lunes, 1 de marzo de 2010

MIQUEL MARTÍ I POL EN CASTELLANO

Sigo (hay mucha poesía buena donde escoger) la Antología Esencial de Martí i Pol. Hoy llegaré hasta 1987.






L’ÁMBIT DE TOTS ELS ÁMBITS (1980)


No podía faltar en esta breve antología al menos una referencia a otra de las preocupaciones de Martí i Pol: la conciencia nacional, la concienciación de un “nosotros” de forma intencionada para reclamar de todos la solidaridad y el trabajo necesarios para una rápida reconstrucción nacional. Ejemplo de ello lo constituye el poema que presentamos.



Solsticio


Reconduzcamos la vida poco a poco,
poco a poco y con mucha confianza,
no por viejos lugares ni senderos
grandilocuentes, sino por el humilde
camino del trajín de cada día.
Reconduzcámosla con dudas y proyectos,
con torpezas, anhelos y caídas,
humanamente, en ruidos y en gargantas,
por el cauce de los años que vivamos.
En soledad, pero no solitarios,
reconduzcamos la vida cerciorándonos
de que cada esfuerzo será útil.
Día habrá en que alguien a manos llenas beba
el agua de luz que brota de las rocas
de este tiempo nuevo que ahora entretejemos.



ANDORRA (1983)


1983 fue un año especial para Martí i Pol porque, entre otros reconocimientos, recibió la “Creu de Sant Jordi” y el “Premio Nacional de Traducciones” (es sabido que tradujo a autores de la relevancia de Zola, Flaubert, Apollinaire, Lévi-Straus...). Además, el cantautor catalán Lluís Llach presentó en el Poliorama de Barcelona los poemas musicados de L’ÀMBIT DELS TOTS ELS ÀMBITS. Demasiadas emociones que, sin embargo, le dejaron tiempo para escribir ANDORRA, al que pertenece el soneto que incluimos. En él afirma que, a pesar de ser una forma sujeta a estrictas normas, ha de escribirse con lo más cercano y modesto de que se dispone, aunque con unas gotas de fantasía para que los versos suenen más auténticos.


Un soneto para ti


Para ti un soneto por hacerme ver
tan claros el dolor y la alegría,
un soneto con la voz de cada día,
las voces del amar y el conocer.


Lo escribo humildemente al comprender
que lo recibes con melancolía,
cual si fuera la dulce melodía
que siempre es agradable retener.


Para ti un soneto en toda claridad,
mas con un roce fiel de fantasía
para que los versos suenen a verdad.


Para ti un soneto porque, amada,
te he dicho con él lo que quería:
más allá de tenerte ya no hay nada.



LLIBRE D’ABSÈNCIES (1984)


1984 es, en cambio, un año doloroso para el poeta pues muere su esposa Dolors. Fruto de esa inconsolable desaparición es la escritura y publicación del poemario presente.
Los poemas incluidos aquí tratan la muerte y la ausencia de su esposa sin llantos innecesarios, con serena reflexión, aunque con la tristeza lógica que representa haber perdido para siempre un ser querido. Además de la ausencia de la mujer amada, los poemas hablan de la vida que sigue pese a su desaparición, del aprendizaje constante que significa vivir bajo esas circunstancias... Todo eso propicia el diálogo del poeta con la desaparecida, diálogo que concluye en la serenidad que halla el poeta y en la callada compañía que recibe de los chopos a los que el otoño desnuda sin violencia.



Hablemos de ti


Hablemos de ti pero sin pena alguna.
Simplemente de ti, de tu adiós mudo,
del sufrimiento que te fue cambiando.
Hablemos de tus cosas, de tus gustos,
de lo que querías, de lo que odiabas,
de lo que hacías, decías y sentías.
Hablemos de ti pero sin pena alguna.
Y poco a poco devendrás tan nuestra
que no será preciso hablar de ti
para recordarte. Así, pronto serás
un gesto, una mirada, una sonrisa
que fluye sin decirlo ni pensarlo.



Más puro que todo


Más puro que todo este vacío
que dejaste al marchar y tu presencia
en las cosas que siguen junto a mí.
Ahora te tenemos intangible
en la reciente sencillez del gesto,
en el centro impoluto del silencio
y, por amor, en el amor que muestra
el oasis selecto. No te alejes.
Tu estar aquí completa nuestra vida,
le da plenitud, la fuerza y el sentido
y hace de él recinto donde todo
lo podemos imaginar perfecto.



Calladamente


Desde esta áspera soledad te pienso.
Ya no estarás jamás cuando las hojas
abandonen los chopos que mirábamos
en silencio desde el portal de casa.
Tantas cosas se han ido con tu marcha
que apenas queda espacio de mí mismo
para poder acordarme de ti ahora.
Pero la vida, poderosa, estalla
en este estrecho ámbito en que vivo.
Tú ya no estás, y ya en los chopos
apuntan hojas nuevas.
Proclama el verde limpio su esperanza
y yo sigo viviendo,
y es viviendo como puedo pensarte
y hacerte crecer en mi silencio
hasta que la silente soledad me trague
como a ti te ha tragado para siempre.





Tiempos venturosos


No sé si llueve ahí donde tú estás,
pero la lluvia me hace recordarte.
Habíamos compartido muchas lluvias
y muchas esperanzas. Y albas, tardes,
crepúsculos y noches desfilaban
bajo el pausado rezo de la lluvia.
Y éramos felices con muy poco.
Paseábamos a veces bajo el canto
de la lluvia y hacíamos proyectos
que a veces se cumplían. Eran tiempos
venturosos. Pero ahora no estás,
y la lluvia persiste. Yo quisiera
saber que para ti llueve también
y que la lluvia nos une como antes,
otra vez, y siempre, como antes.



Los objetos


La certeza de ti no me abandona,
vive en todo lo que amamos juntos
y yo amo todavía,
las pequeñas cosas que me acompañan
ahora que te has ido para siempre.
Todo es oro en la copa del silencio
y brota de ti si cierro un solo instante
los ojos para verte.
Distante como estás, y sin rescate,
no dejarás de acompañarme siempre
en aquello que juntos compartimos
como si fuese una parte de nosotros
la más clara quizás, sencilla e íntima.





El pasado


Donde el pasado vive es en las cosas
que vemos cada día, que tenemos
por nuestras y no son.
No vive en los recuerdos,
cera blanda que los años deforman.
La tarde es un pasado, pues, que vivo
en esta misma hora: las distantes
y grises alamedas, esas cosas
que nunca he visitado, el quieto azul
del monte. Todo junto, ¿qué me dice
que yo no sepa ya?
Vivir es aprenderse a uno mismo
mientras nos cercioramos
de que en la placidez de los objetos
se aduermen los sentidos y nos crecen
raíces que cambiamos sin esfuerzo
poco a poco en un pingüe pasado.



El amor


Todo tiene sentido en el amor.
¿De dónde brota el agua de la fuerza
que mantiene al corazón tan vivo
sino de su alto manantial de amor?
Sólo por amor nos crecen rosas
en las manos, se alumbran los misterios,
y en el amor es justo todo y necesario.
Cree, así, en el cuerpo y trata en él
de perdurar y que perdure todo
dignificándolo siempre con amor
generoso, y darás vida con él.





Plenitud


Y alguien cierra la puerta de repente
y todo es triste y hostil. ¿Y qué podemos
hacer sino esperar sumisamente
a que la vida poderosa vuelva
a retomar su rumbo y nos libere
de este dominio oscuro?
Aprendemos la vida de la vida,
bebiendo de ella a tragos distanciados
su vino peleón, sintiendo siempre
que feroz nos incendia las entrañas
en tanto que recuerda la belleza
de este permanecer contra los látigos
de todos los designios.



Extiendo la mano


Yo extiendo la mano y tú no estás.
Pero el misterio de tu ausencia blanca
se me muestra de pronto más abierta
y aun más dócil de lo que pensaba.
Tú nunca volverás, pero en las cosas
y en mí mismo la huella habrás dejado
de la vida que vivo nunca solo
sino contigo y el mundo que teníamos,
siempre lleno de ti, aun sin recordarte,
y con la limpia mirada de los que aman
sin esperar ninguna ley de recompensa.





Tu recuerdo


Si se hubiese perdido tu recuerdo,
yo me habría perdido. Ahora me toco
los músculos, los ojos, y me ocurre
como si otra vez los dedos me trajeran
tu imagen vanamente. Y al otoño
regresan, amistosos, los fantasmas,
los queridos y cálidos fantasmas.
Todo se hace discreto, y el poema
no es más que una alta rama acariciada
por el viento en la gris y suave luz
de la tarde tranquila.





La habitación


Esta luz difusa del crepúsculo
aleja el horizonte y desdibuja
los árboles. En casa estoy a solas.
Poco a poco las horas se han marchado
con un vaivén de olas que se acuestan
tiernamente en la arena de la playa.
Y el poema se eleva lentamente
delante de mí como una niña hermosa.
La habitación entonces vuelve a ser
un ámbito propicio a la sorpresa.



Interludio


De esta farsa de ahora yo no soy
quien pone los confines.
Por eso estoy atento como nunca
al orden y al misterio
y aprendo con cansancio
los gestos que la harán más clara y viva.
A hachazos descuartiza la existencia
y en el mármol del tiempo escribe signos
que nadie todavía ha descifrado.
Luz y sombra trazan playas blancas
ante el vasto mar de todos los designios.
No me siento expulsado del sendero.
Un viento de otoño arranca hojas
de los chopos que añoro y que ahora alargan
sus sombras para hacerme compañía.



El reducto


El reducto tal vez es un jardín
y ahora el sol de otoño enciende hojas
y hace negras las sombras de los árboles.
No cito maravillas ni quimeras,
siempre existe un jardín de sombras dulces
donde el odio se encalma y el silencio
no es el triste vacío sino el ámbito
que nos falta para obtener de nuevo
la fe que un día tuvimos en nosotros.
El reducto tal vez es un jardín
y el tiempo escribe en él el arco iris.





Doble fondo


Demasiados recuerdos a menudo
anegan de inquietud la paz del aire
y son un lastre incierto que nos funde.
Esta tarde de octubre llueve en paz
como si fuera la lluvia un sueño amable
y el tiempo, fatigado, un sol sin brillo.
Poco a poco me expurgo en las palabras;
no dejaré sin poda ni una rama.
Demasiados recuerdos a menudo
nos esposan las manos y nos cierran
los ojos contra el mundo en el camino.





El pleito


Nadie vive siempre en luz extrema.
A menudo la lluvia del afecto
provoca una penumbra, una pereza
que cuesta combatir.
Entonces viene bien la tregua dulce
ligada a un libro amigo,
gustando la propia soledad
y amándola también en la esperanza
de que el tiempo, prudente y perspicaz,
resuelva el duro pleito
que nos tiene enfrentados,
enemistados con nosotros mismos.

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