martes, 23 de octubre de 2012

CARTAS APÓCRIFAS


 

 CARTA DE DULCINEA A DON QUIJOTE



Mi querido señor don Quijote
Mucha alegría me han dado las noticias de las hazañas que vuestra merced ha realizado últimamente, entre otras, la ganancia del yelmo de Mambrino o la liberación de los forzados a galeras; alegría que ha compensado el miedo que siempre amenaza mi corazón al pensar en los mil peligros que envuelven a vuestra merced en cuantas empresas caballerescas lleva a cabo. Pero el motivo de esta carta es muy otro. Comenzaré por el principio: resulta que hoy ha llegado al Toboso maese Benito, vecino de Argamasilla al que vuestra merced debe de conocer, a proveerse de ganado lanar para mercarlo en las tierras del sur, y me ha puesto al corriente de la trama que andan urdiendo el cura y el barbero del lugar para obligar a vuestra merced a regresar al pueblo y quitarle de la cabeza, de una vez por todas, la idea de recorrer el mundo para deshacer todo tipo de agravios, defendiendo a los débiles contra el abuso de los poderosos; sobre todo, después de que la quema de los libros de antaño y el consiguiente tapiado de la biblioteca no lograran hacerle desistir de llevar a efecto el incomparable deseo de acabar con tantas injusticias como en el mundo sigue habiendo. Dicho lo anterior, paso al verdadero motivo de esta carta. Por este mismo vecino de Argamasilla, maese Benito, le hago llegar esta carta a la venta en la que ahora debe de estar alojado vuestra merced en compañía del fiel escudero Sancho Panza, para ponerle sobre aviso y darle tiempo a poner en práctica cuantos medios tenga a mano para burlar las intenciones del cura y el barbero, los cuales, ayudados esta vez por el bachiller Sansón Carrasco, piensan realizar, me temo, mi querido señor don Quijote, aun antes de que lleguen estas líneas a la venta. En ellas le pongo a vuestra merced en conocimiento de algunas artimañas que las tres personas mencionadas desean emprender en contra suya, la principal y primera de las cuales es que el citado bachiller Sansón Carrasco, bajo el disfraz de caballero andante (se hará llamar, según tengo entendido, el Caballero del Bosque o de los Espejos), saldrá al encuentro de vuestra merced para retarle en duelo, haciéndole prometer que, en caso de vencerle, regresará a Argamasilla y se olvidará para siempre de luchar contra gigantes, malandrines y toda suerte de encantadores. Bien sabe Dios que lo que más deseo en este mundo es que vuestra merced salga airoso de cuantos peligros le acechan desde que tuvo el bendito propósito de servir a los demás para convertir este mundo en un mundo mejor. Por eso y porque llevo a vuestra merced en mi corazón, fervientemente le pido que, si por desgracia esta carta llegara tarde a sus valerosas y esforzadas manos, y las intrigas de sus tres convecinos, en realidad sus más encarnizados enemigos porque quieren arrebatarle la honra y fama de sus hazañas, se adelantaran a estas letras, puede estar seguro, mi querido señor don Quijote, de que mis oraciones y mis mejores deseos estarán dispuestos a salir en su favor y ayuda  para que pueda vuestra merced derrotar primero a ese taimado bachiller Sansón Carrasco y falso caballero andante, del Bosque, de los Espejos o como quiera hacerse llamar, y, por ende, resulte triunfador una vez más de las continuas y perversas acechanzas del cura y el barbero.
Que así sea.
Contad siempre con vuestra más devota servidora,
Dulcinea del Toboso.

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