sábado, 26 de septiembre de 2009

DE VISTA, DE OÍDAS, DE LEÍDAS


Silvia Plath


Estoy releyendo la Poesía completa de la poeta Silvia Plath (Boston,1932-Londres, 1963), cuya edición corre a cargo de su exmarido el poeta Ted Hughes, y no dejo de asombrarme ante la fuerza y plasticidad de sus versos, en esta ocasión traducidos por Xoán Abeleira (traducción no tan perfecta como cabría esperar en una edición de poesía, donde cuenta tanto la eufonía de los versos y la corrección impecable del idioma al que han sido vertidos, en este caso el castellano, de este modo no se le habrían escapado al traductor errores tan comunes como creer que el sustantivo "ave" es masculino: "...el aleteo alarmante de ese ave"). Esta colección fue, por cierto, la primera obra póstuma en recibir el Premio Pulitzer en Estados Unidos. Y abarca composiciones desde el año 1956 hasta 1963, meses antes de que su autora se suicidase inhalando gas. Entre el primer poema del libro, Conversación entre las ruinas, y el último, titulado precisamente Límite, todos circunstanciales, es decir, surgidos ante lo urgente y diario, el lector asiste a una confesión desnuda de la poeta y a su pasión por el mundo de la naturaleza (su padre era entomólogo y desde muy pronto enseñó a su hija a querer con pasión a cualquier ser vivo sobre la tierra, desde una libélula hasta una zarza llena de moras) sin olvidarse de las faenas agrícolas y los hombres y las mujeres que viven en el campo. Sin embargo, la afición desmesurada de Silvia Plath a la lectura, hace que también dedique muchos versos a cantar o a lamentar la trayectoria humana o mitológica de personajes como Perseo, Midas, Gulliver o Medusa. Pero, insistimos, lo mejor de Silvia Plath es eternizar lo que le da el día, la tierra, el encuentro con una campesina, el recuerdo de un fantasma o sus propios quehaceres habituales, como el tan modesto de recoger espinacas. Y lo hace con un lenguaje fresco, apasionado, muchas veces crudo, pero siempre profundamente lírico. Por otra parte, la fauna y la flora que aparece en los poemas de Silvia Plath podría formar un libro. Como muestra, copio a continuación unos versos de Palabras, poema fechado el 1 de febrero de 1963:

"La savia
brota como las lágrimas, como el
agua que se esfuerza
en reestablecer su espejo
en la roca,
deshaciendo y horadando
este cráneo blanco,
carcomido por las malas hierbas.
Años después, vuelvo
a encontrármelas por el camino:
las palabras secas y sin jinete,
el estruendo incansable de los cascos.
Mientras,
desde el fondo de la charca, las estrellas fijas
gobiernan una vida."

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