Hoy se hará entrega del prestigioso premio literario a una de las escritoras vivas con más y mejor trayectoria literaria. Ana María Matute (Barcelona, 1926) se dio a conocer al publicar varios cuentos en el semanario Destino, una verdadera promesa que se hizo realidad al clasificarse con muy alta nota en el Premio Nadal de 1947 con Los Abel cuando sólo contaba diecinueve años de edad, y diez años más tarde al conseguir dicho galardón con Primera memoria, una de las novelas que más me gustan de Ana María Matute. Y en medio, en 1954) logró el otro gran premio de narrativa española, el Planeta, con Pequeño teatro. En su larga vida como escritora no ha dejado de recibir distinciones y reconocimientos. Y ahora, como colofón a su entrega a la escritura bella recibe el más grande de todos, el Cervantes. Felicitaciones sinceras. Se lo merece esta gran conocedora del mundo de los niños (ella misma siempre se ha considerado una niña que crece inexorablemente) y poseedora de un lenguaje que linda con la poesía. La ternura y la belleza de su lenguaje siempre será recordado por quienes la leemos sin condiciones. Aún recuerdo cuando en su casa me regaló un montón de volúmenes suyos y me firmó con lágrimas en los ojos Los niños tontos. Tengo delante el libro y su firma inconfundible formada de líneas verticales (la N y las M) y cruces (las T). Su amistad desinteresada siempre irá conmigo, como su amor por los niños alegres en un mundo triste.
Una muestra de su estilo
"El hijo de la lavandera
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