martes, 30 de octubre de 2012

SOLILOQUIOS DE MALA UVA

Viajes para borregos

 
Hace poco tuve la ocasión de vivir en mis propias carnes las vicisitudes originadas por una agencia de viajes creada para aborregar  y martirizar a sus clientes. El nombre de la agencia no lo voy a decir, por supuesto, aunque sí daré un par de pistas. Su sede se halla en una población de la Costa Brava catalana y el nombre rima con secreto. Y el secreto de la agencia es hacer vivir al cliente el calvario que vivió nuestro redentor. Primera estación: el viajero se levanta a las cuatro de la mañana para coger el autobús; segunda estación, el viaje viaja en un autobús viejo e incómodo; tercera estación: el autobús despierta al viajero, que había intentado echar una cabezadica para recuperar el sueño perdido, deteniéndose en una bar de carretera para desayunar  a las seis de la mañana; cuarta estación: el viajero se ve obligado a escuchar una colección de pasodobles y chistes verdes por la radio del autobús; quinta estación: el viajero tiene que oír informaciones erróneas o dudosas de la guía que lo acompaña en el viaje; sexta estación: el viajero está obligado a visitar en tiempo récord e inflexible los monumentos y lugares principales de la primera población incluida en el recorrido del viaje; séptima estación: el viajero debe comer a una hora exacta, ni antes ni después, y en un lugar del restaurante destinado al rebaño, digo grupo de la agencia; octava estación: el viajero se ve privado de visitas incluidas en el itinerario del viaje sin derecho a protestar; novena estación: el viajero se ve obligado a pernoctar en una habitación angosta y con ventanas con vistas a un muro; décima estación: el viajero contempla con resignación cómo los camareros lo tratan como a una servilleta, que, por cierto, siempre es de papel; undécima estación: el viajero come y cena, en pleno verano, caldos y sopas de ajo de primero; duodécima estación; el viajero debe asistir como un estoico convencido a la charla de dos horas sobre la venta de unos artículos que dirige un comercial engreído y mal educado. Bueno, este martirio abarca el resto de las estaciones del viacrucis que el viajero debe sufrir si viaja en la agencia que rima con secreto. Sólo falta que el viajero aprenda a balar. Pero algo he aprendido de este viaje: A NO VOLVER A VIAJAR CON ESTA AGENCIA.

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