La puerta del estío
Éste, entre las páginas de un libro en catalán de mediados de los setenta (¡ya ha llovido!), que hoy he vuelto a consultar en busca de información para un relato ambientado en la Barcelona del XVIII. El libro en cuestión se titula Cada cosa en el seu temps i lectura cada dia, de Mª Aurelia Capmany, y el poema el que sigue
Nadie jamás me robará la dicha
de haber visto en la noche abrirse mágica
la capa del Don Diego.
Esta noche es la noche de San Juan,
la puerta del estío.
Nadie podrá robarme el ancho gozo
de oler hasta dolerme los perfumes
nocturnos de la pólvora y el fuego.
Pasaré al otro lado de la puerta estival
y seré algunas horas el diamante sencillo
que Dios deja brillar tan pocas veces.
Y quemaré en la hoguera
la pasada madera de la vida,
los recuerdos oscuros, las traiciones,
las falsas esperanzas..., todo el plomo
que contrarresta el ansia de las alas.
Tal vez al día siguiente resucite
con un cuerpo jovial de Signorelli
y humille nuevas sendas
camino de un presente siempre vivo.
De momento me arrimo a esta dicha de fuego
de la noche amorosa de San Juan
y bailo con su música y su magia
para olvidar la daga de los miedos.
(Madrugada del 23 al 24 de junio de 1993)
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