El corazón del Trastevere
Santa María
conduce nuestros pasos:
fieles romeros.
Fieles romeros,
entramos en el pórtico,
detrás la fuente.
En la plaza de Santa María in Trastevere una fuente reza su propia oración en medio de la gente que va y viene sin parar. A un lado se levanta el palacio de San Calixto y enfrente la iglesia que da nombre a la plaza y que fue la primera que en Roma se dedicó a la Virgen. Llaman la atención los mosaicos de la fachada y el campanario románico que puede verse desde cualquier sitio del barrio. Nada más entrar en el pórtico el guía nos llama la atención sobre los recortes de catacumbas y basílicas que adornan los muros a modo de epígrafes de la antigua historia.
Dentro, tres naves separadas por columnas pertenecientes a templos paganos. Lo mejor son los mosaicos del ábside y la bóveda.
Eternamente,
el baldaquino aguarda
fuente de aceite.
Fuente de aceite,
cuenta bajo el mosaico
su historia siempre.
Y como ya es hora de comer, buscamos un lugar a la sombra antes de dejar atrás este rincón simpático y único de Roma.
Con el estómago restaurado salimos del Trastevere buecando el puente Sixto. El Tíber sigue su paso hacia el mar mientras nosotros desembocamos antes de cruzar al otro lado en la plaza de Trilussa. El poeta retuerce su bronce para recitarnos su poema eterno.
Antes del Tíber
el poeta Trilussa
me mira atento.
Me mira atento
y me dice al oído:
vive por dentro.
Vive por dentro
y menciona las cosas
alto y sin miedo.
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