viernes, 1 de enero de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Adiós a 2009



Tres copas de champagne a medias y una vela encendida sobre adornos navideños. Es sólo una fotografía de anoche, la última noche del año que, para bien o para mal, acaba de desaparecer. En lo que a mí respecta, acaba de terminar el año de mi jubilación y empieza el segundo. Esto es como una rueda que no acaba nunca, hasta que la inercia de la vida diga fin. En este juego de ir contando cosas, entretengo al tiempo y lo engaño de algún modo. Del pasado 2009 sólo puedo hablar de cosas positivas. Mi alegría de vivir (ese es el significado de "jubilación", del latín 'iubilatio', viva alegría, júbilo), desde el 20 de febrero último, día de mi cumpleaños y del descanso de las aulas, la tiza y las explicaciones y correcciones escolares, mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados. Hasta me ha cambiado la forma de mirar a las cosas y considerar lo positivo y lo negativo de ellas y he llegado a una conclusión: a considerar más lo positivo que lo negativo, como si fuera todo sentarse a una buena mesa en compañía de familuares y amigos y hablar de lo bueno que tenemos delante, comerlo y beberlo y deshacerse de lo indigesto y poco más. Los viajes, los reconocimientos, los paseos, las lecturas, pintar o practicar la afición que más le guste a uno, escribir de vez en cuando algo que me aleje de la melancolía, aunque sea para hablar del tiempo, los hechos y los rostros pasados, bailar y contar chistes que me alegren de verdad el corazón, fomentar el contacto con muchas personas e intercambiar con ellas gozos y sorpresas agradables. Creo que en eso está lo que llamamos las personas ser medianamente felices. Si añadimos un poco de salud, todo eso que he mencionado antes, los viajes, los reconocimientos, los paseos, las lecturas, las aficiones... nos rejuvenecerán, o al menos no nos envejecerán tan deprisa. Y podremos acabar el champagne que aguarda en la copa y añadir un poco más, hasta que la cera de la vela se consuma del todo. Y mientras tanto, habitar el escenario con los rostros de las personas que más queremos. Y así un año tras otro. Ahora lo que toca es despedirse sin tristeza del año 2009, que ya no existe, y abrir los brazos con alegría al 2010, que nos espera para regalarnos nuevas aventuras y alegrías.

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