LOS LACAYOS LADRONES
PERSONAJES
(Por orden de aparición):
DALAGÓN: noble y amo de los siguientes.
PANCORBO: criado algo simple.
PERIQUILLO: paje del primero.
PEYRATÓN: gascón al servicio también del primero.
GUILLERMILLO: paje.
La acción transcurre en la casa de DALAGÓN, noble señor, una
mañana de Navidad. En la escena se verá un despacho con un
escritorio, sillas y algún mueble más de época. Una puerta a la
izquierda. Nada más alzarse el telón aparecerán en escena DALAGÓN
y PANCORBO.
Primera Escena
DALAGÓN. (Que tiene cogido de la oreja a PANCORBO.) ¡Que sea verdad
esto!
PANCORBO. (Con voz lastimera.) Sí, sí, pienso que será verdad,
pues usted lo dice. (Soltándose.) ¡Pero déjeme, por su vida!
DALAGÓN. O sea, que es verdad.
PANCORBO. ¿Qué, señor?
DALAGÓN. Que tú te has comido la libra de turrón de Alicante que
estaba encima de este escritorio.
PANCORBO. Eso no.
DALAGÓN. ¿Quieres decir que miento?
PANCORBO. Yo no digo que usted miente, sino que no es verdad.
DALAGÓN. (Cogiéndole otra vez de la oreja.) ¿Qué no? Espera un
poco.
PANCORBO. Déjeme, señor. Que yo le diré quién se comió el
turrón.
DALAGÓN. (Soltándole.) Veamos. ¿Quién lo hizo?
PANCORBO. Usted tiene que saber que yo no lo hice; que yo… que él…
¿cómo se llama? Él… ¿cómo se dice? (Agarra a su amo de la
ropa.) Desvíese un poco de la puerta, señor, para que no nos oiga
nadie. (Baja la voz.) Fue Periquillo quien se comió el turrón,
señor.
DALAGÓN. Cuidado con lo que dices.
PANCORBO. Estoy seguro, señor. Porque Periquillo es un gran
devorador de turrones. Muchacho que se los come sin pan delo a la
gracia de Dios.
DALAGÓN. (Se acerca a la puerta y vocea.) ¡Periquillo! (Pausa.)
¡Periquillo!
Segunda Escena
PERIQUILLO. (Asomando por la puerta.) ¿Quién me llama?
PANCORBO. Acércate, Periquillo, que el señor quiere hablar contigo
en secreto.
PERIQUILLO. (Acercándose al amo con miedo.) ¿Qué manda, señor?
DALAGÓN. (Le da unos caponcillos en la cabeza.) ¿Que qué mando?
¡Toma, goloso, más que goloso, granuja! ¡Toma!
PERIQUILLO. (Con voz quejosa.) Pero, señor, ¿por qué me pega?
DALAGÓN. (Dándole nuevos caponcillos.) Llévate esto mientras lo
averiguas.
PERIQUILLO. (Sin dejar de quejarse.) Pero, señor, ¿es que no me va
a decir por qué me pega?
DALAGÓN. Porque te comiste…
PANCORBO. Sí, por eso, porque te tragaste…
DALAGÓN. (A PANCORBO.) ¡Calla tú! (A PERIQUILLO.) Porque te
comiste la libra de turrón que había encima de ese escritorio.
PERIQUILLO. (Molesto.) ¿Quién lo dice?
DALAGÓN. (Señalando a PANCORBO.) Éste.
PERIQUILLO. (A PANCORBO.) ¿Tú lo dices?
PANCORBO. Yo lo dije. (Volviéndose a DALAGÓN.) Pero no creo, señor,
que fuera Periquillo. Porque es honrado. Me he equivocado, señor.
¡Oh, pecador de mí, que en vez de decir Peyratón dije Periquillo.
PERIQUILLO. En fin, que tu equivocación tenía que caer sobre mi
cabeza (Se señala el sitio donde DALAGÓN le ha dado los
caponcillos.).
PANCORBO. Calla, hermanico, ten paciencia, que algún día pagaré
quizás por ti.
DALAGÓN. (A PANCORBO.) Anda, zascandil, llama a Peyratón.
PANCORBO. (Se acerca a la puerta y vocea.) ¡Peyratón! ¡Peyratón!
VOZ DE PEYRATÓN. (Desde dentro.) ¿Qué quieres? ¡Aguarda un
momento!
PANCORBO. (A DALAGÓN.) Creo, señor, que se está comiendo el
turrón. Llámelo usted.
Tercera Escena
PEYRATÓN. (Entrando.) ¿Qué mandáis, señor? Dios os dé salud.
(Recibe de su amo unos cuantos caponcillos en la cabeza.) ¡Clavus de
Cristu! ¿Por qué me pegáis, señor? ¿Qué vus debu?
PANCORBO. (Riendo.) Déle, déle, señor; no pare; adelante,
adelante. Déle otro por mí, que bien se lo merece.
PEYRATÓN. (Con voz de queja.) ¿Quiere decirme, señor, por qué me
sacude el cabezu?
DALAGÓN. Porque te has comido el turrón de Alicante que había
encima de ese escritorio.
PEYRATÓN. ¡Jesús, Jesús! ¿Yo comidu el turrión?
DALAGÓN. Sí, tú, el turrón.
PEYRATÓN. ¿Y quién se lo ha dicho?
PANCORBO. Yo sé quién te ha visto.
PEYRATÓN. ¡Por los clavus de Cristu que miente quien lu ha dichu.
PANCORBO. (A su amo.) No, no creo que haya sido él, señor, pues lo
jura con tanta pasión. (A PEYRATÓN.) Perdona Peyratón.
PEYRATÓN. ¿Ahora me dices eso, persona chocarrera? ¿Después de
haber cobrado? (Se palpa la cabeza.)
PANCORBO. ¿De eso te enojas? Deberías estar contento.
PEYRATÓN. ¿Y por qué voy a estar contentu?
PANCORBO. Porque así tendrás anticipado el recibo para cuando al
amo le debas alguna cosa.
PEYRATÓN. (Enzarzándose con PANCORBO.) Coge tú el recibu y súfrelu
en tu cabezu, ¡tronchu de col, rabu de lechuga!
DALAGÓN. (Enfadado.) Acabemos de una vez. (A PANCORBO.) A ver tú,
si dices que ninguno de estos dos pillastres se ha comido el turrón,
sepamos entonces quién los hizo. O sale el turrón o te lo saco a ti
de las costillas, zascandil. (Se pone a sacudirle.)
PANCORBO. (Protegiéndose con las manos.) No me castigue, señor, que
yo se lo diré todo punto por punto. Espere unos segundos. (Se acerca
a PEYRATÓN zalamero.) Peyratón.
PEYRATÓN. ¿Qué quieres ahora?
PANCORBO. ¿No te parece que el turrón se lo comió Guillermillo?
PEYRATÓN. ¿Gallamillu? ¿El que me comió la butifarra con pan?
PANCORBO. Ese mismo.
PEYRATÓN. Tú dices la verdad. Ése se comió el turrión.
PANCORBO. (A su amo.) Ya ve, señor, cómo Peyratón dice que vio a
Guillermillo comerse el turrón.
PEYRATÓN. Sí, Gallamillu.
DALAGÓN. (A PANCORBO.) Llámale.
PANCORBO. (Se acerca a la puerta y vocea.) ¡Guillermillo!
PAYRATÓN. (Hace lo mismo.) ¡Gallamillu!
Cuarta Escena
GUILLERMILLO. (Entrando.) ¿Qué voces son esas? (Repara en DALAGÓN.)
¿Qué quiere, señor?
DALAGÓN. (Cogiéndole de las orejas.) Lo que quiero es esto. ¡Toma,
granuja!
GUILLERMILLO. (Quejándose.) ¡Ay, ay, señor, por amor de Dios!
PANCORBO. (Riendo.) Déle, déle, señor; no pare pues por amor de
Dios se lo pide.
PEYRATÓN. (Riendo.) Tírele, señor, más, más. (A GUILLERMILLO.)
Agora pagarás el turrión y la butifarra de una sola vez.
GUILLERMILLO. Pero, señor, ¿por qué me castiga?
DALAGÓN. ¿Por qué, cara sin vergüenza?
PANCORBO. Ya lo sabrás, vergüenza sin cara.
DALAGÓN. No se te puede confiar ninguna cosa de comer.
GUILLERMILLO. ¿Qué cosa, señor?
DALAGÓN. ¿Qué cosa? Dime, desvergonzado, el turrón de Alicante
que estaba encima de ese escritorio, ¿dónde está ahora?
GUILLERMILLO. ¿El turrón? ¡Pero si usted me lo pidió para
guardarlo con su propia mano en el interior del escritorio!
DALAGÓN. (Con cara de asombro.) ¡Por vida mía que dices verdad!
¿Habéis visto qué gran descuido ha sido el mío?
GUILLERMILLO. (Enfadado.) ¿Y le parece bien haberme castigado sin
culpa?
PANCORBO. (Lo mismo.) ¿Y a mí alargarme las orejas del modo como
lo ha hecho?
PERIQUILLO. (Lo mismo.) ¿Y a mí golpearme la cabeza?
PEYRATÓN. (Lo mismo.) ¿Y a mí?
DALAGÓN. (Con gestos de poner calma.) Un momento. Para arreglar la
queja que tenéis de mí, ¿no os gustaría repartiros el turrón,
causa de todos los males, en cuatro partes?
PANCORBO. Estamos quejosos, sí. Y en cuanto a la partición del
turrón, aguarde un tantico. (A los otros tres.) Muchachos, a
consulta. (Se apartan los cuatro.) Tú, Periquillo, ¿quieres turrón?
PERIQUILLO. ¿Yo?, ¡ni verlo!
PANCORBO. ¿Y tú, Guillermillo?
GUILLERMILLO. ¿Yo?, ¡ni probarlo!
PANCORBO. ¿Y tú, Peyratón?
PEYRATÓN. ¿Yo? ¡Tirarlo al corral!
PANCORBO. ¿Queréis que nos desquitemos los cuatro del castigo?
LOS CUATRO. (A una.) Sí.
PANCORBO. (A PERIQUILLO.) ¿No le devolverás tu parte al señor?
PERIQUILLO. Pues claro.
PANCORBO. Pues aguardad. (Se acerca a DALAGÓN.) Señor.
DALAGÓN. (Con temor.) ¿Qué quieres?
(Los otros tres se acercan también a DALAGÓN.)
PANCORBO. Ya nos hemos puesto de acuerdo.
DALAGÓN. ¿Y es?
PEYRATÓN. (Golpeando a su amo.) Señor, esto es lo acordado. Un
golpe y otro golpe. ¿No quería el turrón?
DALAGÓN. (Abriéndose paso para escapar.) ¡Paso, paso!
PANCORBO. (Poniéndose delante para evitarle la huida.) ¿Pasa usted?
Pues yo envido (Le golpea.)
GUILLERMILLO. Y yo lo que puedo (Le golpea.)
PERIQUILLO. Y yo lo que alcanzo (Le golpea.)
FIN