martes, 1 de diciembre de 2009

DE VISTA, DE OÍDAS, DE LEÍDAS


José Emilio Pacheco, Premio Cervantes 2009


El poeta mejicano José Emilio Pacheco recibió ayer el premio más importante de las letras castellanas mientras asistía a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). El jurado del Premio Cervantes declaró ayer en Madrid que Pacheco es un poeta excepcional de la vida cotidiana que posee capacidad para crear un mundo propio y escribe con profundidad y libertad de pensamiento. El presidente José Antonio Pascual ha ido más allá al manifestar que "José Emilio Pacheco se puede definir como el idioma entero". Sea bien recibido en la importante lista de escritores que han conseguido tan importante galardón literario, entre los que se encuentran nombres como Jorge Guillén (el primero en conseguirlo en 1976), Borges, Octavio Paz, Alberti, Buero Vallejo, María Zambrano, Delibes, Vargas Llosa, Cela, Cabrera Infante, Ferlosio o Juan Marsé (en 2008).


Como muestras de su quehacer poético copio a continuación tres poemas suyos que considero claves para conocer esta vertiente (no olvidemos que el propio Pacheco se considera a la vez que poeta ensayista y traductor):


Memoria

No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.


Presencia

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.

No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Mas si alguien vive yo estaré despierto.


Lumbre en el aire

Estallan los jardines de la pólvora
en el cielo oscurísimo y su aplomo.
Estruendo frente al mar que se encarniza
desde la eternidad contra las rocas.
A cada instante otro Big bang.
Nacen astros, cometas, aerolitos.
Todo es ala y fugacidad
en la galaxia de esta lumbre.
Mundos de luz que viven un instante.
Luego se funden y se vuelven nada.
Como esta noche en que hemos visto arder
cuerpos fugaces sobre el mar eterno.




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