lunes, 14 de septiembre de 2009

POEMAS RESCATADOS


Cangilones de vida es el primer libro que yo publiqué (Ed. Casals, Barcelona, 1978) y que contiene escritos de diez años atrás, escritos en prosa (los menos: una novela corta titulada precisamente Cangilones, poemas en prosa, algún cuento y un par de artículos) y alrededor de treinta composiciones en verso de variado asunto y variada métrica. De este mi primer libro, agotado y por el que aún conservo mucho cariño por ser precisamente el primero, quisiera rescatar unos cuantos poemas. Empezaré por los tres siguientes, que pertenecen al apartado Jardín amenazado, en referencia al pequeño jardín que tuve cerca de la montaña de Montserrat durante los años setenta y ochenta:




















TOMILLO



El tomillo,
amigo del peregrino que lo huele
y de la tierra que abraza su raíz,
sólo quiere el paisaje donde crece.
Yo quería casar su olor labriego
con el aroma del doméstico geranio
y lo maté. Por unos días
aún me regaló la gracia
de sus flores azules
y su esmeralda agreste.

Pero fue su despedida,
su inteligente isulto a mi torpeza.
Poco a poco las lluvias,
el viento desatado y el calor
del estío lo volvieron
un muerto entre las otras plantas,
certera imagen
del hombre trasplantado de su tierra.








SAUCE

En este ruedo vegetal te veo,
sauce adolescente,
luchando sin cesar contra el invierno
de la muerte, contra el infierno cruel
que se divierte arrasándolo todo
como un dios desalmado.

Y yo no puedo hacer nada: soy
como tú, un ser desvalido que
está a merced del tiempo y sus puñales.

Con la sentencia de tu muerte
metida en los bolsillos perplejos de mis ojos,
entro en la casa y la transcribo
como un notario frío en estos versos.








NARCISO

Floreciste tu magia en este tiesto
que mis hijos emplean de juguete.
Ahora espera tu bulbo que lo besen
los fieles labios de la primavera
para estallar en verdes elegancias,
en blanca geometría de ocultismo.

Hasta ese beso amante del buen tiempo
me acerco a la pintura que te tiene
marcado con un aro de azafrán
y una estrella de nieve, y recupero
mi sueño de poeta, inmune y limpio
gracias al talismán de tu recuerdo.
Y cuando al aire de abril te vea vivo
sobre el tiesto de ahora, tus triángulos
y tu círculo mágico serán
la firma de que yo también respiro,
sin sueños de poeta, con la fuerza
de ser dentro de mí de nuevo niño.
































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