viernes, 27 de mayo de 2011

LA PINEDA

ELOGIO DE LA LECTURA

Compañera del paseo y de las aguas benignas es la lectura, ese viaje inmóvil a otras vidas, a otros escenarios y paisajes donde el alma revive nuevas aventuras, se encariña con otras experiencias, ese viaje inmóvil a otros espacios intemporales, incorpóreos, donde viven nuestros dobles inventados, hermanos de soledades parecidas, de dolores, esperanzas y alegrías que duran unas páginas.

¡Ah, la lectura!
Cuando entras en un libro, abres una puerta misteriosa a lo desconocido, tal vez de una ciudad que te recuerda otra ciudad real donde fuiste feliz, conociste un amor o despediste la oportunidad de ser amado, tal vez la ocasión de ser tú mismo de nuevo o aquel que te hubiera gustado ser rodeado de gente interesante…

¡Ah, la lectura!
El placer de leer, de saber de primera mano las vidas de otros seres, cómo se vive en una ciudad al otro lado del mundo, subir al cielo durante unas horas o escapar de un infierno sólo cerrando el libro.
Esto es lo que da, sin pedir nada a cambio, el mundo sin banderas, sin pancartas, sin fronteras, de la inmarcesible literatura.
Sin religiones previas, sin pruebas ni pasaportes, ni análisis de adeenes, entras en el mundo sutil y libre de la literatura, pasadizos donde el miedo se deshace en luces blancas, estancias y jardines donde el amor explota en abrazos inmensos y cartas donde el fuego de la pasión enciende los corazones más fríos…

¡Poesía de la imaginación que de un rincón tranquilo del Mediterráneo me transporta al otro lado del mundo en un instante, sólo con abrir los mudos labios de un libro!

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