viernes, 11 de marzo de 2011

De vista, de oídas, de leídas

Un buen regalo, un libro (2)


Hace unos días hablaba de los tres libros que me habían regalado los míos por mi cumpleaños. Entonces dejé constancia del primero de ellos, Lírica de una Atlántida, de Juan Ramón Jiménez. Hoy le toca el turno al segundo de los libros, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, de Miguel Delibes, aparatoso título para esta entrañable novelita del autor castellano. En ella se nos cuenta la historia de amor y decepción que vive Eugenio Sanz Vecilla, un periodista jubilado que entabla una relación epistolar con Rocío, una viuda sevillana cuyo nombre conoce a través de la revista La correspondencia sentimental cuando esperaba hora en el dentista. En las más de cuarenta cartas de que consta la obra Eugenio se retrata a sí mismo y así habla lo mismo de su infancia, que de sus hermanas, de su trabajo en el periódico durante el franquismo, de sus gustos gastronómicos, de sus amistades y hasta de sus manías y dolencias, todo con tal de hacer realidad el amor que sueña en compañía de la mujer receptora de sus cartas.

El lenguaje, terso y castizo, hace de esta pequeña gran obra una lección constante de buen castellano.

He aquí una muestra:

"Mi difunta hermana Eloína, que gloria haya, veinte años mayor que yo, guisaba primorosamente, pero a la antigua. Nunca utilizó otro procedimiento que la cocina económica. Mediante la leña y el carbón y una sabia manipulación del tiro, conseguía el punto de los alimentos. Ése era todo su secreto. Y no se piense usted, señora, que en nuestra casa se condimentaran selectos manjares, porque lo que hace de la cocina un arte es precisamente lo contrario, halagar el paladar con lo sencillo, darle un punto requerido a lo cotidiano: un cocido castellano, unas sopas o unas lentejas. ¡Qué cocidos preparaba mi difunta hermana Eloína!".

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