miércoles, 23 de febrero de 2011

De vista, de oídas, de leídas

A propósito del haikú


Ayer me volví a encontrar en el Ateneo de Barcelona con viejos amigos de la poesía, Florencio, Sérvulo, Araceli, Ambrosio... Se presentaba un libro de este último, Con ojos breves, ganador del VII Premio César Simón. De vuelta a casa, leí el ejemplar que me regaló dedicado el autor. Se trata de un libro luminoso, impresionista, realizado con el amor a la naturaleza que caracteriza a Ambrosio. Pero en esta ocasión, el poeta, en vez de explayarse en poemas amplios, rasgo característico de su quehacer poético, se contiene en el margen estrecho que permite el haikú. Sí, el libro está escrito en haikús, quiero decir que los cincuenta y nueve poemas que forman Con ojos breves están compuestos de uno, dos y tres haikús, como máximo.

Todo el mundo sabe que esta estrofa japonesa intenta cazar en sus diecisiete sílabas, distribuidas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, una impresión momentánea, un chispazo fugitivo que tiene lugar en la naturaleza ante los ojos atentos del poeta. Y eso ha hecho Ambrosio Gallego en su hermoso libro, donde el agua, los puentes, las jaras, el cielo, las flores, los pájaros... hablan para el poeta y le prestan su voz.

He aquí unos ejemplos:


Flor de la jara,
copo que crece y arde
desde su centro.


Quien cruce el puente
dividirá sus ojos
en agua y dios.


Miro la luna
tendida en la gran charca.
¡Mía es su altura!


La huella seca
se ha llenado de agua
para la sed.

Vivo está el viento
que espabila las hojas,
¡las hace hablar!


Bello libro, para leer despacio y entender al gran poeta que hay detrás.

A mí, tras leerlo, sólo se me ocurre un haikú a partir de su título (aunque variándolo un poco) dirigido al poeta:


Con sabios ojos
ves la naturaleza,
y ella te habla.

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