lunes, 24 de diciembre de 2012

SABER DE POESÍA (2)

Examinemos, a modo de conclusión de este primer apartado, en un poema completo los cuatro elementos citados que, según Lamartine, hacen que un poema sea altamente aceptable: una idea para la inteligencia, un sentimiento para el corazón, una imagen para la vista y una música para el oído.
 

 


VERSOS SENCILLOS,  del poeta cubano José Martí (1853- 1895)

                              “Si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves:
mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal                5
que por el puño echa flor:
mi verso es un surtidor
que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido;               10
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo.
Mi verso al valiente agrada;
mi verso, breve y sincero,
es del vigor del acero                        15
con que se funde la espada.”
 

-una idea para la inteligencia

La idea que domina en el poema es la múltiple definición que el propio poeta da de su verso: un monte, un abanico de plumas (versos 2 y 3), un puñal (v. 5), un surtidor (v. 7), de un verde claro (v. 9), de un carmín encendido (v. 10), un ciervo herido (v. 11), agrada al valiente (v.13), es del vigor del acero (v.15)). Como si quisiera decirnos que su poesía lo abarca todo, desde lo material a lo espiritual. Es la idea aportada por tantos poetas, según la cual en la poesía no sobra nada si el contenido se sabe vestir con el arte bello de la palabra. Otras ideas, no menos principales, presentes en el poema que nos ocupa son: las características fundamentales de este tipo de poesía: brevedad, sinceridad y fuerza (versos 14 y 15). Aporta esperanza y pasión (versos 9 y 10). Presenta a la vez agresividad y suavidad o ternura (versos 5 y 6), lo más grande y poderoso y lo más pequeño y débil (versos 1 a 4), etcétera. En resumen, el poema está sustentado, antes que nada, por abundancia de contenido en torno a la definición que da Martí de su propia poesía.


-un sentimiento para el corazón.
Apoyándonos en lo expuesto más arriba, el poema presenta un abanico de sentimientos, que abarca desde la generosidad a la participación, pasando por la sinceridad, la pasión, la esperanza, el amor, la ternura, la soledad, la valentía, el miedo, la ayuda…

-una imagen para la vista.
El mundo visual tiene gran presencia en el poema; en realidad, la mayoría de las definiciones que efectúa el poeta de su verso se basan en imágenes que tienen que ver con la naturaleza y los objetos, y en menor grado con abstracciones espirituales. Ejemplos de las primeras: monte de espumas, abanico de plumas, puñal, flor (por cierto, la imagen que resulta de combinar los significados contrarios de estas dos palabras, puñal y flor, es de lo más eficaz para explicar el poder de la poesía: “mi verso es como un puñal / que por el puño echa flor”), surtidor, coral (se da el mismo caso: “Mi verso es un surtidor / que da un agua de coral”, salvo el que en el caso anterior la imagen se resuelve con una comparación y en éste con una metáfora)… Ejemplos de abstracciones espirituales: vulnerabilidad (“ciervo herido”), amparo, valentía, agrado, sinceridad, fuerza (“es del vigor del acero / con que se funde una espada”), esperanza (“es de un verde claro”), pasión (“y de un carmín encendido”)…

-una música para el oído.
Ritmo y rima: el poema está compuesto de cuatro redondillas, estrofas de cuatro versos octosílabos que riman consonantemente el primero con el cuarto y el segundo con el tercero. Y este esquema se repite cuatro veces (espumas, ves, es, plumas; puñal, flor, surtidor, coral; etcétera) a lo largo del poema. En cuanto al ritmo, la distribución de los acentos en los versos del poema es variada, aunque dominan los acentos en las sílabas 2ª, 4ª y 7ª (“si ves un monte de espumas”).

La eufonía o la música, que ya de por sí se obtiene de la combinación del ritmo y la rima, en el poema presente se basa además en otros aspectos, el más importante de los cuales es la repetición de las palabras clave del poema: mi verso es (hasta ocho veces: versos 2º, 3º, 5º, 7º, 9º, 11º, 13º y 14º). Y forman la mayoría de las veces anáfora y son el principio de alguna comparación (como un puñal) y un buen número de metáforas (un monte de espumas, un abanico de plumas, un surtidor…)

Antes de seguir adelante con estas rápidas anotaciones, conviene fijarnos en un detalle importante: en la poesía actual, muchas veces se prescinde de la rima, pero aún así, los versos, que en este caso reciben el nombre de blancos, guardan celosamente su eufonía mediante el ritmo, y forman, por ello, buenos poemas. Para demostrar lo que decimos, proponemos un ejemplo perteneciente a un poeta del siglo XX, Claudio Rodríguez (1938- 1999). Se trata de un fragmento extraído del Canto del despertar, del primero de sus libros, Don de la ebriedad (Premio Adonais, 1953), escrito todo él en endecasílabos, muchos de ellos blancos:
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





“El primer surco de hoy será mi cuerpo.
Cuando la luz impulsa desde arriba,
despierta los oráculos del sueño
y me camina, y antes que al paisaje
va dándome figura. Así otra nueva            5
mañana. Así otra vez y antes que nadie,
aún que la brisa menos decidera,
sintiéndome vivir, solo, a luz limpia.
Pero algún gesto hago, alguna vara
mágica tengo porque, ved, de pronto        10
los seres amanecen, me señalan.
Soy inocente. ¡Cómo se une todo
y en simples movimientos hasta el límite,
sí, para mi castigo: la soltura
del álamo a cualquier mirada! Puertas     15
con vellones de niebla por dinteles
se abren allí, pasando aquella cima.
¿Qué más sencillo que ese cabeceo
de los sembrados? ¿Qué más persuasivo
que el heno al germinar? No toco nada.   20
No me lavo en la tierra como el pájaro.”
 
En los presentes versos podemos observar perfectamente cumplidos los cuatro elementos de Lamartine:

-una idea para la inteligencia
El poeta asiste de lleno a esa hora mágica del amanecer en que la naturaleza, el campo, el paisaje despierta. Hasta él mismo se considera parte del campo: “el primer surco de hoy será mi cuerpo” (verso, dicho sea de paso, que figura en su tumba zamorana). El poeta parece poseer una varita mágica, a cuyo efecto los seres amanecen y cobran vida: los movimientos plateados de los álamos, los jirones de niebla desplazándose, el cabeceo de los sembrados, el germinar del heno…

-un sentimiento para el corazón
El poeta experimenta la sensación de comulgar con el despertar del campo mientras camina por él. A esta sensación tan especial la acompaña el entusiasmo, la alegría de ser único en esa contemplación; de ahí sus ganas de cantar el momento, irrepetible y limpio. Y la inocencia.

-una imagen para la vista
Guiados por el poeta vemos en nuestro interior lo que él “ve” en el momento de crear el poema cómo la luz abriéndose paso desde el cielo antes de llegar al paisaje, que permanece aún en la sombra. Después van cobrando a la vista forma y movimiento los álamos, la niebla, el cabeceo de los sembrados, el germinar del heno…

-una música para el oído
Música, eufonía que ya poseen en sí los endecasílabos del poema con sus acentos distribuidos, sobre todo, en las sílabas 4ª, 6ª y 10ª (“El primer surco de hoy será mi cuerpo”, “Cuando la luzimpulsa desde arriba”, “y me camina, y antes que al paisaje”, “se abren allí, pasando aquella cima”, “¿Qué más sencillo que ese cabeceo…”, etcétera. Música lograda también con los suaves y constantes encabalgamientos (hasta cuatro versos: 3, 4, 5 y 6; 14, 15, 16 y 17), repeticiones de palabras de la misma categoría gramatical (“Así otra nueva / mañana…” “Así otra vez…”; “¿Qué más sencillo…” “¿Qué más persuasivo…”; “No toco nada…” “No me lavo…”

Para cerrar este primer apartado, añadimos tres poemas que se ajustan a los postulados de Lamartine:

-una idea para la inteligencia
-un sentimiento para el corazón
-una imagen para la vista
-una música para el oído.


1. Rima LXVI, de Gustavo Adolfo Bécquer

“¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones                   5
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,                                            10
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,                                         15
allí estará mi tumba.

 
Ideas para la inteligencia:
Tanto la cuna como la tumba del poeta están envueltas de tristeza, penalidades, dolores, soledad, olvido.

Sentimientos para el corazón:
Desolación, amargura, pesimismo del poeta que, sin duda, mueven a la compasión y ternura del lector.

Imágenes para la vista:
El camino que conduce a la cuna del poeta posee una atmósfera negativa, es ya “un sendero horrible y áspero”, donde se aprecian huellas ensangrentadas sobre la roca y jirones del alma enganchados en las zarzas. Y el camino que lleva a su tumba no es más halagüeño: hay que atravesar un páramo sombrío y triste y un valle de nieves y nieblas eternas y melancólicas, antes de llegar a una piedra olvidada y solitaria sin ninguna señal de que allí yace el poeta.

Música para el oído:
Las dos estrofas de la silva arromanzada que compone la Rima están conectadas por sendas interrogaciones sobre el destino humano (“¿De dónde vengo?” y “¿Adónde voy?”) Los ocho versos de cada una de ellas adoptan la misma medida de sílabas: 11, 7, 11, 7, 11, 7, 7, 7, 7. En cuanto al ritmo, presentan parecida distribución de acentos: los endecasílabos presentan, casi todos, el esquema del primero y noveno versos  (2ª, 6ª y 10ª sílabas): “¿De dónde vengo? El más horrible y áspero…” “¿Adónde voy? El más sombrío y triste…”; respecto de los heptasílabos, siguen estos dos esquemas: 3ª y 6ª sílabas (“en las zarzas agudas”, “te dirán el camino”, “que conduce a mi cuna”, “de los ramos cruza”…), y 4ª y 6ª sílabas ( “de los senderos busca”, “sin inscripciónalguna”, “allí esta mi tumba”…) La rima, asonante en los versos pares (en –ú-a), sirve de ligazón en toda la Rima (busca, dura, agudas, cuna…). Finalmente, las enumeraciones de elementos físicos y naturales (senderos, huellas, rocas, despojos, zarzas, páramos, valle…) aportan también eufonía al poema.

Los cuatro requisitos que exigía Lamartine en todo buen poema se interrelacionan sabiamente entre sí en la Rima de Bécquer para crear un todo indivisible: el pesimismo que siente el poeta hacia los dos caminos de su destino se viste con esta modulada combinación de versos endecasílabos y heptasílabos, ritmo adecuado para tratar asuntos reflexivos y melancólicos, de confesión íntima; composición, en suma, solemne y triste que requiere una atmósfera especial lograda con un léxico que hace referencia a un paisaje tenebroso y solitario, propio del Romanticismo, por otra parte movimiento literario al que pertenece Gustavo Adolfo Bécquer.

Intenta, siguiendo las pautas anteriores, analizar los dos poemas restantes. No dudes en consultar cualquier duda que te surja mientras los analizas comprobando de qué modo se cumplen en ellos los postulados de Lamartine.

2.   El viaje definitivo, de Juan Ramón Jiménez

“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.”

 

3.     A la inmensa mayoría, de Blas de Otero

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno,

                                       Blas de Otero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario