y la T, que paradójicamente forman la palabra VITA (vida).


 Me agrada el sexo representado por Magritte en sus cuadros: nunca atraviesa los límites de la metáfora.


 El arte de Magritte se basa en mostrar imágenes insólitas de las cosas que nos rodean a diario. Así que no es hablar del misterio de la realidad, sino de la realidad convertida en misterio.


 De todos los instrumentos musicales, acaso sea el “cello” el que se aproxima más a la voz humana.



 El valor de la pintura de Magritte se basa en la sorpresa que causa en el espectador.


 El pintor francés Degas es el notario pictórico de escenas femeninas íntimas, propias de “toilette”.