sábado, 22 de abril de 2023

DESDE UN SONETO (I)

 


LAS PEQUEÑAS COSAS


Son otra cosa las pequeñas cosas,

las cosas cotidianas que hacen hueso

y carne y sangre y llanto y luz y beso

y vida en nuestras noches dolorosas.


Ellas son las espinas y las rosas

que pueblan la ascensión a nuestro teso,

la sal y el pan que alivian tanto peso

de andamios y jornadas presurosas.


Y hablarán de nosotros cuando el carro

de los muertos nos vuelque entre las ruinas,

y el silencio amordace nuestra historia.


Y alas de luz pondrán a nuestro barro

y nos devolverán a estas esquinas

donde hacemos girar a nuestra noria.

 

 


VERSOS PARA AMAR LA VIDA


Dos versos para amar la hermosa tierra

que a diario pisamos con ternura.

Dos versos más para palpar la hondura

azul que tiene el cielo que la encierra.


Un verso para amar la dulce casa;

tres versos para amar a la familia,

escudo singular que nos auxilia

contra el fuego exterior que nos abrasa.


Tres versos también para amar las rosas

y espinas que jalonan el camino,

luces y sombras, cicatriz y herida.


Y dos versos más para amar las cosas

que tejen el andamio del destino:

¡catorce versos para amar la vida!

 

 


SOL DE MI OTOÑO


Un soneto me manda hacer mi nieto,

y en mi vida me he visto en tal ventura

porque vuelo por él a más altura

y por él se hace luz cualquier secreto.


Y a punto de empezar otro cuarteto,

él me dicta la fiel literatura:

nuevo sol de mi otoño, miel, ternura;

en mi nueva vejez sabio amuleto.


Mi vida se convierte en aventura,

cuando él está a mi lado, él, un brujo

que vuelo y luz le da a mi vida oscura.


Y así feliz concluyo este soneto

cantando sin cesar el bello influjo

que a mi vida normal le da mi nieto.