martes, 18 de diciembre de 2012

POESÍA A LA VISTA

Un recital poético

Ayer por la tarde en el Cor Caliu de Barcelona conseguí vivir un momento de verdadera magia rodeado de amigos de la poesía. Parecía un milagro  el hecho de que, en medio de este tiempo tan movido, de pancartas y manifestaciones, de violencias y agresiones contra los derechos más sustanciales del ser humano que estamos viviendo, estuviéramos reunidas unas cuantas personas para leer y escuchar poesía y hablar de ella. Y es que la poesía, patrimonio de todos, regala libertad, salva fronteras y criterios y se opone a cualquier ideología que pueda esclavizar.
 
 


















La mesa de lectores la componíamos cinco miembros de la antigua tertulia Azor que tenía lugar en la casa del poeta, maestro de poetas, José Jurado Morales: Visi Beato, Amparo Cervantes, Milagros Martín, José Membrive y yo mismo. Los cinco peinamos canas y ya tenemos una edad; sin embargo, los cinco podemos presumir todavía de un corazón ilusionado y rejuvenecido, aunque el de alguno de nosotros haya sido castigado más que el de los otros en los últimos tiempos. He dicho corazón rejuvenecido. Y he dicho bien. Porque escribir poesía, leer poesía, tratar y hablar de poesía realmente rejuvenece a quien lo hace. Nos lo recordaba hace poco el último poeta galardonado con el premio Cervantes, José Caballero Bonald: "El permanecer en la brecha te rejuvenece. El que no se queda callado, el que iguala el pensamiento con la vida, tiene ya mucho ganado para rejuvenecer". Y puedo testificar que los cinco seguimos en la brecha, brecha hermosísima por otra parte, de escribir, leer y hablar de poesía.
Visi Beato, Amparo Cervantes y Milagros Martín, poetisas de vocación y trabajo, tienen a sus espaldas numerosos libros y reconocimientos varios y siguen pensando y limando versos para futuros libros; José Membrive, además de poeta, es un editor incansable en busca de nuevos valores literarios y el que hizo posible que la tertulia Azor no desapareciera a la muerte de Jurado, haciendo posible el reencuentro de unos cuantos de sus miembros en sus Diálogos Literarios.
Creo estar en lo cierto si digo en nombre de los cinco que, dejando aparte la manera singular que tiene cada uno de expresar lo que siente, que va desde el más puro clasicismo hasta la expresión sencilla y cotidiana, pasando por la modernidad y frescura del verso libre, los cinco compartimos notas comunes: entre otras, escribimos para hacernos más humanos, creemos que un buen poema debe tener, como decía Lamartine, una idea para la inteligencia, un sentimiento para el corazón, una imagen para la vista y una música para el oído; comulgamos con la idea del autor del Quijote de que “la poesía se realza cantando cosas humildes”; y por último estamos de acuerdo en que la poesía se basa preferentemente en esperanzas y recuerdos (ya lo decía Bécquer en una de sus más famosas Rimas, “Mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía!”).
 
Y leímos nuestros propios versos y dejamos sobre las mesas de los asistentes al recital breves muestras de nuestra poesía.
 
Y todos, lectores y oyentes, disfrutamos de una hora mágica.

 

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