Río Duero, río Duero
Río Duero, río Duero,
pasas lento en las azudas
sin servir ahora de espejo.
Blanco de invierno en la altura,
blanco de nieve en las casas,
blanco en el cuerpo de espuma.
Las aceñas se levantan
para ver pasar el miedo
de tu corriente en su alma.
Río Duero, río Duero,
que por mi Zamora pasas
llevándote mi recuerdo
en una postal de magia.
Tráeme otra vez este cielo
donde toca la espadaña
de la iglesia, rezo a rezo,
los sones de mi esperanza.
Y así, aunque esté muy lejos,
oiré en el desván del alma
el eco de aquellos juegos
que enriquecieron mi infancia.
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