miércoles, 18 de noviembre de 2009

FOTOGRAFÍAS QUE HABLAN SOLAS

4.



En el Parque de la Florida, pulmón inexcusable de la zona del Parlamento Vasco, la Catedral Neogótica y las confluencias en la Plaza de Lovaina de las calles Luis Heintz y Magdalena, entre otras, encuentra el caminante un lugar donde reposar y recrear los ojos. En un lugar privilegiado del parque, muy cerca de la Casa de Cultura que lleva su nombre, se alza la estatua del escritor vitoriano Ignacio Aldecoa. Con un libro en las manos y un pie adelantado, mirando hacia el paseo, parece invitar a la tarea silenciosa y enriquecedora de la lectura. El verde del césped es la esperanza y el futuro de la vida que vive a su alrededor, y el dorar de las hojas de los árboles vecinos, el tiempo de las cosas que pasan y se van para ceder el sitio a otras. Como la existencia terrenal del novelista, que ha dado lugar sin transiciones obligadas y mucho menos políticas, como cabría esperar, a la otra vida espiritual de sus obras, que permanecerán vivas para siempre.

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