En el Trastevere
Después de haber inaugurado este singular barrio con la visita a San Francisco in Ripa, dedicamos nuestra atención a la Madonna del Orto.
En el Trastevere
la Madonna del Orto
tiene su sede.
Estucos, mármoles,
frescos en el altar
sobre cien cirios.
Por calles y rincones pintorescos donde cuelga a sus anchas la viña virgen, nuestro guía particular nos lleva hacia una verdadera maravilla, Santa Cecilia. Un jardín cerrado con rosas y una fuente que canta constantemente constituye el perfecto preámbulo para una iglesia excepcional, con una torre roja románica que destaca en el cielo azul de media mañana. Las campanas empiezan a tocar. Es la hora del Ángelus. Un cura y varias monjas salen del templo charlando animadamente y se cruzan con nosotros.
Canta la fuente
delante de la iglesia:
santo presente.
Santa Cecilia:
la torre sube al cielo
siempre encendida.
Siempre encendida,
repican sus campanas:
el cielo brilla.
Tocan el Ángelus
mientras rezan las rosas
sólo un instante.
Después se abrazan
encendidas de amor
cerca del agua.
Algo perplejos,
se empinan los cipreses:
monjes eternos.
Entramos en la iglesia. Enseguida llama nuestra atención la urna que, a los pies del altar, guarda la imagen de la mártir que da nombre al templo.
Monjes eternos
son las columnas negras
sobre su cuerpo.
La santa, bella escultura de Maderno, aparece tumbada de lado (cuenta la leyenda que así fue encontrado el cuerpo de la mártir cuando se abrió su tumba) con la cabeza girada. En el cuello aún se aprecia el corte de la decapitación que sufrió Santa Cecilia. Hay monumentos sepulcrales en el templo bellísimos, pero la emoción estética que inspira la escultura de la santa los supera, así como un soberbio tabernáculo de Arnolfo o los magníficos frescos de Pintoricchio o el precioso mosaico del siglo IX que adorna el ábside. Con la imagen de Santa Cecilia metida en el alma, salimos a la calle, no sin antes advertir que en los altos de la iglesia unas celosías guardan tal vez otros misterios.
Sobre la santa
en altas celosías
hay otras almas.
Nos queda aún la visita de Santa María del Trastevere y hacia ella nos conduce el guía por calles y plazoletas sencillas y modestas por donde anda Babel como por su casa. Bares y tiendas se disputan las aceras, mientras suenan músicas de artistas ambulantes en las esquinas.
Bares y tiendas,
músicos ambulantes:
Babel despierta.
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