miércoles, 21 de noviembre de 2012

SOLILOQUIOS DE MALA UVA

El romance del desengaño

"Españoles, Franco ha muerto",
anunciaron los diarios,
y España se pronunció
en sus dos antiguos bandos:
el sufrido, en alegría,
y el dominador, en llanto.
Y el rumor de los deseos
empezó a sonar muy alto
recorriendo toda España
con ímpetu de oceano.
Entre la gente del pueblo,
por los montes y los llanos,
la libertad despertó
los cuerpos aletargados.
Abrimos de otra manera
los ojos para mirarnos
a la cara sin más miedos
con luz de esperanza y canto.
Alzamos por fin las frentes
para respirar más sano
y olvidamos los bolsillos
para estrecharnos las manos.



Era noviembre, era otoño,
era el tiempo destemplado,
pero, a cambio, había vuelto
la primavera a los ánimos
y en cada corazón nuestro
brotó un clavel encarnado,
la pasión de ser de nuevo
español en vez de esclavo,
español libre, señero,
dueño de sus propios actos.

Muchos años hace de eso,
quizá demasiados años,
los bastantes para que
todo sea como antaño:
no ha hecho falta que haya muerto
como entonces otro Franco.
Las burbujas del ladrillo
destruyeron los andamios,
sin que los que nos regían
intentaran remediarlo.
Gastamos más de la cuenta
creyéndonos los milagros
que rezaban los políticos
desde sus púlpitos altos.
Y un diluvio de hipotecas
finalmente nos ahogaron.
Mientras ellos, los que mandan,
protegidos por los bancos,
arruinaban nuestras vidas
con derribos y desahucios.



Han muerto las ilusiones,
la libertad y los pactos.
Hay yugos sobre los cuellos
y grilletes en las manos.
¿Quién, Señor, vendrá a arreglar
este gran desaguisado,
ahora que el españolito
es cada vez más esclavo,
ahora que los que mandan
luchan por gritar más alto,
y por clavar las banderas
en sus peculiares patios?

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