viernes, 15 de abril de 2011

Versos de antaño

BALADA DEL ERMITAÑO Y EL CAMINANTE (1)


Se trata de una adaptación libre que hice del poema que incluye O. Goldsmith en el Cap. VIII de su novela El vicario de Wakefield cuando volví a leerlo después de mucho tiempo de la primera vez.




--Llevadme, buen ermitaño,

Por mi senda solitaria

Hacia el lugar más tranquilo

De la más alta montaña.

Voy de un sitio para otro,

Son inciertas mis pisadas

Y el camino es tan agreste

Que no encuentro la llegada.


El ermitaño le dice:

--Cuidado con los fantasmas

Que vagan entre las sombras

Para llevarte a sus trampas.

Al caminante perdido

Alojo siempre en mi casa.

Tengo poco para darle,

Mas lo doy de buena gana.

Come todo lo que quieras,

Luego te daré una cama

Para que pases la noche

Hasta que amanezca el alba.

Con el ganado del campo

Nunca empleo mi navaja.

Dios tiene piedad de mí

Y yo aprendí bien a usarla.

Busco inocentes manjares

Por esta fértil montaña;

Sus aguas me dan las fuentes;

Hierbas y frutos me bastan.

Quédate aquí, caminante,

Y no te apures por nada;

Pocas cosas necesitas

Y el tiempo rápido pasa.


Es la voz del ermitaño

Como el cielo sosegada,

Y el sencillo caminante

Alegre cruza la entrada.

Solitaria entre la fronda,

Se levanta la cabaña,

Abierta para el mendigo,

Para el cansado posada.

En su interior no hay riquezas,

La guardia no es necesaria:

Una puerta sin cerrojos

A los dos abre la casa.

Es ya la hora prevista

Del descanso en la jornada.

El ermitaño hace fuego

En un rincón de la estancia

Y al caminante le ofrece

Sus frutas y otras viandas

Mientras le cuenta leyendas

Para acortar la velada.

Como amables compañeros,

Un gato a su lado salta,

Un grillo canta y el fuego

Crepita ardiendo en cien llamas.


Sin embargo, al caminante

No puede animarle nada:

Muy grande ha de ser la pena

Que le hace saltar las lágrimas.

Compasivo, el ermitaño

Le invita a que le abra el alma

Y le dice: --¿Qué motivo

Te causa tanta desgracia?

Por un azar engañoso

¿perdiste fortuna y casa?

¿Te hizo mal algún amigo?

¿Te olvidó quizás tu amada?

¡Ay, los goces del dinero

Son malos y pronto acaban

Y los que a ellos se entregan

Acaban perdiendo el alma.

La amistad es traicionera:

No es más que una gris palabra

Que se acerca en tiempos buenos

Y en las tormentas se aparta.

¿Y el amor? Palabra hueca,

Juguete de las malvadas.

Sólo se encuentra en el mundo

En los nidos de las ramas.

Joven, olvida tus penas

Y a las mujeres. La cara

Del caminante, de pronto,

Se enciende como la grana.

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