sábado, 2 de abril de 2011

Versos de antaño

2. Pertenecientes a Cangilones de vida (concretamente a la novela que da parte del título al libro) son los tres siguientes poemas, escritos ficticiamente por el Alacrán, protagonista de la misma, y que aparecen en el libro ya citado y publicado en 2011 en Bubok Hacia la luz:





LUGARES



Ando por esta senda que tú y yo recorrimos tantas veces. La casa de tus padres vestida por la yedra, el rincón sombreado de la fuente, el molino, tan vivo en otro tiempo, ahora muerto, en ruinas sus paredes y alejado del río. Es este el sitio de nuestras citas, este donde yo te esperaba ilusionado. La arboleda ahí enfrente estaba con sus olmos y los silbos de las oropéndolas. Y al verte, todo se iba, todo se callaba: sólo quedábamos tú y yo y la solemne promesa de no dejarnos nunca. Mas todo ahora ha cambiado de repente, soledad y abandono, hormigas, rotas botellas por el suelo en vez del césped sano que sostenía nuestros cuerpos. Ando por esta senda y me parece que ando acompañado de los fantasmas de ayer camino de la muerte.





PÁJAROS



Estos pájaros que oigo en la vieja senda del río ya no serán aquellos cuyos cantos y vuelos te llevaste contigo. Sin embargo, suenan y vuelan como aquellos otros, repetidos, como si un dios sin alma quisiera mantenerlos vivos. Y si es así, ¿por qué a ti no te trae para verte conmigo y me coges la mano y me llevas contigo? Porque desde que tú te fuiste, cada tarde que llego a nuestro sitio, tengo miedo de volverme loco y tu imagen se pierda en el olvido. Que canten y vuelen estos pájaros. De nuestro vivo amor serán testigos.





RÍO



Ya no hay plata en los álamos ni pájaros cantores en sus ramas: el invierno rabioso llovió salvajemente sus mil aguas y todo lo inundó: sus manos locas revolvieron las cosas que en el alma persistían eternas: la arboleda, el molino, la fuente, la cabaña que entre los dos tejimos para amarnos, la senda feliz que allí llevaba... Y ahora todo está muerto y sin futuro bajo esta agua alocada. Y miro al cielo de luto y a esas nubes que se posan sobre la blanca tapia que rodean la tierra oscura y fría bajo la cual descansas. Y despierto y aliviado respiro porque sigues, amada, durmiendo junto a mí, hermosa más que nunca en nuestra cama.


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