sábado, 31 de julio de 2021

ENTRE AVA Y MINERVA (III)

 


(Del diario de apuntes en Tossa de Mar)

En otro orden de cosas, debo anotar aquí las agradables sensaciones que vivimos una noche viendo a la hora de nuestro cine La señora Lowry y su hijo (Reino Unido, 2019, dirigida por Adrian Noble e interpretada en sus principales papeles por Timothy Spall y Vanessa Redgrave, encarnando respectivamente al artista británico L.S. Lowry, una de las figuras artísticas más importantes del Reino Unido de mediados del siglo 20, que pintó con expresión lírica y apasionada el noroeste industrial de Inglaterra, y su madre, una anciana posesiva). La película retrata la complicada relación que mantiene el pintor con su madre, una mujer empeñada en criticar cualquiera de los gustos artísticos de su hijo y explotadora de sus atenciones caseras y personales como hijo.


Y también el contenido del libro que una mañana bajé a la playa, Biografía del miedo, de Enrique Salgado (Plaza Janés, Barcelona, 1964), un libro misceláneo que retrata este sentimiento humano que ejerce honda influencia en nuestro modo de vivir. En cuanto lo vi en Barcelona en el Dominical del Llibre el 23 de marzo de 2015 y leer la dedicatoria al novelista Gironella, viejo amigo de los premios Don Balón, de los que él en novela y yo en poesía compartimos  en los años 80 y parte de los 90 (“A José María Gironella, que tuvo miedo a la lisis de su mente”) lo compré al instante. Y cada vez que entro en el mundo de sus páginas, viene a mi mente Anatomía del miedo, de  José Antonio Marina, y sin embargo, aunque contiene ciencia médica (Salgado fue un importante oftalmólogo), la Biografía va por otros derroteros y su lector se siente más tranquilo recorriéndolo con otros tipos de sentimientos y sensaciones amables y positivas que el lector de la Anatomía, que no deja de sentirse cohibido e inquieto con su lectura.

 

 Rincón para para poesía

VENDAVAL PEREGRINO

                        A León Felipe,

                        otro zamorano de la diáspora… forzosa.


 

Aunque eras zamorano,

Olvidaste las calles de los pueblos

Para elegir los caminos inescrutables

De razas y lenguas diferentes.

Y, pudiendo echar la siesta de Castilla

A la sombra de un árbol campesino,

Elegiste el sol de un paisaje extranjero

Que llenó de polvo tu barba de profeta.

Había dentro de ti un fuerte viento

Que volcaba la escena de tu infancia,

Que borraba el horizonte de tu vida española,

Que empujaba la paz cada día más lejos

De la tierra que amabas.

Había en tu silencio un fuerte viento

Que arrancó tus raíces

Y echó tu tronco talado en la arisca corriente del destierro.

En tu sueño había

El fuerte viento del ansioso peregrino

Que te arrojó a los caminos de nadie,

A los paisajes de llanto y de recuerdos

Donde el hacha de España rompía en dos el río

De españoles  perdidos por el mundo.

Para ti, vendaval peregrino,

Pido a Dios un bordón sosegado,

una esclavina de tejido español

y una tumba de tierra tranquila

adornada con flores españolas.

 

 

 

COMO LA TIERRA FÉRTIL

                              A Miguel Hernández

 

Figura campesina

Cercada por barrotes de mazmorra,

Por alas oscuras de muerte amarga.

Infancia de cabrero, montes tristes,

Estallido de limpio corazón

Mientras abría a dentelladas su camino.

Incendiada sencillez

Que incendiaba lo que amaba,

Su novia costurera,

Cuerpo de agua en que se reflejaba.

Juncos, besos, olor a libertad,

Novia de la esperanza,

Esposa de la tristeza,

Madre del hambre.

Al verlo inmóvil, envuelto en una manta

Por donde oscuros asomaban sus pies,

Ya huérfanos de todos los caminos,

Se le vino abajo

Toda la existencia que compartió con él.

Sé que habría querido levantarse

Para andar con ella por los campos,

Tenderse juntos sobre la hierba

Y soñar a la luz del cielo azul.

Pero ya la muerte

Había sembrado la carcoma en su cuerpo.

Durante mucho tiempo

No volvió entre nosotros su presencia de surco.

Humilde y callado, esperó como la tierra fértil.

La impotencia de las palabras

Cedió el paso a su rayo que no cesa.

Y aquí sigue su voz deslumbradora,

Y aquellas malas sombras que ultrajaron su perfil

Para siempre sumisamente han desaparecido.

 

 


 

 

EN  LA ÚLTIMA COSTA

                                   A Francisco Brines

 

La barca ya ha llegado.

La niebla ha rodeado a los que iban

esperando algo nuevo en la última costa,

entre ellos el poeta que amó la vida apasionadamente

y vio a su madre que lo miraba fijamente

mientras él notaba que las lágrimas

le impedían verla como entonces,

como aquella vez que al volver a Elca

y bajar del coche

se vio inundado de repente

por el olor de azahar que había ya olvidado

y vio a sus padres que salían de la casa

con los brazos abiertos para abrazarle.

Pero ahora era la nada y la ceniza

las que salían a su encuentro,

la despedida final, la pérdida de todo

lo que había tenido, la vida, la infancia,

la noche y el placer.

Sólo le quedaba la palabra escrita con amor,

el consuelo de la madre poesía,que decía su nombre

en el mar que acababa de surcar

donde las últimas olas olían a jazmín

y latían ilusionadas

como el corazón del niño que fue un día

 


La paz que se respira en la playa entre semana no tiene precio. Paz para extenderte en la arena, bañarte en la bahía casi a solas, tomar el sol y leer sin ruidos y voces exasperadas. Hoy el libro ha sido La necesidad del mito La influencia de los modelos culturales en el mundo contemporáneo (Ediciones Paidós, Barcelona, 1991), obra de Rollo May, psicoanalista profesional, según él mismo se define en el Prefacio, en el cual anuncia que el libro se ocupa de “narraciones que aparecen continuamente en la psicoterapia contemporánea”. También justifica la parte del título que se refiere a la necesidad del mito constatando que el origen de muchos problemas de nuestra sociedad se atribuye a la ausencia de mitos “que nos den, como individuos, la seguridad interna que necesitamos para vivir adecuadamente nuestros tiempos.” Es chocante la definición que May da de mito: “Un mito es una forma de dar sentido a un mundo que no lo tiene.” Y pontifica a continuación: “Mediante sus mitos, las sociedades sanas facilitan a sus miembros un alivio para sus neuróticos sentimientos de culpa y su excesiva ansiedad.” He vuelto a dejar su lectura como hice otras veces al releer este fragmento de la página 33: “Todos nosotros tenemos un mito en función del cual construimos nuestra vida. Este mito nos mantiene íntegros y nos da la capacidad de vivir en el pasado y en el futuro sin descuidar el momento presente.” Ante esta divina panacea que proclama May, he vuelto a formularme como las veces anteriores la misma pregunta: “¿Cuál es el mío?” Y ante la imposibilidad de encontrar uno solo que me mantenga entero y me ayude a vivir en una especie de limbo, nirvana o burbuja (¿es Sísifo, Narciso, Fausto, Lucifer, Prometeo…?), cierro el libro y me pongo vivir con y en  lo que tengo más inmediato, la mujer, la llamada por teléfono a los hijos, el rato de playa, el vermú diario, los juegos de escribir o pintar, y un largo etcétera que aunque no me mantengan “íntegro”, siguen respetándome la capacidad de saber vivir pese a todo (en este tiempo, la pandemia, la distancia de seguridad, la mascarilla…). 


 

viernes, 23 de julio de 2021

DEL TEATRO AL CINE (II)

 


De Pedro Muñoz Seca (1879-1936), conviene empezar diciendo que fue creador del “astracán” o “astracanada”, subgénero teatral cuyo rasgo principal es buscar la comicidad a toda costa. Empleó abundantemente los juegos de palabras, los nombres propios que provocan el equívoco y el chiste, los ripios en el verso y las situaciones disparatadas en la acción y en los personajes, llegando en ocasiones a convertir el lenguaje en una parodia incesante, como ocurre en La venganza de Don Mendo, la obra por excelencia del “astracán”, donde Muñoz Seca caricaturiza el teatro del modernismo y algunos caracteres del teatro clásico del Siglo de Oro. Dicho lo cual, en la edición de Aguado de La venganza de Don Mendo, en el prólogo escrito por Benavente para presentar la obra, el autor de La malquerida dice del destino de Muñoz Seca que “no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices” (se refiere Benavente a que nuestro autor fue fusilado por ser considerado opositor de la república). Además de esta comedia escrita en verso, adaptada al cine en 1961, como veremos, Muñoz Seca es autor de obras como La oca, Anacleto se divorcia, o Los extremeños se tocan (en colaboración con Pedro Pérez Fernández, asiduo colaborador suyo), donde los actores cantan y bailan, y que posteriormente fue llevada al cine por Alfonso Paso (1970) e interpretada, entre otros, por Antonio Garisa, Rafaela Aparicio, Andrés Pajares, Manuel Tejada, y a la televisión.

Siguiendo a Arranz, la idea de convertir La venganza de don Mendo en película partió de una representación teatral dirigida por César Fernández Ardavín para posteriormente ser llevada al cine tras ser rodada en blanco y negro y en un plató. Pero Ardavín abandonó el proyecto y los productores "se lo encargaron a Fernando Fernán Gómez, que había sido contratado para el papel de don Mendo. 

La sinopsis del contenido de la obra teatral de Muñoz Seca, dividida en cuatro actos, podría ser la siguiente: Magdalena, hija de don Nuño, mantiene, sin que nadie lo sepa, una relación amorosa con don Mendo, si bien el padre de la joven está decidido a casarla con don Pero, decisión que don Mendo interpreta como una despreciable traición de Magdalena (en realidad ésta, que quiere ascender socialmente, acepta casarse con don Pero, sin avisar a su amante). Momentos clave: la autoinculpación de don Mendo para proteger a Magdalena, la condena a muerte de don Mendo, la orden de su emparedamiento dada por la propia Magdalena o el casamiento de ésta con don Pero. El éxito de La venganza de don Mendo fue tan enorme que se convirtió, con Fuenteovejuna de Lope, La vida es sueño de Calderón y Don Juan Tenorio de Zorrilla, en  la obra más representada en nuestro país. Oigamos a don Nuño decirle a su hija Magdalena:

NUÑO.– Modestia aparte. Sabes latín, un poco de cocina, / e igual puedes dorar una lubina / que discutir de ciencias y aún de arte. /Tu dote es colosal, cual mi fortuna, / y es tan alta tu cuna, / es nuestra estirpe de tan alta rama, / que esto grabé en mi torre de Porcuna: /«La cuna de los Manso de Jarama, /a fuerza de ser alta cual ninguna, / más que una cuna / dijérase que es cama.»


 

La película fue adaptada de la obra homónima de Muñoz Seca, dirigida e interpretada, como queda dicho, por Fernando Fernán Gómez tras pedir más tiempo para el rodaje siguiendo el plan de convertirla en una parodia del cine histórico. Eso, el color y los decorados falsos adrede, junto con las luchas de espadas llevadas a cabo por verdaderos ineptos en el arte de la esgrima, o la rica e hilarante versificación, entre otros ingredientes, lograron recoger en su mayor parte las características del astracán.  Estrenada la película en 1961, respeta fielmente el contenido de la pieza teatral de Muñoz Seca : Don Mendo, tras presenciar la boda de su amada con otro noble, es encarcelado injustamente. Sin embargo, huye de la prisión para buscar venganza. Se disfraza de juglar y, después de vivir divertidos lances, logra localizar y reunir a los causantes de su desgracia en el pasado, etcétera. El filme, 90 minutos de duración, en color, con fotografía de Aguayo y música de Rafael de Andrés, cuenta entre su reparto principal con los siguientes actores: Fernando Fernán Gómez, que interpreta el papel de don Mendo; Paloma Valdés, el de Magdalena; Joaquín Roa, el de don Nuño; Antonio Garisa, el del  rey Alfonso VII; Lina Canalejas, el de la reina Berenguela; Juanjo Menéndez, el de Don Pero, y María Luisa Ponte, el de doña Ramírez.  


Recordemos la escena de la torre en que don Mendo le dedica a su puñal esta décima curiosa:

“¡Puñal de puño de aluño!
¡Puñal de bruñido acero,
orgullo del puñalero,
que te forjó y te dio bruño!…
Puñal que en mi mano empuño,
en cuyos finos estríes
hay escritas con rubíes
dos frases a cual más bella:
"Si hay que luchar no te enfríes.
Si hay que matar…descabella.”

El teatro español de esta época que estamos tratando, la del primer tercio del siglo XX, cuenta con otros dramaturgos de la talla de los tratados hasta este momento. Y son los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches.


Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944), miembros de la RAE, crearon una obra teatral abundante inspirada en las costumbres andaluzas y escritas en un lenguaje esmerado y con diálogos muy ligeros y simpáticos, obra de la que destacamos los títulos siguientes: El patio, El genio alegre, La dicha ajena, Puebla de las mujeres o Malvaloca. Según Arranz, esta última obra, Malvaloca, tragicomedia estrenada en 1912, es el trabajo de los Quintero más veces adaptado al cine: en 1926,  1942 y 1954 (ya durante el cine mudo algunas de sus obras fueron filmadas tanto en España como fuera de nuestro país, como es el caso de La dicha ajena en 1918).


Malvaloca, obra teatral en la que se basó la película homónima, se estrenó en 1912 y cuyos actores fueron, entre otros, María Guerrero, Fernando Díaz de Mendoza, Emilio Thuillier, Conchita Ruiz, María Cancio y Luisa García. La pieza está distribuida en tres actos que transcurren respectivamente en un convento de monjas, asilo de ancianos; en una fundición donde se forjó una campana de ese monasterio, y en la casa del enamorado del personaje principal. Su historia, inspirada en una copla tradicional malagueña (“Meresía esta serrana/ que la fundieran de nuevo/ como funden las campanas.”) se puede resumir de la siguiente manera: Rosita, a la que todos llaman Malvaloca, es una mujer joven y bella, algo ligera que ha compartido su vida con bastantes hombres, circunstancia que le causa problemas constantes con la sociedad, el principal de todos es el rechazo sin paliativos de un país timorato y puritano como el nuestro de entonces. Hasta que la joven se enamora finalmente de Leonardo, colega de uno de sus amantes, que le corresponde apasionadamente. Pero pronto los dos enamorados descubren que su amor despierta la desconfianza y la antipatía de cuantos los rodean. 

Destacan en la obra, además del carácter moralizante que domina en ella, la espontaneidad y sinceridad de sus personajes que, con frecuencia, transmiten una visión  de la vida rayana en la ingenuidad. La gracia andaluza, sin embargo, también muy presente en la obra, es factor común que motiva la atracción del espectador. 

Leamos el momento (Primer acto) en que Malvaloca y Leonardo, los dos enamorados, se ven por primera vez:

“(Llega MALVALOCA. Se detiene un punto en medio del jardín mirando a todos lados, como quien duda adonde dirigirse, y al ver a Leonardo en el corredor vuela hacia él. Malvaloca es bella: su cara risueña y comunicativa; su cuerpo, gentil y ligero; su traza popular. Sus cabellos negros, rizados y cortos, parece que los sacude el aire, según se agitan a impulsos de la nerviosa actividad de la cabeza, llena de fantasías y disparates, que se mueve como la de un pájaro. Viste falda lisa de un solo color, blusa blanca, zapato de charol con hebilla, y mantoncillo de seda negro puesto a modo de chal. Trae ricos pendientes, sortijas y pulseras, que contrastan con la sencillez del vestido. Leonardo, al verla aparecer, se levanta un poco sorprendido. Barrabás se acerca a la hermana Carmen como para comentar la visita. Luego se aleja.)
Malvaloca. Buenos días.
Leonardo. Buenos días.
Malvaloca. ¿Este es el Asilo de las Hermanitas del Amor de Dios?
Leonardo. Este mismo.
Malvaloca. Grasias. Yo vi er postiguiyo abierto, y me entré; pero en mitá'er jardín temí haberme metío en otra parte.
Leonardo. Pues éste es el asilo.” Etcétera.


 

El filme Malvaloca, en blanco y negro y duración de 90 minutos, de argumento calcado de la obra homónima de los hermanos Álvarez Quintero, se estrenó en 1942 bajo la dirección de Luis Marquina (autor también de su guión), fotografía de Guillermo Goldelberger y música de Azagra. Y cuyos papeles principales corrieron a cargo de los actores Amparo Rivelles (Rosita) y Alfredo Mayo (Leonardo). El contenido de la cinta, una historia melodramática con final feliz, ambiente flamenco (canciones interpretadas por Gracia de Triana y bailes de Mercede Borrull) y andaluz (los patios, los requiebros a través de las cancelas, etcétera) y esa atmósfera romántica del sur “fueron aprovechadas por Luis Marquina, siguiendo el espíritu de la copla popular que inspira la trama de esta historia de redención de una mujer que por la noche ‘es de roca y por el día pan de flor”, como dice Arranz. Y continuando con el autor de Las cien mejores películas sobre obras literarias españolas, finalmente la película  “catapultó a la fama a sus protagonistas, en especial a Amparo Rivelles, que firmó con Cifesa un contrato por tres años (…). Claro está que contribuyó notablemente al éxito de taquilla el romance que Rivelles mantuvo con Alfredo Mayo durante el rodaje.” Acompañan a Rivelles y Mayo en el reparto Roista Yarza, en el papel de Juanela; Fernando Freyre de Andrade, en el de Jeromo; Miguel Pozanco, en el de Barrabás; Camino Garrigó, en el de Mariquita, y Pablo Hildalgo, en el de Nogales.

 


sábado, 17 de julio de 2021

VENTANAS ABIERTAS A LA ILUSIÓN (II)

 Seguimos abriendo nuevas ventanas a la ilusión pese a que el bien común de todos los ciudadanos está siendo duramente menospreciado por algunos que ejercen "su" libertad sin responsabilidad ninguna.

Si las anteriores se hicieron contando con tres RÉPLICAS de otras pinturas, hoy lo hacemos a través de 3 PINTURAS ORIGINALES.

Ya dije que pintar es para mí escribir poesía con formas, volúmenes y colores.

 


La primera pintura original la titulo VENTANA EN LA CALMA

Cuando realicé esta pintura tuve la suerte de sorprender a uno de nuestros gatos familiares más queridos en postura de meditación completa. Lo llamábamos Canela por el color que salpicaba partes de su cuerpo, orejas, costados y cola preferentemente. Normalmente filosofaba a todas horas o buscaba la presencia de algún miembro de la familia para frotar su cuerpo con nuetras piernas o sentir nuestras caricias sobre su encorvado lomo. Pero cuando oía pasos extraños acercarse a la puerta del piso, corría a esconderse detrás del sofá o en otros lugares de su preferencia, que desconocíamos. La cuestión es que cuando la visita se iba, Canela aparecía maullando tiernamente para anunciarnos que quería estar otra vez entre nosotros. Y un día encontró vacía la silla de anea con almohadón rojo en la galería y en ella se colocó como refleja la ventana de la pintura, en postura de meditación filosófica completa. Irradiaba la escena tanta calma que me vi obligado a eternizarla. Hoy echamos de menos todos esa silla especial y sobre todo a uno de nuestros gatos familiares más queridos. Hasta siempre, Canela. Que duermas tranquilo donde quiera que estés.



La segunda pintura la he titulado VENTANA EN LA ACCIÓN

Pinté este cuadro en blanco y negro aceptando la dificultad que entraña captar la esencia de la figura humana en plena acción, encarnada en este caso por una abuela sumida en una faena tan entrañablemente casera como es la de usar el mortero para aderezar la comida familiar. Por ello intenté destacar el gesto concentrado del rostro y las manos de la anciana. Cada vez que veo esta escena del pasado asomando a esta ventana recuerdo imágenes reales de mi infancia y adolescencia relacionadas con las amas de casa de entonces, modelos de entrega, cariño y generosidad.


El título del tercer cuadro es VENTANA DE LA COCINA

Realicé esta pintura (una de las primeras veces que empleé blanco de esmalte) pensando de buenas a primeras en satisfacer el deseo de una persona muy especial para mí, que quería tener colgada en la casa un bodegón con elementos relacionados con la cocina, y a la vez hacer un homenaje a la gastronomía sencilla y natural de siempre, la de la sopera, las tazas, las patatas y las cebollas, tan arraigadas en nuestras costumbres culinarias. Versos necesarios para componer el poema alimenticio del ser humano. Versos de salud familiar, alegría hogareña, formas sugestivas, volúmenes esperanzadores, colores significativos. Poema de vida, degustación y compañía en medio de esta pandemia que forma parte ya de nuestro contexto existencial.

sábado, 10 de julio de 2021

VENTANAS ABIERTAS A LA ILUSIÓN (I)

 En esta pandemia que no acaba de darnos disgustos y desalientos es todavía posible abrir ventanas a la ilusión de que un día se depeje este aire infectado que, por otra parte, la irresponsabilidad de algunos ciudadanos alimentan. Ventanas abiertas a la ilusión y la esperanza son, colectivamente hablando, la libertad responsable de la ciudadanía y la búsqueda del bien común por parte de todos. Pero también se pueden abrir ventanas a la ilusión y la esperanza de modo íntimo y personal. Una es la poesía y otra la pintura. En este blog ya se ha tratado en otros momentos de ambas actividades creativas, 

Hoy insisto en la segunda. Pintar es para mí escribir poesía con formas, volúmenes y colores. 

Y aquí incluyo tres pinturas que yo llamo RÉPLICAS, para evitar confusiones. Y enseguida se verá por qué.

La primera es una copia de Cezanne, que yo he titulado VENTANA EN AZUL

Cuando pinté este cuadro pensaba que la vida en líneas esenciales es una ventana generosa que ofrece, junto a la belleza propia del arte, la tranquilidad y el orden de la vida hogareña.


 
La segunda es una copia de Feininger, que yo he titulado VENTANA ROJA

Realicé esta pintura sabiendo que la dificultad que entraña captar la esencia de la figura humana en medio del silencio abrumador de la ciudad que la envuelve, ayuda a comprender el coraje que se necesita para salir airoso del combate humano que todos libramos diariamente.


La tercera pintura es una copia de Renoir que yo he titulado VENTANA EN  BLANCO Y NEGRO

Pinté este cuadro pensando en hacer un silencioso pero gozoso homenaje a la lectura. El acto de leer sólo es comparable a la ilusión de ver nuestros sueños más inalcanzables hechos realidad. Con la lectura se viaja espiritualmente sin hacer el menor movimiento al lugar más alejado del mundo cotidiano en que el lector y la lectora viven físicamente.

sábado, 3 de julio de 2021

ENTRE AVA Y MINERVA (II)

 

      


Continúo con los apuntes diarios, en verso y prosa, que inicié hace un par de semanas.


 


Hoy, primer día de la semana, he vuelto a reencontrarme con la naturaleza en la bici, y nosotros dos con el mar y sus pequeños placeres en la playa, casi solos hasta la hora de volvernos al piso. Con cormoranes como compañeros de natación, paseos por la orilla, tomas de sol y de brisa (más, de esta última debido a las nubes que tapaban de vez en cuando el cielo) y lectura de las plantas mágicas con vistas a continuar con los Microrrelatos brujeriles. Un ejemplo:

Un sapo irritado

Una bruja vieja a la que su vecina suya, una joven y hermosa bruja que nunca la invitaba a ir al aquelarre con ella, decidió vengarse acudiendo al sabbat por su cuenta para decirle al gran Cabrón que algunos domingos la joven bruja iba a misa para aparentar que era una vecina corriente. Y como recordaba que una vez la había oído decir a través del tabique de la casa a alguien que quería acudir al aquelarre con qué ungüento debía untarse las palmas de las manos y las plantas de los pies para poder volar a él, bajó a la orilla del río a buscar entre las piedras un sapo. Pronto encontró un ejemplar enorme que metió en el bolso del mandil y se lo llevó a casa. Allí se pasó el resto de la noche y el día siguiente intentando irritar de mil maneras al pobre animal para que soltara el líquido del ungüento, y en una de las maniobras de la vieja el sapo se le escapó de las manos y cayó al suelo de la cocina, con tan mala suerte que se reventó, soltando un líquido viscoso sobre las baldosas.

 

“La nada tiene prisa”, escribió una vez Salinas,

Y ahora más que nunca se está cumpliendo ese aserto.

Y lo malo es que en esa prisa por seguir siendo nada

La nada acabará con todo,

Desde la luz familiar que hubo una vez alumbrando las casas

Hasta esta paz que nos da el mar un día de junio

En un lugar de esta España,

que también, al paso que va,  acabará desapareciendo.

 

 


Hoy se despide junio, y en la playa nos hemos dado el último baño del mes. Apenas nos ha visitado el sol y nos ha bastado con bañarnos una vez. Me he bajado para leer a ratos Leyendas, cuentos y romances de Sanabria, de Luis Cortés Vázquez (1924-1990), autor también de Mi libro de Zamora, que leí con sumo interés tras regalármelo Luis González, condiscípulo mío en el Instituto y dueño de la librería donde dejé en depósito mi poemario En el cristal del tiempo, en uno de mis retornos en el siglo pasado a la ciudad del alma. Volviendo a las Leyendas, me he detenido más que en otros puntos, en los que se refiere a la Leyenda del Lago (el de Sanabria), cinco puntos en el grupo dedicado a los “Textos recogidos en el área lingüística leonesa” y dos más en los “Textos recogidos en el área lingüística gallega”. Reuniendo datos de unos y otros y del comentario del autor al final del libro a La leyenda del Lago de Sanabria, he intentado reconstruir a mi manera la leyenda del lago de Sanabria, lugar y leyenda por los que siempre he sentido ferviente devoción desde que el verano de 1979 pasamos unas vacaciones en Galende , en un hostal que se hallaba a dos pasos del famoso lago.

La leyenda del lago de Sanabria

Antiguamente en una aldea llamada Villaverde de Lucerna apareció un día un pobre pidiendo limosna o algo de comer, y en cuantas casas llamó otras tantas le despidieron sin atenderle. Hasta que cansado y hambriento llegó a las puertas de un horno que estaba en lo más alto del pueblo, y el dueño, compadecido, metió en el horno un poco de masa para  dárselo una vez cocida, pero creció tanto que el pan resultante no lo pudo sacar entero; así que lo partió en pedazos y le dio al pobre uno de ellos. El mendigo le dio las gracias y luego le dijo que cogiera a toda su familia y saliera con ella del pueblo porque pensaba castigarlo por su falta de caridad hundiéndolo en un lago, del que sólo sobresaldría el montecito del horno. Los dueños le hicieron caso y entonces el peregrino golpeó la tierra con su cayado mientras decía: “Donde toca mi bastón, que brote un gran borbotón.” Y todo alrededor se llenó de agua, dejando sólo en el medio el islote que sigue hoy en el lago. Y añade la leyenda que las campanas de la iglesia sumergida aún suenan todos los años por San Juan y sus tañidos pueden oírlo sólo los que están en gracia de Dios.

 


 El ciclista solitario

Por la mañana en la bici

Despierta el camino blanco

Que pasa junto al estanque

Donde dibujan los patos

Su reflejo en el cristal

Roto por los galápagos.

Después deja atrás los pinos

En su pinar recatados

Donde las tórtolas cantan

Sus himnos enamorados.

Arriba la riera sigue

Con hilos de agua llevando

Mientras la masía humea

Entre cipreses, abajo.

 

 

Está sembrado de tiempo

El ciclista solitario:

sus ojos tienen el brillo

del recuerdo del pasado

y sus manos las arrugas

que le regaló el andamio.

Ya no piensa mucho en ello

Porque nada añade al canto

Presente que cada día

Siembra en la luz de su campo.