sábado, 30 de abril de 2011

Memorias de un jubilado

Otra vez la poesía


Lo habré dicho setecientas veces. Siempre he mostrado inclinación insobornable por la poesía. La poesía de la naturaleza, la de ahí fuera, la que late impregnada de belleza y emoción en torno nuestro; y la poesía de la expresión, la de los poetas, la que aparece deslumbradora en los poemas y en ciertas prosas tocadas por el ángel de la eufonía y el arte. Desde mi más tierna infancia me quedaba embobado ante el aullar del viento, la caída sostenida de la nieve o la melancolía de lluvia entrevista a través de los cristales empañados de una ventana. El canto de un pájaro oculto, el brillo del agua en las azudas del Duero, el movimiento de los juncos o el silencio repentino en ciertos momentos del soto eranm motivos de mi estremecimiento. Después llegó el descubrimiento de los poetas, de los poemas que hablaban de esos mismas impresiones de la naturaleza, de su expresión lingüística llena de belleza, música y emoción y de mi propio deseo de plasmar cuanto sentía en la contemplación de todas esas manifestaciones externas. No hablaré otra vez aquí de los primeros intentos, de los borradores, de los cuadernos que llenaba de versos a imitación de mi poeta favorito Gustavo Adolfo Bécquer. Y el salto a la insensata publicación de mis propios libros. ¡Qué barbaridad! Lo que hay que corregir, lo que hay que desechar. Pero para bien o para mal ahí siguen. Y hasta aquí hemos llegado entre presentaciones, lecturas públicas, reconocimientos, deliberaciones de jurado... Ayer tan sólo decidimos los que formamos el jurado del Premio de Poesía Viernes Culturales el libro ganador de la convocatoria de este año (veintiocho años ya de vida lleva este premio que fundé en compañía de dos poetas de Cerdanyola hoy desparecidos, Matea, Carreta), premio y jurado que han sufrido cambios y renovaciones (agradecimientos inmensos a Dora, Encarna y Miquel, entre otros compañeros y amigos de la poesía). Por supuesto que no voy a decir aquí el título del libro ganador (ya se hará en acto oficial el próximo 5 de mayo en Can Ortadó).

Lo que quiero destacar hoy es la labor de crear la misma poesía. En el trabajo duro y solitario de la creación po´´etica, los hallazgos verbales y las revelaciones líricas (musicales, léxicas y emotivas) siempre he creído que son como una luz especial que viene en nuestra ayuda para hacernos menos agobiante la tarea y alumbrarnos a ráfagas parte del misterio que contiene el mundo que nos rodea.



Tal vez por eso siempre he visto en el mito de Hero y leandro una metáfora de la poesía. El enamorado Leandro (el poeta) acude cada noche a reunirse con su amada Hero (la poesía) valiéndose de la luz que ella enciende sólo para él. Si no hay luz, el poeta se siente incapaz de llegar a la orilla oscura donde aguarda la poesía.


Muchos han sido los poetas, nacionales y extranjeros, que han tomado la luz como motivo de propia poesía. Uno de nuestros más grandes poetas, San Juan de la Cruz, se guiaba por la luz que en su corazón ardía. Mi paisano Claudio Rodríguez afirmaba que "siempre la claridad viene del cielo y es un don que no se halla entre las cosas sino muy por encima, y las ocupa haciendo de ello vida y labor propias. Y no olvidemos a Antonio Machado, cuyo corazón esperaba, como el olmo herido por el rayo, "también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera."




La poesía es luz y primavera para todos los corazones que la leen o la escriben con amor.

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