Una película de Oriente sobre Occidente
Anoche, mientras caía una desenfrenada tormenta sobre Tossa y con la televisión fuera de funcionamiento, nos pusimos a ver una película que, entre otras, aguardaba su momento más propicio para ser vista. Me refiero a Balzac y la joven costurera china. Contada de modo sencillo y ameno, narra la historia de dos jóvenes chinos hijos de intelectuales considerados por el régimen comunista de Mao como enemigos del pueblo que son reeducados en la Montaña del Fénix en el Tibet a base de trabajos forzados y una alimentación precaria que consiste en sopa de maíz y repollo. Mientras dura su reeducación tienen la suerte de conocer a la nieta del sastre del lugar y junto a ella viven momentos de amistad, amor y afición desbocada por la lectura de autores franceses, entre los cuales destaca Balzac (de ahí el título del film). La aventura a que da lugar la maleta con libros de autores occidentales que posee Cuatro Ojos es apasionante. Escenas como las que nos presentan a los tres jóvenes leyendo pasajes de novelas de Balzac en la gruta de los libros, en medio de un paisaje increíblemente salvaje, se convierten en inolvidables. Pero hay otras en que el corazón del espectador se conmueve hasta lo indecible como la que muestra a la joven costurera china abortando el fruto de su amor con uno de los jóvenes. Y otras hilarantes como la del empaste dental al que se somete el jefe de la reeducación de ambos. Ayudados por la costurera china prepararan un artefacto rudimentario de cirugía dental cuyos efectos sufre el jefe entre agudos alaridos. La historia tiene un desenlace agridulce que el espectador no olvidará jamás. La fotografía, la música y el lirismo de muchos pasajes, unidos a un lenguaje directo y eficaz hacen de esta película un modelo de cómo se puede hacer buen cine con elementos sacados de las costumbres y la historia de un país tan fascinante como China.
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