sábado, 23 de septiembre de 2023

CUADERNO DE BORGES

 


He declarado ya que toda poesía

es plena confesión de un yo,

de un carácter, de una aventura humana.”

                                                  Jorge Luis Borges 

 


 

Parodiando a Borges,

el tamaño de mi esperanza

es este rato de sol y vida en la playa

mientras leo al gran cuentista argentino

y aprendo con él a conversar con el mundo,

conmigo, con Dios y con la muerte.





Parodiando a Borges,

mi Zamora innumerable es amor de árboles

en la orilla del Duero,

tristeza tradicional en su Semana Santa,

mucho cielo de vencejos en el verano

y bendita querencia en los chatos de los Herreros.


Borges monta un número

con lo de ocuparse de algo y ocuparse con algo,

y yo toco las pelotas añadiendo ocuparse en algo.

Pero sí estoy de acuerdo con el escritor matero

en lo grandioso es amillonar el idioma,

es instigar una política del idioma.

Y además gracias a Borges

recuerdo aquella duda idiomática de Baroja:

¿Qué escribo: bajar en zapatillas o bajar con zapatillas?

En serio: siguiendo el artículo de Borges,

El idioma infinito, pido desde aquí

no poner barreras a la vida del castellano,


Me pregunto si es muy conveniente

proponer como sinónimo

de mujer mala, o meretriz, o cortesana

el sintagma mujer horizontal,

que me parece tan profunda y bellamente

polisémica como injusta.


Borges me entiende desde sus páginas:

Ya he reconocido, entre miles, las nueve o diez palabras

que se llevan bien con mi corazón.”



Pero no en lo que opina

de los poetas antiguos y los actuales

--como si tuviera que haber alguna diferencia--:

Los poetas actuales hacen del adjetivo

un enriquecimiento, una variación;

los antiguos, un descanso, una clase de énfasis.”

Los poetas verdaderos hacen de las palabras

una ocasión para enriquecer

la forma de sentir, de mirar, de ser

la humanidad de todos los tiempos.



Borges es un poeta verdadero

al que no le da vergüenza reconocer

el agua que ha bebido de la Biblia.

Lo reconoce y aprovecha la ocasión

para recordarnos a todos los que queremos serlo

que sin la Biblia la poesía carece de raíz.

Y no espera para repetirnos

que todos los grandes, antes de escribir,

han bebido en las sagradas fuentes.

De los nuestros, además de los místicos,

lo han hecho profanos como Cervantes, Quevedo...

y por supuesto el mismo Borges.



Y un día, al anochecer,

tras la esquina del barrio

en la mano callada de la plaza

donde el balcón conversa con el tiempo...

Un día tal vez el ángel blanco,

aquel que le escribía a Borges versos

sobre el yeso silente de la alcoba...

Tal vez me venga a dar el adjetivo exacto

o el verbo de la esperanza,

y el poema que jamás he escrito

--y no importa que lo acabe--

tal vez lo empiece a ver,

como se ve el azúcar de una fruta madura.