Lejos del mundanal ruido
Del cielo de Roma al mar de La Pineda, rincón casi paradisiaco (digo casi porque la masificación es casi absoluta) al sur de Tarragona. Del ajetreo constante de la ciudad eterna hemos venido al relax del SPA y al dulce no hacer nada; sólo pasear y mirar el mar. Sin pensar en nada; sólo en ser y estar mirando cuanto se mueve a nuestro alrededor. Del hotel, preparado en su mayoría de actividades para satisfacer el comer y el beber de los extranjeros (los nacionales somos aquí minoría), sólo se pueden decir cosas buenas. Amplio, bien surtido, rodeado de jardines y espacios hechos para el disfrute del cuerpo, es casi perfecto.
Digo casi por lo mismo que dije más arriba. No digo el nombre del hotel para no hacer publicidad gratuita, pero a los amigos de verdad en cuanto salga la ocasión se lo recomendaré si quieren pasar unos días olvidados del mundanal ruido (aunque eso del ruido y del movimiento humano aquí va a encontrar un poco).
El mar espera al final de un paseo sombrado de palmeras que nace al otro lado de la piscina del hotel. Si no basta el agua del SPA, el Mediterráneo ofrece sus olas escalonadas y su playa con parasoles tendidos como toldos.
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