SOBRE EL OPTIMISMO Y LOS LIBROS DE AUTOAYUDA
Tiene razón Rojas Marcos en La fuerza del optimismo cuando dice que "el problema de quienes permanecen estancados en el ayer doloroso de su autobiografía es que viven prisioneros del miedo o del rencor, obsesionados con los malvados que quebrantaron su vida, lo que les impide cerrar la herida. La mezcla de culpa y resentimiento les amarra al pesado lastre que supone mantener la identidad de víctima, un papel que debilita y paraliza." Algo parecido debe de ocurrirme a mí, que aunque luche por mirar hacia adelante y ensaye mil pasos para meterme en el presente y olvidarme del pasado, siempre acabo recordando esto y lo otro y lo de más allá. Si pudiera de una vez romper las redes que me tienen sumergido en el pasado, tal vez todo sería mejor y no estaría, como estoy, siguiendo el curso del miedo todavía, pendiente de cosas que aún no han sucedido o exagerando el alcance de ciertos problemas que, examinados detenidamente, no pasarían de los útiles obstáculos que necesita el atleta para dar sentido a su carrera. Rojas Marcos acaba así el párrafo anterior: "Quienes hacen las paces con el pasado, por fatal que éste sea, se liberan, se reponen y controlan mejor su destino. Además, mejoran su salud física al fortificar su sistema inmunológico."
Claro que esto de los libros de autoayuda, a mi juicio, sólo sirven si se está de acuerdo con que ayudan y, sobre todo, si el sujeto quiere que le ayuden. Muchas veces, pensando con absoluta sinceridad, he llegado a decirmr a mí mismo que todo iría mejor (todo en mi cuerpo y mi mente) si dejara de compadecerme y me quitara de una vez las telarañas de la melancolía que muchas veces entretejo yo mismo para darme más cuerda.
Y me acorazo con el optimismo.
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