viernes, 29 de junio de 2012

Grandes poetas hispanoamericanos


José Asunción Silva


En la entrada anterior tratamos de Rubén Darío, el poeta hispanoamericano que introdujo el modernismo poético en España. Ahora nos toca hablar de la pléyade de poetas modernistas que destacaron en ultramar, entre los que se cuentan nombres excelentes como José Martí,  José María Heredia, Manuel Gutiérrez Nájera o José Asunción Silva… Pues bien,  como representante de todos ellos, por su singular personalidad, destacamos a este último.



José Asunción Silva (1865- 1896)

Considerado el poeta más importante de Colombia, fue diplomático y realizó numerosos viajes por Europa especialmente. En una de esas travesías marinas el barco en que viajaba naufragó y a consecuencia de lo cual gran parte de su producción poética desapareció. Esta y otras desgracias personales le agriaron el espíritu del tal modo que encontró alivio en el suicidio pegándose un tiro en el corazón. Lógicamente, lo que conocemos de su poesía es póstumo. Parte de su poesía presenta influjos románticos como los libros Crisálidas o Risa y llanto, entre otros. En otros poemas muestra un claro tono personal e intimista, así como riqueza de ritmos métricos, casos de Día de difuntos, Luz de luna, etcétera. Finalmente, y dentro de esta variedad de ritmos, junto con una diversidad estrófica que tendrá seguidores en nuestra propia poesía, logra con Nocturnos expresiones bellísimas.



Veamos una muestra de estos últimos:


”Poeta, ¡di paso
los íntimos besos!

¡Ah!, de las noches dulces me acuerdo todavía.
En severo retrete, do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
rendida tú a mis súplicas, fueron míos tus besos:
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de niña y tu olor de reseda…
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de tu tapicería…
Poeta, ¡di paso
el último beso!


¡Ah de la noche trágica me acuerdo todavía!
¡El ataúd heráldico en el salón yacía;
mi oído fatigado por vigilias y excesos,
sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda…
La llama de los cirios temblaba y se movía;
perfumaba la atmósfera un olor de reseda…
Un crucifijo pálido los brazos extendía
                              ¡y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!


jueves, 28 de junio de 2012

Memorias de un jubilado

DIARIO DE UNA SEMANA SANTA DETENIDA EN EL TIEMPO (2)



Día 5.


Recuerdo que durante días fue muriendo lentamente la fragua. El polvo de los meses fue vendando la vista a los cristales de la puerta hasta dejarlos ciegos, sin ganas de mirar a la herramienta atada a la pared con telarañas allí, en el interior, junto al yunque callado donde el herrero golpeaba el hierro al rojo vivo para darle forma de barrote, herradura o reja de arado.


Y hoy, tan lejos de aquella vida hermosa que fue mi infancia cerca de la fragua, del dolor del hierro golpeado hasta hacerse herramienta, verja o protección de caballería... Hoy, tan lejos de aquel mundo fugaz, me entero de la muerte del herrero.  Y de nuevo otro asidero que mantenía mi infancia medio a flote acaba de romperse y de caerse al pozo donde el tiempo colecciona ruinas y despojos.
Desde aquí le digo adiós a aquel herrero amigo que fue testigo de mi infancia durante mucho tiempo. Lo único que siento es que sólo en una prosa fría se quede la emoción de esta despedida. Cada vez se hace más grande la sombra que amenaza la luz que hace visible la nostalgia. Aunque cada vez también veo más claro que la nostalgia es inútil y que la infancia no regresa jamás pese a nuestro irrenunciable deseo.




Día 6.



Pese a que sé (aún no lo he visto con mis propios ojos) que la casa de infancia se ha convertido hoy en un hostal restaurante, no dejo de verla tal y como era en aquellos tiempos felices. Por eso no puedo de apuntar aquí lo que la casa en sí y mis padres, que supieron adornarla de virtudes y amores a las cosas pequeñas y cotidianas, significaron siempre para mí. Por eso no dejo de repetir que, si la casa tuvo un día primavera y sus paredes exhalaron a cada momento cariño y protección y sus balcones florecieron a la vista de la ciudad de las murallas, fue gracias a ellos, que en ella tejieron su nido. Es más. Si yo no doy un latido sin que suenen dentro de mí campanas y murmullos del río en las azudas de mi infancia, es gracia y don de mis padres, que supieron sembrar en los surcos tempranos de mi alma semillas de espadañas y de Duero, llantos de aceñas y cantos de badajos. Y si esta hermosa inquietud que ahora me crece mientras se acerca abril al calendario, y la Semana Santa en los clarines de la memoria canta y reverdece, se debe a aquel amor que me infundieron mis padres por los pasos y las andas donde, entre cirios que lloran en la noche, tambores y piedras historiadas, desfilan las imágenes benditas que mis padres me enseñaron a querer cuando era un niño.




Día 7.

Sé con toda seguridad (porque yo mismo lo hice a punta de navaja) que mi corazón debe de seguir grabado, junto con la inicial de mi nombre y la de alguna niña de la que estaba enamorado entonces, en la blanda corteza de algún chopo de tantos como crecían en los Tres Árboles, junto a la orilla del río. Allí debe de seguir latiendo con la savia lo mismo que latió en las aguas verdes de las Pallas, junto con el silencio gozoso de mi cuerpo desnudo bajo el agua. Allí, en los Tres Árboles, debe de seguir el deseo oscuro flotando entre las frondas frescas, aquel ansia oculta de ser eternos y fieles a la adolescencia y sus ritos misteriosos que no temían nada y para la que la muerte era simplemente un juego, un puente, un salto de comba o un zambullirse en las profundidades del río para salir unos cuantos metros más allá, en el cerco de los juncos y a escondidas de las miradas de los otros amigos. La adolescencia, que para nosotros era como el remo de la barca que abría el alma pura del Duero entre las islas y dejaba  un aroma de olvido entre la espuma pero una dicha inmensa de dios en vacaciones en nuestras almas.


Ya podía morirse todo allí, en la fronda, en la fragante alfombra que el verano tejía en los Tres Árboles. Que nosotros seguíamos en alto, viviendo al borde del esplendor cotidiano que era la adolescencia. Por eso creo que aún hoy los restos de aquellas tardes nuestras se levantan cantando en las argollas donde ataban las cuerdas de las barcas, en las blandas cortezas de los chopos donde crecen sin fin los corazones que grabamos a punta de navaja.



Día 8.
He aquí mi promesa inaplazable. Convertido en relámpago de luna, volveré alguna noche a ver las cosas que siempre me tuvieron por abril  anclado al corazón de lo perenne. Y nadie sabrá nunca que soy yo, aquel niño que amaba la procesión solemne de almendras y tambores con blusas femeninas, niñas que soñabais en Valorio amores que yo nunca os pedí.
Bajo el palio de la noche abrileña, sin que sepáis quién soy, os veré pasar con vuestras velas detrás de nuestra Virgen, aquella Virgen fiel de la Esperanza que entre flores lloraba en nuestro barrio.
Mujeres ya, con sombras en la luz del corazón, oiréis un viento antiguo acariciaros el alma y temblaréis, y la llama del cirio en vuestras manos brillará un solo instante con más fuerza y no sabréis jamás que fue por mí, que yo estaba muy cerca, como siempre, mirándoos pasar por el espejo del tiempo inexorable.
Lo prometo.
Aunque la infancia no regrese jamás.


lunes, 25 de junio de 2012

Grandes poetas hispanoamericanos

Rubén Darío



Si hablamos de Modernismo en poesía, sin duda el primer nombre que se nos viene a la mente es el del poeta nicaragüense.



Rubén Darío (1867- 1916)

Llamado en realidad Félix Rubén García Sarmiento, en Managua consiguió un empleo en la Biblioteca Nacional, que le permitió dedicarse a lo que más quería: la lectura. En seguida publicó sus primeros libros de poesía, entre los que destaca Rimas, de influencia becqueriana. Pero será en 1888 cuando dé a luz uno de sus mejores libros, Azul, bello conjunto de cuentos y poemas, en los que destaca su visión cosmopolita y el tono afrancesado del lenguaje. Después vinieron los dos poemarios que le darían la fama que dura hasta hoy: Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza, en los que encontramos variadas combinaciones métricas, renovación léxica y su nunca olvidada afición al cosmopolitismo, contando además con los viejos temas del amor, que aquí se ve mezclado con la sensualidad y el erotismo, y la lucha entre la vida y la muerte.



Leamos una muestra sacada del último libro mencionado, que se titula significativamente Lo fatal:



“Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente…

Ser y no saber nada. Y ser sin rumbo cierto;
y el temor de haber sido; y un futuro terror;
y el espanto seguro de estar mañana muerto
y sufrir por la vida, y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos;
y la carne, que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos
ni de dónde venimos!”






viernes, 22 de junio de 2012

Fotografías que hablan

La atracción del mar


En estos días de ardiente calor, la sola visión del mar ayuda a conllevar el sufrimiento. A pocos pasos de la vida cotidiana, el mar es el amigo que te espera siempre entre el beso lejano del horizonte y la proximidad de los labios morenos de la arena. En definitiva, el callado amor del agua de esmeralda. Unas horas más, y esa espuma de las olas junto a las rocas de la Platja Gran de Tossa estarán acariciando mi piel. Tal vez antes de que los seguidores de este blog se asomen a la ventana de esta presente entrada, el firmante del mismo se halle nadando en este rincón de piedra, arena, olas y espumas. De cualquier forma, la atracción del mar o del océano existe en cualquier lugar del mundo, y cualquier ser humano puede sentirla con igual o mayor fuerza que el bloguero. Que así sea. Un saludo a todos y a todas.

martes, 19 de junio de 2012

De vista, de oídas, de leídas

Línea mortal



A algunos de mis mejores amigos les hubiera gustado ver la película que anoche dieron en la Sexta 3, Línea mortal (Flatliners, en inglés), pues trata de un tema que de un tiempo a esta parte les viene interesando. Han leído y leen libros que les hablan de ese momento en que alguien, próximo a morir o bajo los efectos de una muerte cerebral transitoria, coma posoperatorio, etcétera, vive la experiencia insólita de hallarse en la línea que separa la vida y la muerte, experiencia que, en la mayoría de casos, viene acompañada de luces blancas, apariciones de seres queridos, imágenes que resumen momentos esenciales de la vida del sujeto, etcétera, etcétera. Línea mortal, película americana de 1990 dirigida por Joel Schumacher e interpretada en sus principales papeles por Kiefer Sutherland, Julia Roberts, Kevin Bacon y William Baldwin, entre otros. Con extraordionarios efectos especiales y sonoros (por estos últimos fue nominada al Óscar), la película nos expone las experiencias a que se someten cinco estudiantes de medicina para descubrir personalmente lo que hay más allá de la muerte, provocando la paralización del corazón y el cerebro durante unos minutos para luego reanimar las constantes vitales y contar a los demás lo que han vivido durante el tránsito. Y descubren, entre otras cosas, que siguen teniendo cuentas pendientes con otras personas. El film es entretenido y gusta porque, en medio de las miserias humanas, resplandecen el perdón y la esperanza.

He aquí un tráiler de la película, en inglés porque en castellano no he podido encontrarlo:

lunes, 18 de junio de 2012

Memorias de un jubilado

          DIARIO DE UNA SEMANA SANTA DETENIDA EN EL TIEMPO (I)

 

 

Día 1.


Aceitadas, noticias de la Semana Santa de mi tierra, vino moro del Duero.

Esto es lo que me acaba de llegar hoy de aquel sitio donde arraiga la almendra de mi vida. Pero me gustaría que llegara junto a esa materia de azúcar y de harina, junto a esos renglones de noticias, junto a  ese jugo que da la buena cepa de la tierra, me gustaría que llegara también lo que yo fui un día al lado de todo eso: el niño que vivió en mis huesos entonces y, sobre todo, la ventura y aventuras irrepetibles de ser niño en aquel aire sagrado de mi tierra natal.

Aceitadas, los dulces besados por las manos maternales, tardes de abril lluviosas en la sala donde el baúl cubría los aromas de la Semana Santa...Noticias de la Semana Santa, los itinerarios de las procesiones, las imágenes nuevas que este año van a desfilar y que yo no voy a poder ver… El vino embotellado que se cría con la savia, el agua y el sol de la tierra…
Todo eso me acerca a la tierra a la vez que me distancia de ella. Y es entonces cuando no puedo evitar que las abejas que liban los recuerdos claven en mi alma su aguijón amargo.





Día 2.

Hoy miro mi cara en el espejo y veo un camino tallado por el tiempo. Adivino mis huellas sobre la tierra, sobre el silencio de los años, porque los años callan y nos ven pasar como la orilla al río mientras los hilos de la edad se enredan en personas, en cosas, en esperanzas que pasaron, personas, cosas, esperanzas que en las manos del tiempo se volvieron agua de recuerdos, fuentes que tienen el encanto de revivir latidos, luces, gestos de ayer en este hombre que fue niño: los chopos, las almendras, el mendigo de estío, mis padres en lo alto..., en este hombre que hoy mira en el espejo su camino.
Hoy miro mi cara en el espejo, y en un pilar de niños y aventuras veo un hombre tallado por el duro poema de la vida.




Día 3.

Habrán empezado las procesiones y el Tío Barandales encabezará una de ellas. “Tío Barandales, dales, dales... decíamos los chicos al verle pasar bien firme, moviendo las muñecas de sus manos para hacer voltear las campanas. Su rítmico cantar suena ahora en el alma del chaval que un día fui. Ahora habrá también chavales en la ciudad viendo pasar solemne al Tío Barandales delante de los cofrades y los pasos por las callejas viejas y perennes. Esas campanas eran y son como latidos, como segundos, minutos y horas de tiempos que nunca desaparecen porque son sones, vivencias que siempre amamos, que revivimos y recordamos como una canción eterna.
“Tío Barandales, dales, dales...”, tal vez haya chavales hoy que digan al paso del Tío Barandales, lo mismo que los chavales de ayer decíamos, porque esas campanas suenan igual en la distancia que en la presencia, en los adultos que en los muchachos. Ahí reside el misterio de la Semana Santa de mi ciudad.
Parece que lo estoy viendo. Mientras voltean esas campanas, salen las gentes a las calles para ver con ojos tiernos y llorosos, los dolorosos latigazos que sufre Dios en su lejana y a la vez tan cercana soledad.
Sigue sonando, tío Barandales, “tío Barandales, dales, dales...” para que nunca nos olvidemos de aquellas cosas que hoy no tenemos y que un día fueron nuestra Verdad.


 

 

Día 4.

 

(Mirando una fotografía de la época)

¿Dónde estoy yo, el niño que en mi cuerpo quedó atrás perdido en los atajos de la vida. ¿Dónde estoy yo en esta orilla del río de mi infancia?
Escudriño las manos de mi ahora y no me veo en los dedos ni plumas ni pelusa de nidos. Ni un rastro de aquel jirón perdido de mi vida, un gesto de la hierba, una arruga del agua que me digan que yo estuve hasta el júbilo asombrado en este paraíso, ahora vacío. Y éste es el sitio. Aquí el pretil y al pie la hierba que en las tardes sin fin de los veranos soñaba en ser famosa en nuestros pies junto al balón que ardía en cien jugadas. Y más allá, en la orilla, los guijarros modelados sin prisa por el agua, que pasaban a ser por un instante proyectiles de nuestros tiradores.Éste es el sitio, aquel que yo adoraba, ahora condenado por el tiempo a ser cantado sólo, visto sólo en una fotografía.

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viernes, 15 de junio de 2012

Patadas al diccionario

Ojo con el verbo "decir" y sus derivados

Anoche, mientras veía por televisión el partido de fútbol de la Eurocopa entre Irlanda y España, uno de los comentaristas de las jugadas, tras meter nuestro equipo nacional el segundo gol (finalizaría el encuentro con el resultado de España 4, Irlanda 0), dijo: "Todo va saliendo como yo había predecido", y se quedó tan pancho, cuando debió decir: "Todo va saliendo como yo había predicho". Y es que los verbos predecir, contradecir, desdecir..., derivados de decir, se conjugan como el verbo primitivo del que derivan, y así, como el participio de decir es dicho, el de predecir es predicho.





Y ya puestos, no vendría mal apuntar algunas notas sobre las conjugaciones de estos verbos que pertenecen a la misma familia.

Y conviene empezar por el primitivo decir.
1. La forma correcta de la segunda persona del singular del imperativo es di tú.
"Sobre este punto di tú lo que quieras."
2. Ojo con emplear las formas dijiera, dijieras, dijieron, etc, del pretérito imperfecto del modo subjuntivo, más bien propias de hablantes de escaso nivel cultural, en vez de las correctas dijera, dijeras, dijeron, etc.
"Me gustaría que siempre me dijeras la verdad."

Respecto a sus derivados, desdecir, predecir, contradecir, etc. es preciso hacer algunas salvedades.
1. Las formas correctas de la segunda persona del singular de sus respectivos imperativos son, respectivamente: desdice tú, predice tú, contradice tú..., y no desdí tú, predí tú, contradí tú.
2. En el futuro imperfecto de indicativo y en el condicional simple se aceptan, al lado de las formas irregulares desdiré, desdiría; prediré, prediría; contradiré, contradiría,  las formas regulares desdeciré, desdeciría; predeciré, predeciría; contradeciré, contradeciría.
3. Pero siempre, la forma correcta del participio es la irregular, desdicho, predicho, contradicho.

miércoles, 13 de junio de 2012

Nuevos relángrafos literarios



Caperucita se salió del sendero de su bosque y se encontró en otro lugar del bosque de Alicia. Algo no iba bien. O Perrault se compadeció de la niña cambiando de golpe el lobo por el conejo. O Levis Carrol quiso de repente cambiar la suerte que tenía su protagonista y la puso a prueba para ver cómo lograba burlar los colmillos del lobo. Hay una tercera opción: la tradición popular se cansó de tanta ñoñería y echó al ruedo de la perdición a las dos muchachas confiando en que la astucia innata de la infancia las hiciera capaces de salir airosa de los peligros que la rodean. En un mundo como el de hoy hasta los más pequeños saben cómo hacerlo. Tampoco hay que insistir demasiado.



* * *



En la hidroterapia el agua es obligada a funcionar en contra de su naturaleza para intentar curar la nuestra.



* * *



Cuando canta Sade, el marqués de su mismo nombre, dueño y maestro de la crueldad sin límites, se ve obligado a huir a las selvas del olvido. La música que acaricia la sedosa voz de Sade nos hace sentir y pensar como en la infancia, como si fuéramos dueños y maestros de los misterios de la vida sencilla de arboledas cuajadas de pájaros y tardes largas de verano donde la noche llega con pasos y rostros amables de personajes de cuento.



* * *



Lo más difícil de un poema no es escribirlo: es empezarlo bien y, aún más, acabarlo mejor. He aquí un ejemplo de poema bueno, con buen principio y mejor final:

“Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.”

Nótese la repetición del vocativo dirigido a Dios en los cuatro versos de este pequeño gran poema de Antonio Machado, y de qué modo tan estratégico los sitúa el poeta dentro de él: encabezando los versos de los extremos con “Señor” y sin olvidar mencionarlo en medio de los otros dos. Modelo de eficacia, ¿no?



* * *



Decía Borges que no se podía imaginar un mundo sin libros, y tenía razón. Pero menos se puede imaginar un libro que no hable de algún aspecto del mundo.



* * *



Bailan y bailan las medusas en las olas con la música eterna del mar hasta agotarse; finalmente, sólo quedan sobre la arena sus faldas hawaianas.



* * *



Tras vivir junto a su amada la sensación vivísima de un momento único en la playa, el cerebro y el corazón del poeta unieron imperiosamente sus respectivas capacidades para identificar con palabras la emoción sentida. La atención y la búsqueda de un rato intensísimo en que el poeta no vivía otra cosa, dio a luz este verso:

“Besa süave la brisa tu blusa…”

El esfuerzo mental, sin embargo, había sido tan agotador que, el poema recién comenzado se quedó tal cual, sin continuación, temblando en ese extraño endecasílabo (diéresis en la tercera sílaba) surgido de una aliteración que intentaba imitar un fenómeno físico.



* * *



El asesino, desobedeciendo el plan del novelista, decidió llevar a cabo su crimen en el parquing de la casa de vecindad. El novelista, lejos de sentirse contrariado, rompió las fichas que tenían que ver con el asesino y, en vez de contar el asesinato en el ascensor de la finca, como tenía previsto, lo situó en el parquing, por la noche, cuando los coches de los vecinos están todos estacionados. Sonrió al concluir la escena convencido de que cobraría mayor impacto en el futuro lector.



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En la sauna de vapor se aprende a pasar calor y a sudar la gota gorda voluntaria y gozosamente. Sobre todo, sabiendo que puede acortarse cuanto quiera el usuario y ante el alivio de la lluvia fina y fría que le aguarda a continuación, en uno de los circuitos que el SPA le ofrece.


lunes, 11 de junio de 2012

Grandes poetas hispanoamericanos


Hace unos días tratamos en este blog de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, uno de los primeros nombres importantes en la historia de la poesía hispanoamericana. Hoy escogemos uno de los últimos, cronológicamente hablando, pero importantísimo por la influencia que dejó en posteriores generaciones de poetas de aquí y de allende el océano,

Pablo Neruda (1904- 1973)

De nacionalidad chilena, su verdadero nombre fue Neptalí Reyes y se inició muy pronto en la poesía, pues ya en 1921 publicó su primer libro titulado Crepusculario.Abrazó enseguida, tras una etapa claramente modernista con visos románticos (peculiaridad que no desaparecería nunca de sus versos), corrientes de vanguardias, especialmente la surrealista, para acabar encontrando un camino muy personal y lleno de apasionamiento romántico y existencial. En su trayectoria aparecen libros bellísimos como Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, Los versos del capitán, Odas elementales o Memorial de Isla Negra. Diplomático y político, Neruda se vio obligado a viajar por medio mundo, y durante su estancia en España durante la Guerra Civil lo que aquí vivó le llevó a escribir un poemario comprometido titulado España en el corazón. En 1971 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

He aquí una muestra de su poesía, extraída de Los versos del capitán:

“Yo soy el cóndor, vuelo
sobre ti que caminas
y de pronto en un ruedo
de viento, pluma, garras,
te asalto y te levanto
en un ciclón silbante
de huracanado frío.

Y a mi torre de nieve,
a mi guarida negra
te llevo y sola vives,
y te llenas de plumas
y vuelas sobre el mundo,
inmóvil, en la altura.

Hembra cóndor, saltemos
sobre esta presa roja,
desgarremos la vida
que pasa palpitando
y levantemos juntos
nuestro vuelo salvaje.”