lunes, 23 de noviembre de 2009

DELIBES, UN ESCRITOR PARA LEER EN FAMILIA

3. Los diarios


Pero es en Diario de un cazador, novela que le valió el Premio Nacional de Literatura en 1955, donde el autor vuelve al lenguaje directo y jugoso que lo caracteriza. Miguel Delibes, hombre de campo y caza (él mismo en más de una ocasión se ha definido como “un cazador que escribe”), da testimonio en esta novela, que adopta la técnica y el estilo de un diario, como reza ya su título, la vida que él mismo vive y presencia. Cuesta trabajo creer que Lorenzo, el protagonista, que es un bedel de Instituto, reúna sus experiencias vitales y venatorias en un diario, pero el mundo de ficción es así y así hay que aceptarlo. El tema, como puede deducirse por el título, es el de la caza y el lenguaje el de un idioma sencillo y rico en expresiones populares. Por ello hay en el libro verdad humana y preocupaciones humildes y cotidianas, testimonios directos e inmediatos, costumbres bien vivas, etcétera. Estamos de acuerdo con Umbral cuando afirma que Delibes aporta en esta obra a la novela española de su tiempo una nota muy importante: “ la verdad desnuda y única del español medio y el lenguaje pobre y sorprendente de ese español”. Ya queda dicho que la lengua empleada está plena de vulgarismos y ruralismos, siempre acordes con el sentimiento y la verdad exigidos por la narración. En cuanto a la humanidad aludida más arriba, está suficientemente representada por Lorenzo, el cazador protagonista de la novela, pero también por sus amigos (sobre todo, el Mele) o la novia del propio cazador.
En conclusión, Diario de un cazador es la novela, en forma de diario, de la caza, por otra parte tema obsesivo presente no sólo en sus libros sobre el arte cinegético (casi una docena de títulos), sino también en otras novelas importantes y en no pocas narraciones cortas (de unos y otras hablaremos en su correspondiente apartado. Finalmente, el amante de la soledad deleitosa del campo, de la vida natural y esforzada de la caza, así como del jugoso idioma castellano rural, pasará sin duda momentos inolvidables leyendo esta novela diario que ya cuenta con más de una docena de reediciones.


El mismo protagonista, es decir, Lorenzo, el cazador y bedel de Instituto, aparece en Diario de un emigrante, obra que apareció en 1958. Lorenzo, después de casarse con Anita, emigra a Chile. (Recordemos de pasada que Delibes recorrió varios países del Norte y Sur de América mientras dictaba conferencias e impartía clases, y que fruto de esos viajes y experiencias es, entre otros, este libro que nos ocupa y diversos libros de viajes, como Por esos mundos o USA y yo, por citar dos de ellos.) En las primeras páginas de Diario de un emigrante nos encontramos ya con la jerga propia de Lorenzo, teñida aquí y allá de multitud de americanismos, como no podía ser de otro modo.
Ya se dijo que Delibes prefiere no mostrarse intelectual en sus novelas. Pues bien, mucho menos en los Diarios, donde las explicaciones del escritor narrador son muchas de ellas proverbiales, como muy bien asegura Ramón Buckley. O lo que es lo mismo, Delibes explica un hecho cotidiano refiriéndolo a otro con valor simbólico tradicional (lo que llamamos refrán o proverbio). Por ejemplo, cuando Lorenzo, el emigrante, expresa su nostalgia de España y su desengaño de América, lo hace del siguiente modo: “A estas alturas en ningún sitio atan los perros con longanizas (menos en América)”. Y en otra parte: “Te pones a ver y el hombre no es más que un animal de costumbres, que no se diferencia de la perdiz en nada.”
Aunque de tono menor que el Diario de un cazador, el Diario de un emigrante también hará pasar momentos muy agradables al lector.

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