domingo, 29 de diciembre de 2019

MEMORIAS DE UN JUBILADO, LECTURAS DE AYER ( y VII)



La educación


Las listas de todo y sobre todo eran algo consustancial con la época a que nos referimos: lista de los libros que debían leerse, lista de las emisiones de radio aptas para escucharse en familia, lista de las películas lícitas para ser vistas por todos... Es oportuno citar a estas alturas las palabras de Pío XI en “Vigilanti cura” que el doctor Salicrú, presbítero catalán propugnador de normas morales de la época, cita en apoyo de su “Depuración ideológica, moral y estética del cine”: “Se hace necesario que el pueblo conozca claramente qué películas son lícitas para todos, cuáles son lícitas con reservas y cuáles son dañosas y positivamente malas. Esto exige la publicación regular de listas de las películas clasificadas, que deberán llegar fácilemnte al conocimiento de todos. Sería muy de desear que se puediese establecer una lista única para todo el mundo, porque para todos rige una misma  ley moral.” 

El libro de referencia del doctor Carlos Salicrú se titula La educación, y es un documento de primer orden para comprender la moralidad del franquismo, habida cuenta de que, como dice el subtítulo de la obra, se trata de un “estudio normativo acerca de las obligaciones que impone la vida social”. El libro del doctor Salicrú observa parecida metodología que “Hace falta un muchacho”: apoyo continuado de las aseveraciones del autor en dichos y poemas de autoridades reconocidas nacional y mundialmente, dentro de una ortodoxia tradicional y conservadora. Dios es la idea central de la educación, es una de las primeras afirmaciones de La educación , avalada por estos versos:
“...El Ser que da luz al día
 y al hombre fuerza y salud,
 al logro de la virtud
 los pasos del hombre guía.”
 

Y  Salomón refuerza la educación moral exigible en todo tiempo: “Ejemplo de superiores, guía de inferiores”. “La educación del hijo será la honra del padre, y de su enseñanza le resultará la gloria de verle amado por todos los de la casa.” Etcétera. Tenemos deberes para con el alma. Los místicos nos hablan del “vuelo del espíritu”, de las almas que “vuelan como las aves que en el aire se purifican y alimpian”. La virtud es para Gracián “cadena de todas las las perfecciones, centro de las felicidades. Ella hace un sujeto prudente, atento, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, reportado, entero, feliz, plausible, verdadero y universal héroe. Tres eses hacen dichoso: santo, sano y sabio.” Acerca del valor de la sinceridad cita estas palabras de  José Mª Salaverría: “Ser sincero, pero no cándido; este es el plan que conviene. Hay que ser hábil para descubrir la mentira en los otros, como sorprendemos un peligro natural, un abismo, un montón de cieno, un reptil asqueroso. Pero dejemos la mentira y el deshonor a las almas ruines y cobardes”. Para apoyar la necesidad de la abnegación cita el famoso soneto místico que empieza
“No me mueve, mi Dios, para quererte
 el cielo que me tienes prometido...”;
la humildad a Santa Teresa (“La humildad es la verdad”); la modestia a la Mitología, en las palabras que Júpiter dice a la modestia una vez que esta se queja porque es desplazada de todos los lugares del Olimpo: “Tú vivirás con todas las virtudes; a todas acompañarás”; el trabajo a Gabriel y Galán y al contrario, para demostrar que podemos ser esclavos de nuestras pasiones, el doctor Salicrú se apoya en Calderón de la Barca, en aquellas palabras que Diógenes dice al emperador Alejandro en “Darlo todo y no dar nada” 

Uno de los capítulos más interesantes de La educación, desde el punto de vista del tema que estamos tratando, es “La familia laboratorio de la educación”, y de los miembros que forman la familia el más importante es el niño porque es el ciudadano de mañana, por lo tanto, debe ser atendido perfectamente; para apoyar este aserto, el autor recurre al poeta bengalí Rabindranath Tagore: “Parece que la mayor parte de las gentes han olvidado que los niños son seres vivientes, más vivientes que los adultos”. El hogar es una especie de “inexpugnable baluarte para las tradiciones, el alma de la raza, la autoridad, la resistencia contra las crisis sociales, la pureza de las ideologías, todo lo que sea vital y fundamental para la existencia de la Patria”. Apoyo, Homero, que en la Iliada y la Odisea condensa en el hogar la unidad, cohesión y grandeza de Grecia. La familia es el depósito de la tradición, “entraña fecunda donde, en gestación callada, pero incesante, se va forjando, día tras día, generación tras generación, el alma de la misma Patria”. La Patria será lo que sean las familias de España y nuestra individualidad se forma desde nuestra más tierna infancia. Apoyo, Horacio: “El ánfora conserva durante mucho tiempo el perfume en que la impregnaron cuando estaba nueva”. El eje en torno al que ha de girar todo el sistema de la moral familiar es el amor entre los miembros del hogar, porque si la pasión se extingue, el amor es fuente perenne. Apoyo, la copla popular:
“¿Dónde se va a comparar
 un charco con una fuente?
 Sale el sol, se seca el charco,
 y la fuente permanece”.
Y puestos a alabar el modelo de hogar cristiano, el autor recurre a Gabriel y Galán para copiarnos aquellos versos tan conocidos y que nosotros aprendíamos y recitábamos de niños:
“Yo aprendí en el hogar en qué se funda
 la dicha más perfecta...
 Y así avanza el libro, como un río seguro en cuyo espejo se reflejan las palabras de los grandes pensadores y poetas confirmando las márgenes, encauzándolo sabia y moralmente hacia el mar de la felicidad y la perfecta educación. Núñez de Arce ataca a la ciencia mentirosa que se levanta contra la fe :
Cicerón, Horacio, Séneca defienden la verdadera sabiduría, Dante el arte verdadero, Fray Luis de León la armonía universal como fuente de goces inefables, Severo Catalina la auténtica galantería, Quevedo, Maragall, Bécquer, Víctor Hugo el verdadero amor. Al final, el doctor Salicrú resume: “Fomentemos la urbanidad, la cortesía, la sociabilidad, el comedimiento, la etiqueta social, el buen modo cívico, la educación ciudadana, la convivencia; empero, informado todo ello por la moral de Cristo. La educación cristiana es un deber.”



jueves, 19 de diciembre de 2019

MEMORIAS DE UN JUBILADO. LECTURAS DE AYER (V)


Hace falta un muchacho


Pero los libros que sentaban entonces cátedra sobre la guía del adolescente eran, entre otros, El muchacho español, de José Mª Salaverría, y, sobre todo, el libro de Arturo Cuyás Armengol, titulado nada más y nada menos que Hace falta un muchacho, subtitulado precisamente “Libro de orientación en la vida para los adolescentes”. Antes de seguir adelante, conviene advertir que Hace falta un muchacho pertenecía a una colección de libros que la antigua Liberería Sintes, de Barcelona, ponía al alcance de grandes y pequeños modos y maneras de salir adelante en la vida en cualesquiera de sus campos, libros cuyos títulos son harto elocuentes: “Para triunfar en los negocios”, “La educación de la memoria”, “Para tener la palabra fácil”, “El secreto del éxito”, “Para abrirse camino en la vida”, etc. 
Además, en los numerosos apartados que tocaba la editorial, podían encontrase libros del doctor Marden o de R. W. Trine, que eran como la panacea para resolver cualquier problema vital, y si no, considérense los siguientes títulos: “¡Siempre Adelante!”, “La alegría del vivir” o “Abrirse paso”, del primero, y “El respeto a todo ser viviente”, “El credo del caminantede” o “La mejor ganancia”, del segundo. También la Librería Sintes publicaba libros de cultura y civismo, deportes, gramáticas, cocina, medicina e higiene y, cómo no, de literatura variada, donde pueden encontrarse títulos como “La Atlántida” o “Patria”, de Verdaguer, “La losa de los sueños” o “La dicha ajena”, de J. Benavente, al lado de “La bien plantada”, de Xenius, “La Celestina”, “Fiesta de la poesía”, de Villaespesa, “El Quijote”, las “Obras Completas” de Bretón de los Herreros o las “Leyendas”, de Zorrilla.. 
Pero volviendo a Hace falta un muchacho, podemos leer en el prólogo de su cuarta edición alabanzas como las siguientes: “Favorecido con la aprobación de la autoridad eclesiástica, ha sido adoptado como libro de lectura por los Marianistas, Maristas, PP. Escolapios y Hermanos de la Doctrina cristiana. También ha sido adoptado por muchos colegios particulares y escuelas públicas, y ha obtenido la distinción de ser declarado de utilidad por Real Orden de conformidad con el dictamen del Consejo Superior de Instrucción Pública.” 
Y en cuanto a la dedicatoria del autor, no puede ser más elocuente: “A la juventud hispana, que en inteligencia es rica, con amor, fe y esperanza en ‘mañana”. ¿Y cuál es el propósito fundamental del libro? En la Introducción el autor nos lo dice: “Se trata en él de formar el corazón, educar la inteligencia, despertar la voluntad y modelar el carácter de los muchachos en el periodo de la adolescencia; inculcarles el amor al trabajo, estimular su atención y aplicación al estudio; infundir en su alma los tres amores, a Dios, a la Patria y a la familia; imbuirles sentimientos de caridad y de altruismo; fomentar su aspiración a elevados y nobles ideales; encarecerles la necesidad y las ventajas de la perseverancia; en una palabra, preparar su ánimo para combatir con inteligencia y con valor en la lucha por la vida, y hacer de ellos hombres de provecho, leales amigos, honrados vecinos y buenos ciudadanos.” 



Y en los diversos apartados del libro se persiguen esas intenciones con razonables consejos del autor, apoyados por innumerables experiencias y escritos de célebres personalidades de las artes, de la filosofía y de las letras españolas y extranjeras. Campoamor, para alabar “la inmensa fuerza de la mente humana; Ventura Ruiz Aguilera, para recordar que el destino del hombre es luchar siempre, Juan Rufo, para aconsejar en memorables redondillas a su hijo el camino que debe seguir en la vida, Ovidio, para hablarnos de la amistad : “Como el oro se prueba con el fuego, así la fidelidad de un amigo se conoce en la adversidad”;y a veces es el propio Cuyás quien ayuda a reflexionar al lector sobre lo mismo: “Hazte cargo de que la Patria es la extensión del hogar; es el Hogar de todos los hogares; es la suma de todas las familias que componen una nación”. Y otras veces es el Romancero del Cid el que habla de solidaridad, Ovidio, de la voluntad y la perseverancia : “Las gotas de agua horadan una peña, no por su fuerza, sino por la frecuencia con que caen”; R. Browning, del carácter: “Cuando la lucha empieza dentro de uno mismo es cuando el hombre vale algo”, lo mismo que Goethe : “El talento se cultiva en la soledad; el carácter se forma en las tempestuosas oleadas del mundo”; Ruiz de Alarcón, de las consecuencias de la mentira; Ercilla, de las honras; Cervantes, de la ambición: “Ambición es, pero ambición generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de tercero”; Antonio Trueba, del trabajo; Salomón, de la pereza : “La mano perezosa, pobreza es; la que sabe obrar, la mano industriosa del trabajador, ayunta y alcanza riquezas”; etcétera.

Sin embargo, es curiosísimo y, sin duda, un documento precioso para valorar la época de que hablamos, el apartado que trata de los libros que deben leerse. He aquí algunos consejos y afirmaciones que se hacen a lo largo de él: sobre la selección de libros: “Debes poner tanto cuidado en la selección de los libros con que vayas formando tu pequeña biblioteca, como en la de los compañeros que frecuentes como amigos”; y un poco más adelante: “Rodéate únicamente de hombres superiores. Escoge las obras de aquellos genios y pensadores que puedan enriquecer tu entendimiento y elevar tu espíritu.” Acerca de la influencia de los clásicos: “¡Homero, Plutarco, Platón, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes! Todos estos genios han dejado obras imperecederas, a modo de faros inextinguibles que sirven de guía a la humanidad. Así como en las carreras de antorchas que se celebraban en la antigua Grecia los corredores las pasaban de mano en mano, cuidando de que no se apagasen, esos grandes genios han mantenido siempre viva la llama del entendimiento a través de las edades.” 
Y sobre los requisitos que deben tener los buenos libros: “Para que un libro te sea provechoso conviene que su lectura te interese, que te haga pensar y que te mueva a ser mejor de lo que eres.” Acerca de la lectura de la poesía y de los poetas: “No desdeñes la lectura, de vez en cuando, de los buenos poetas. Son espíritus videntes que a menudo revelan muchas cosas que se ocultan a las inteligencias comunes. La lectura de una buena poesía es un entretenimiento agradable a la par que instructivo, pues la ‘ciencia de la poesía –dice Cervantes—encierra en sí todas las ciencias, porque de todas se sirve, de todas se adorna y pule, y saca a luz sus maravillosas obras con que llena el mundo de provecho, de deleite y de maravilla”. Sobre la diferencia que existe entre el versificador y el verdadero poeta: “No en todos los libros de versos se encuentra la poesía; por lo tanto, al escoger esta clase de obras pon cuidado en no confundir el versista con el verdadero poeta. Lo que te diga el primero sólo halaga tu oído; lo que el poeta te diga te hará sentir muy hondo y pensar muy alto; porque los poetas, según la frase de un bardo inglés, ‘aprenden sufriendo lo que enseñan cantando”.

viernes, 13 de diciembre de 2019

MEMORIAS DE UN JUBILADO. CUANDO YO ERA PROFESOR (II)

Decía en la anterior entrada que yo había aprendido mucho de mis alumnos, especialmente tres aspectos de mi propia profesión: el respeto por las personas que tenía a mi cargo, la preparación exhaustiva de mis clases y acierto y humanidad a la hora de valorar con justicia todas y cada una de sus intervenciones.

Dicho esto, y en relación con este último aspecto continúo en esta sesión dedicando, como hice en la anterior, unos párrafos a lo divertido que era revisar, corregir y valorar sus intervenciones orales en el trascurso de las clases y sus trabajos y exámenes. Si antes trataban de asuntos literarios, ahora lo hacen de Lengua y Teoría literaria.

Durante una clase en que iba a hablar de los eufemismos, pregunté quién podía decirme algo de ellos.
He aquí algunas respuestas:
-Un eufemismo es hacer sentir lo que otro quiere sentir, pero engañarlo.
-Palabra que es un poco fuerte al decirlo y se cambia por uno más flojo.
-Sirve para expresar cualquier discapacitez (sic).
-El eufemismo es una palabra que hace referencia a un campo semántico.


En otra ocasión, preguntando a una alumna el siginificado de polisemia, me respondió:
-La polisema son palabras que quieren decir lo mismo, pero que se escriben diferentes algunas veces.
Otra aportó la definición más o menos correcta:
-Son los diferentes significados los cuales pueden coger una palabra.
Y sobre la homonimia, un alumno propuso esta definición:
-Es el conjunto de palabras que se unen por una sola (homonoma). Ejemplo: flor: rosas, claveles, margaritas.
Este alumno había confundido homonimia por hiperonimia. Evidentemente, había estudiado, quneue sin mucho acierto.

En una prueba que trataba de las aportaciones de las diversas lenguas en la formación del castellano recogí diversas afirmaciones de las que aquí recojo unas pocas:
-La cultura árabe aportó muchas palabras nuevas, eran más limpios.
-La invasión más larga de la historia fue la de los musulmanes, que invadieron la Península durante VIII (sic) siglos, su legado ha sido muy notable, han dejado como herencia la lengua castellana.


En otro control a la pregunta qué lengua penetra en la Península tras los godos, un alumno respondió:
-La burguesía, de tal manera que pudo extender las lenguas hasta América, básicamente la Península y América del Sur.
Otro respondió a la pregunta qué es el mozárabe:
-Es un dialecto de autor conocido, el tema es amoroso.
Y sobre las jarchas, una alumna escribió en su examen:
-Las jarchas son los colores que expresan un significado. Rosa, amor. Negro, muerte. Rojo, sangre.

Veamos respuestas de otra índole:
-Estrofa del mester de clerecía. 14 sílabas divididas en 7, el peligro es el demonio.
-Las mujeres son la principal causa de mortalidad femenina en Afganistán.
-Dialecto del español en que se halla la presencia de un sustrato indígena: el español indígena.
-Una jerga es estándar en todo un grupo de gente mundial.


Hablando de la personificación, pedí a un alumno que me propuiera un ejemplo. Y fue éste:
-La muerte tiene remedio. Y lo aclaró añadiendo: Una personificación es dar vida a algo que no la tiene.
A una alumna le pregunté qué era una anáfora y me respondió sin dudarlo:
-Un tipo de jarrón, profe.
Tras leer un soneto, pregunté a la clase cuántas sílabas tenían los versos que lo formaban. Un chico de la primera fila levantó la mano y me dijo:
-154, profe.

Y para finalizar, incluyo algunas respuestas recogidas en una prueba de gramática.
A la pregunta qué es un verbo seudocopulativo, un alumno respondió:
-Es aquel que no puede ser atributo.
Y a la propuesta de construir oraciones con las palabras lustro, efímero y abúlico, me encontré, entre otros, los siguientes resultados:
-El perro estaba abúlico; se le veían todas las costillas.
-En el lustro hay mucha gente.
-Como soy efímero el médico me ha dicho que no coma dulces.
-Este zapato es muy lustro.
-Esta causa es efímera a la normalidad.
-El señor juez fue abúlico con esa sentencia.
-Sufrió un efímero a causa del calor.
-Es un hotel de lustro.