miércoles, 12 de diciembre de 2012

ANTOLOGÍA COMENTADA DE LA POESÍA ESPAÑOLA


5.    POESÍA CLASICISTA (SIGLO XVII)
1. Los hermanos Argensola y Villegas

Los excesos de la poesía barroca, especialmente la conceptista y la culterana, provocaron una reacción hacia el equilibrio de expresión de inspiración clásica, cuya temática consistía generalmente en la meditación moral.

Los primeros en mostrar esta línea fueron los hermanos Argensola, Lupercio (1559-1613) y Bartolomé (1562-1631). Habiendo nacido ambos en Barbastro (Huesca), Lupercio cursó estudios de Filosofía, Jurisprudencia, Retórica e Historia y luego se trasladó a Madrid, donde ocupó varios cargos públicos, como el de secretario del conde de Lemos, a quien acompañó a Nápoles, ciudad en la que moriría.

En cuanto a Bartolomé, además de coincidir en los estudios con su hermano, cursó también Derecho Canónico y Teología en Salamanca, donde conoció a fray Luis de León. Se ordenó sacerdote y fue capellán de la emperatriz María de Austria. Viajó por media España, y en Madrid conoció a Cervantes y Lope de Vega, entre otros. Murió en Zaragoza. Tanto la poesía de su hermano Lupercio como la suya fueron recogidas y publicadas en 1634 por su sobrino bajo el título Rimas de Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola.

 
 
   
Seleccionamos un soneto de Lupercio Leonardo de Argensola y otro de Bartolomé:
 
1.
Quien voluntariamente se destierra,
 
 
 
Y deja por el oro el patrio techo,
 
 
 
Y aquel que apenas queda satisfecho
 
 
 
con cuanto trigo en África se encierra;
 
 


 
el que para usurpar la mar y tierra
 
 
 
le parece que tiene capaz pecho,
 
 
 
Y enmudece las leyes y el derecho
 
 
 
con el estruendo y máquinas de guerra;
 
 


 
no tiene corto fin el pecho humano,
 
 
 
que como en ambición su gusto funda,
 
 
 
siempre está cosas nuevas deseando.
 
 


 
 
Dichoso quien camina por el llano,
 
 
 
sin pedir a la suerte otra segunda,
 
 
 
ni bien mayor que obedecer amando.”
 
 


 
 
2.

«Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la inocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?

»¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia,
y que el celo, que más la reverencia,
gima a los pies del vencedor injusto?

 »Vemos que vibran vitoriosas palmas
manos inicas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo.»

 Esto decía yo, cuando, riendo,
celestial ninfa apareció, y me dijo:
«¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?»

 


Esteban Manuel de Villegas (La Rioja, 1589-1669) cursó estudios de Gramática en Madrid y luego en Salamanca se licenció en Leyes. Fue procesado por la Inquisición por pleitear con dos frailes sobre el libre albedrío de san Anselmo de Canterbury y sufrió un año de prisión en Logroño. Luego fue condenado por hereje y a cuatro años de destierro, pena que fue conmutada por su avanzada edad.

En su obra lírica (Eróticas o Amatorias, por ejemplo) imitó a la perfección las formas y los temas clásicos, como los versos sáficos o los tópicos literarios más conocidos del Renacimiento (Carpe diem, locus amenous…). 

    Hemos elegido la famosa Cantinela de un pajarillo

“Yo vi sobre un tomillo
quejarse un pajarillo
viendo su nido amado,
de quien era caudillo,
de un labrador robado.
Vile tan congojado
por tal atrevimiento
dar mil quejas al viento,
para que al cielo santo
lleve su tierno llanto,
lleve su triste acento.
Ya con triste armonía,
esforzando el intento,
mil quejas repetía;
ya cansado callaba,
y al nuevo sentimiento
ya sonoro volvía;
ya circular volaba,
ya rastrero corría;
ya, pues, de rama en rama,
al rústico seguía,
y saltando en la grama,
parece que decía:
«Dame, rústico fiero,
mi dulce compañía»;
y a mí que respondía
el rústico: «No quiero.»

Es una curiosa composición poética formada por  27 heptasílabos que riman consonantemente a gusto del poeta (hasta 8 rimas diferentes).

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