Ayer cerró la última página de su novela personal a punto de cumplir cien años el autor de obras como El túnel, Sobre héroes y tumbas o El escritor y sus fantasmas, entre otras.
En esta última se pregunta "¿qué oscuras motivaciones llevan a un hombre a escribir seria y hasta angustiosamente sobre seres y episodios que no pertenecen al mundo de la realidad, y que, por curioso mecanismo, sin embargo, parecen dar el más auténtico testimonio de la realidad contemporánea?"
Ernesto Sábato, que recibió en 1984 el premio Cervantes, afirma que la literatura es "una forma de examinar la condición humana", y la novela, "un análisis de sentimientos, registro de vicisitudes sociales o políticas." Y en cuanto al creador, "tiene que tener una obsesión fanática, nada debe anteponerse a su creación, debe sacrificar cualquier cosa a ella.
Y lo cumplió.
Y lo cumplió.
Así comienza una de sus mejores novelas (por lo menos para mí), El túnel (1948):
"Bastará decir que soy Juan pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.
Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que --felizmente--la gente las echa en el olvido."
Nosostros no te echaremos en el olvido, Sábato, ni aquellas tus sapientes palabras, extraídas también del túnel de tu primera novela:
"El presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza."
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