martes, 31 de enero de 2017

SOBRA EL ALMA



SOBRA EL ALMA 

A la vez que despido enero, doy la bienvenida a mi nueva novela SOBRA EL ALMA, ebook que ya está en preventa en Amazon (el próximo 10 de febrero estará ya en venta).
Se trata de una novela histórica que transcurre en el romanticismo español. Un arribista, con un pasado tenebroso en el que ha provocado la muerte de una mujer que lo amaba, llega a Madrid con una carta de recomendación para Mesonero Romanos. En la capital de España hará lo indecible por conseguir abrirse camino en el mundo literario: engañar, traicionar… hasta matar. Paralelos a la vida sin escrúpulos de Antonio Blanco Cela (así se llama el protagonista) , suceden otros hechos, como la muerte de Fernando VII, el cólera o el suicidio de Larra, sucesos que influirán de modo determinante en el desenlace de la novela. He aquí un fragmento de SOBRA EL ALMA:
“Blanco se inquietó tanto que el corazón empezó a brincarle dentro del pecho, amenazando salir disparado cuando leyó las siguientes líneas: “…y lo primero que se me ocurre es, mi querido amigo, pedirle perdón por haberle recomendado a un hombre que merece la mayor reprobación. Me refiero, claro está, a Antonio Blanco Cela. Antes de seguir adelante con el relato del grave asunto que me ha obligado imperiosamente a ponerme en contacto con usted, desearía que a estas alturas no le hayan conducido sus acciones a una situación irremediable.
“Y ahora intentaré ser conciso y a la vez exacto en la enumeración de los hechos referidos al mencionado Blanco Cela, motivo central de mis preocupaciones, que quiera Dios no sean también las suyas. Este individuo, que no tiene calificativo, valiéndose de infames argucias, me hizo ver que era un buen samaritano socorriéndome de un asalto nocturno por parte de unos maleantes, cuando en realidad había tramado previamente con ellos dicho asalto. Lo único que quería era preparar su futuro en Madrid a la vez que escapaba de la obligación de cumplir con una mujer lo que había ofendido como un hombre, lo que se llama en lenguaje popular matar dos pájaros de un tiro. Y lo grave fue que causó con esa reprobable fechoría la destrucción de la familia a la que pertenecía la joven ultrajada, a la sazón embarazada por Blanco Cela…”
Blanco ya tenía bastante. Guardó la carta en el sobre y éste en el bolsillo de su frac, bajo la capa. Aspiró profundamente varias veces y, algo más sereno, llamó a la puerta.
Muy poco duró la conversación pues Mesonero Romanos debía salir para comer con Larra. Por lo visto a Fígaro le había llegado una nota de Dolores Armijo, en la cual le pedía verse con él en su casa para el próximo 13 de febrero.
--Larra abriga la esperanza—dijo Mesonero--de que ese encuentro tan repentino, después de tanto tiempo, pueda representar para él una conciliación con Dolores. Ya le contaré cómo va esa comida y por dónde circulan los ánimos de nuestro amigo. Y usted, querido Blanco, ¿qué quería decirme?
--Vengo a despedirme, don Ramón.”

lunes, 16 de enero de 2017

VEINTE AÑOS DESPUÉS

Parece que fue ayer cuando una noche de enero de 1997 me llamó por teléfono a casa el poeta Francisco Brines, en calidad de presidente del jurado del I Premio de Poesía Taurina "La Tertulia" de Valencia, formado por Carmen Alborg, Vicente Gallego, Carlos Marzal, César Simón y José Antonio Ron, para comunicarme que me habían otorgado el Premio. Dos meses más tarde, durante las Fallas, envueltos por el fragor de la mascletá y el fervor generoso de la peña taurina que patrocinaba el Premio, la que fue ministra de González (en la fotografía a la derecha) me hizo entrega del mismo tras las palabras elogiosas del poeta de Oliva dirigidas a mis versos. Luego a petición de los presentes, leí Toro de la noche, el poema ganador, que días más tarde vería la imprenta en la separata que editó La Tertulia, con sede en Convento de Jerusalén, 32, Valencia.
De aquella experiencia guardo un imborrable recuerdo aún ahora, cuando han transcurrido ya veinte años.

He aquí algunos versos de dicho poema:

"...Si quieres comprobar que tienes fuego,
llamaradas bravías en tus astas
y empuje de huracán entre tus huesos,
brama y rompe el silencio de la noche,
ataca el aire frío de la sierra
y castiga la tierra con tu peso;
que tiemble todo el campo bajo el rayo
oscuro de tu piel, oh toro bello.

¿Para qué emplear las hoces de tus astas
en un tan inexperto y joven trigo?
Reserva los rejones de tu testa
para buscar ansioso la estatura
artística y burlona de un torero
curtido en tardes de oro,
entre palmas y olés y pasodobles
y escudado en las luces de su traje.
resérvate hasta entonces.
Vive ahora de sueños
y alza sombras
de fuego en torno tuyo mientras pisas
la soledad silente de la noche."
 
Resultado de imagen de toro negro

martes, 3 de enero de 2017

MURILLO CUARTO CENTENARIO

 

Hoy empezamos a celebrar algunos centenarios de ilustres personajes de las diversas ramas del arte y la cultura que se cumplen este recién nacido 2017 con un pintor español de los pies a la cabeza: MURILLO.
Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla a finales de diciembre de 1617. Hijo menor de un barbero con hacienda, quedó huérfano de padre y madre a los 9 años y fue tutelado por su hermana Ana, en cuya casa vivió hasta su casamiento en 1645. A los quince años inició su formación artística según muchos con Juan del Castillo, una de cuyas características principales era la expresividad que daba a los rostros de sus personajes pintados. Este rasgo se percibe en algunas de las primeras obras de Murillo, como La Virgen entregando el rosario a Santo Domingo. En Madrid, protegido por su paisano Velázquez, pudo estudiar las pinturas del Palacio. El mismo año de su matrimonio recibió su primer principal encargo como pintor: once lienzos para el claustro pequeño del convento de San Francisco de Sevilla (San Francisco confortado por un ángel o San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres), en los que destaca el intenso claroscuro. Durante los años de la peste y sus terribles secuelas Murillo pintó muchas imágenes de devoción, destacando algunas de sus más conocidas obras, como la Adoración de los pastores o la Sagrada Familia del pajarito, y otras de asunto profano (el Niño espulgándose o la Vieja con gallina y cesta de huevos). Tras la llegada a Sevilla de Herrera el Mozo, nuestro pintor adopta los modos del barroco pictórico y así en su San Antonio de Padua evita la separación entre los mundos celeste y terrestre y unifica los espacios con una luz difuminada. De aquí a su época de plenitud sólo hay un paso, que da al fundar en 1660 en Sevilla, tras una breve estancia en Madrid, una academia de dibujo anatómico del desnudo. De esa época data el Nacimiento de la Virgen, pintura de una muy bien estudiada jerarquía de luces. Es también entonces cuando le llegan importantes encargos, como el de las pinturas de la iglesia de Santa María la Blanca (la Inmaculada Concepción o el Triunfo de la Eucaristía). A partir de ese momento no dejaron de salir de sus pinceles obras hermosísimas que ocupan las salas de los principales museos del mundo, incluido el Prado. Entre esas obras destacan las Inmaculadas Concepciones (alrededor de veinte), la más conocida y admirada, la de El Escorial; El Buen Pastor, San Juan de Dios, La curación del paralítico, Niños jugando a los dados y un largo etcétera. Bartolomé Esteban Murillo murió en Sevilla el 3 de abril de 1682, poco después de sufrir, según algunos, entre ellos Palomino, uno de sus principales biógrafos, una caída del andamio donde trabajaba en la pintura de los Desposorios de Santa Catalina.