Ahora que desde hace unos días me he vuelto a encontrar con viejos conocidos, poetas y poetisas, pertenecientes a nuestra querida tertulia Azor, tan sabiamente dirigida por el poeta de Linares José Jurado Morales, me vienen a la cabeza cuatro palabras que están relacionadas entre sí más de lo que mucha gente se piensa: azor, azar, azorar, azarar.
El azor, como todo el mundo sabe, es un ave rapaz, y el origen del término que le da nombre hay que buscarlo en el latín vulgar 'acceptor, acceptoris' (que toma, que coge). Su derivado más importante es azorar, que significa "sobresaltar, conturbar" (por la influencia que ejerce la persecución del azor en las otras aves). Y aquí van a aparecer las otras dos palabras de nuestra entrada. Azorar se convirtió a finales del siglo XIX o principios del XX en azarar, por influjo de azar, si bien hay quien dice que del caló acharar (Azar "cara desfavorable del dado" derivó en azarar "desgraciar").
Pues bien, la tertulia Azor y también el Cuaderno Azor, donde muchos de nosotros colaboramos con nuestros propios poemas, mostraba en su carátula la cabeza de un azor (ave dotada de una vista agudísma y de vuelo rápido y seguro), y no, no ha sido un azar el que nos hayamos vuelto a encontrar unos cuantos contertulios de entonces, sino una inmensa alegría y pura gracia del deseo.
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