miércoles, 21 de octubre de 2009

DE VISTA, DE OÍDAS, DE LEÍDAS

La nochevieja de Montalbano



Ya he dejado constancia en otro lugar de mi admiración por el novelista italiano Andrea Camilleri (Porto Empedocle, 1925) y no voy a insistir en ello. Ahora sólo quiero hablar de un libro que en estos días ha caído en mis manos de la forma más casual. Resulta que a un hermano mío le encantan las novelas policiacas de Camilleri protagonizadas por el comisario Salvo Montalbano (El perro de terracota, La voz del violín, El olor de la noche, Un giro decisivo o La paciencia de la araña, entre otras) y el otro día durante una reunión familiar me prestó el libro que da título a este trabajito de hoy. Debo decir antes que nada que La nochevieja de Montalbano no es un solo relato, sino un conjunto de ellos entre los cuales figura el que da nombre al volumen. El libro me ha ofrecido la oportunidad de conocer mejor la capacidad de síntesis del autor, que es capaz de encerrar en siete u ocho hojas una apasionante historia de robos o asesinatos con su correspondiente investigación y solución final, su afición por la buena comida, reflejada en su alter ego el comisario Montalbano y el marco físico y personal en que éste desenvuelve su trabajo. Y así, en las páginas del libro late en toda su intensidad la vida de Vigáta, población siciliana en que se ubica la comisaría de Montalbano y tienen lugar los casos que le ocupan, junto con otras localidades de la isla, como Marinella, donde vive el propio Montalbano, Laigueglia, Villaseta, Palermo, Montelusa, etcétera, pero también otras de la península, como Boccadasse-Génova o la misma Ciudad Eterna, aunque es preferentemente en la isla donde se desarrollan los casos que resuelve Montalbano con la ayuda de sus subordinados Catarella, Fazio, Gallo, Galluzzo o el sucomisario Augello, que toma las riendas de la comisaría cuando el jefe está fuera. Pero también hay otros personajes que alegran la vida múltiple de Montalbano, en especial la vida gastronómica, que corre a cargo de su asistenta Adelina, que le sabe preparar como nadie los arancini, unas deliciosas albóndigas de arroz, ternera y cerdo estofados y una picada de cebolla, tomate, apio, perejil y albahaca, y la sexual, de la que se encarga totalmente su novia Livia. Los casos que componen el libro son muy variados y van desde el ensayo general (así se llama el relato que principia el volumen) que llevan a cabo dos actores jubilados, los Di Giovani, según el cual, si uno muere antes que el otro, el superviviente se suicidaría de un tiro en la sien, hasta el modo de pasar Montalbano una Nochevieja en ausencia de su amada Livia, que finalmente es pasada en casa de Adelina, circunstancia que aprovecha para cenar deliciosamente y librar a un hijo suyo de una sospecha de robo, pasando por un cruce de cartas entre Livia y Montalbano para desentrañar el misterio que envuelve el asesinato de Francesca, una amiga personal de Livia. El estilo de las narraciones es rápido, ameno, irónico y correcto y bulle en ellas la vida del periodismo y la política de los pequeños lugares, tan llenos de chanchullos y sorpresas; así que enganchan desde la primera línea. Además, las técnicas empleadas por Camilleri son de lo más variadas: no hay dos relatos que ofrezcan la misma técnica, y así el lector puede encontrar descripciones novedosas ("La noche era negra como la tinta, y unas enfurecidas ráfagas de viento alternaban con aguaceros fugaces tan malintencionados que parecían querer traspasar los tejados..."), cartas, telegramas, notas manuscritas, sucesos periodísticos, etcétera, sin olvidar las ágiles narraciones de los hechos o los espontáneos y directos diálogos (hasta se imita el lenguaje peculiar de algún que otro personaje, como el simpático Catarella). En fin, La Nochevieja de Montalbano no sólo no decepcionará a ningún lector por exigente que sea, sino que además le incitará a buscar otros títulos de Andrea Camilleri, posiblemente el escritor contemporáneo más popular de Italia.

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