lunes, 9 de julio de 2012

Cien años del Drácula de Bram Stoker

 
 
Se cumple este año el primer centenario de la muerte de Bram Stoker (1847-1912), el creador de la figura del más conocido de los vampiros, el conde Drácula.
De Stoker conocemos algunos detalles de su vida : su padre era el secretario del castillo de Dublín, tenía seis hermanos (con Charlotte tuvo una relación muy estrecha), era de constitución frágil y enfermiza, aunque la superó con el ejercicio continuado del deporte, estudió Ciencias Exactas, ingresó en la Administración Pública irlandesa, fue crítico teatral y secretario del actor Sir Henry Irving, deslumbrado por el cuento de Le Fanu Carmilla, escribió El invitado de Drácula, narración breve considerada verdadero antecedente de la obra  que le daría su mayor fama y que no vería la luz hasta 1897.

He aquí un fragmento de Drácula:

"-¿Sabe usted qué día es hoy?
Le respondí que era el cuatro de mayo. Ella movió la cabeza y habló otra vez:
-¡Oh, sí! Eso ya lo sé. Eso ya lo sé, pero, ¿sabe usted qué día es hoy?
Al responderle yo que no le entendía, ella continuó: -Es la víspera del día de San Jorge. ¿No sabe usted que hoy por la noche, cuando el reloj marque la medianoche, todas las cosas demoníacas del mundo tendrán pleno poder? ¿Sabe usted adónde va y a lo que va?
Estaba en tal grado de desesperación que yo traté de calmarla, pero sin efecto. Finalmente, cayó de rodillas y me imploró que no fuera; que por lo menos esperara uno o dos días antes de partir. Todo aquello era bastante ridículo, pero yo no me sentí tranquilo. Sin embargo, tenía un negocio que arreglar y no podía permitir que nada se interpusiera. Por lo tanto traté de levantarla, y le dije, tan seriamente como pude, que le agradecía, pero que mi deber era imperativo y yo tenía que partir. Entonces ella se levantó y secó sus ojos, y tomando un crucifijo de su cuello me lo ofreció. Yo no sabía qué hacer, pues como fiel de la Iglesia Anglicana, me he acostumbrado a ver semejantes cosas como símbolos de idolatría, y sin embargo, me pareció descortés rechazárselo a una anciana con tan buenos propósitos y en tal estado mental. Supongo que ella pudo leer la duda en mi rostro, pues me puso el rosario alrededor del cuello, y dijo: “Por amor a su madre”, y luego salió del cuarto."

De Drácula y sus versiones cinematográficas se han derramado ríos de tinta. La novela es un modelo inmejorable del género de terror, donde luchan las fuerzas contradictorias del bien y el mal, la luz y las tinieblas... Los ingredientes que mueven su acción están envueltos por el misterio, el terror, el erotismo y la muerte y todos se encaminan a perseguir al malvado y acabar con él.
Las principales versiones cinematográficas se reducen generalmente a tres:
La proganizada por Bela Lugosi (dirigida en 1931 por Tod Browning), que fue la película pionera de la saga.
La que bordó con su actuación aristocrática Christopher Lee (dirigida en 1958 por Terence Fisher).
La que finalmente protagonizó Gary Oldmann (dirigida en 1992 por Francis Ford Coppola).
Personalmente, prefiero la segunda, de la que ofrezco un pequeño recuerdo:

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