miércoles, 16 de febrero de 2011

ESTO ES EL SUR

Esto es el sur (2)


¡Qué diferente el tiempo de esta mañana durante el paseo de ida y vuelta al pueblo vecino! Luminoso y cálido, todo a nuestro alrededor parecía esperar para florecer a nuestro paso. Los grupos de palmeras en la playa, la franja de plata en el mar, los negritos llegando con su mercancia de reventa a lomos de sus bicicletas hasta el trozo de pretil que covierte en mostrador de su tienda al aire libre, el violinista callejero que en el teatro humilde de un banco monta su solitaria orquesta de llantos, los chiringuitos abriendo sus puertas y preparando las mesas para más tarde, los extranjeros que colocan sus hamacas delante de sus pequeños chaletitos, en el filo de la ley de costas, para entregarse a su quehacer favorito: ligar bronce andaluz…
Y el pueblo de los grandes contrastes, el del faro romántico asomado a las rocas del mar convertido en sala de exposiciones pictóricas, y el mar de plástico que a las afueras extiende sus olas de verdura por media España, el del Castillo de Santa Ana, orgulloso de su antigüedad y prosapia histórica, y el mármol de la fuente de las Tres Caravelas y el de la nueva iglesia, que orgullosa de ser moderna, parece despreciar el solar de tierra donde se levanta y las casas baratas que se esconden avergonzadas a su espalda.

La tarde se va apagando y extiende una capa de gris olvido sobre la luz y la placidez que hemos disfrutado esta mañana.

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