¿Escribimos como hablamos?
De un tiempo a esta parte la relajación que hay en todo, en la economía, la política, el trabajo, se ha extendido peligrosamente a la lengua diaria y viva que empleamos. He aquí unas cuantas perlas:
1. Le amenazó con una cheringa.
2. Ya te pasaré el dentrífico.
3. De postre hay madalenas.
4. Existe gente que su única opción es escapar.
Las tres primeras pertenecen al mundo del léxico habitual y corriente. Todos sabemos que en vez de cheringa hay que decir jeringa (del griego syrinx, que significa tubo), que, como todo el mundo sabe, consiste en un émbolo insertado en un tubo con una pequeña abertura en un extremo para inyectar líquidos.
En vez de dentrífico debe decirse dentífrico, palabra derivada de diente (del latín dens, dentis), pasta que se usa para el aseo dental (no dentral, es broma).
Decir madalenas en vez de magdalenas, que es lo correcto, posiblemente venga de creer que esa G definitoria sólo la lleva el nombre propio de Magdalena.
Finalmente, el cuarto caso pertenece al campo de la morfosintaxis. Es muy frecuente, al menos en el lenguaje hablado, donde no existe tiempo (ni espacio) para la corrección, construir así este tipo de frases, con el "quesu" que denota poco conocimiento de gramática por parte del que lo emplea. Lo correcto es recurrir al uso del adjetivo relativo posesivo cuyo, cuya, cuyos, cuyas. De modo que la frase en cuestión debió ser Existe gente cuya única opción es escapar. Otros ejemplos :
Cayó el caballo cuyo freno estaba flojo.
Toma el libro cuyas cubiertas aparecen dañadas.
Te presento a mi amigo cuyos padres acaban de irse.
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