jueves, 7 de enero de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Viajar (5)





Parece que fue ayer cuando reservamos el viaje a Menorca que iniciaremos mañana Dios mediante. Esto de viajar es una rueda que no se detiene nunca para el que le gusta cambiar de aires cada dos por tres para vivir nuevas experiencias, conocer otras gentes y otros paisajes, que es lo mismo que enriquecerse desde dentro. Recuerdo que en febrero del año pasado, durante la comida que celebramos la familia para conmemorar el hecho de que me había convertido en un jubilado, sólo pensaba en disfrutar de la vida que comenzaba a vivir ese mismo día y nunca sospeché que dos viajes importantes me esperaban a los postres. Porque fue en los postres cuando mis hijos y mi mujer me los regalaron. El primero era una semana en Toledo, ciudad que siempre he admirado y querido. Cuando mis hijos me entregaron el resguardo de los billetes para el AVE y la reserva del Hotel de la ciudad imperial, situado a un costado de la catedral, no podía creémelo. Llevaba un tiempo planeando hacer una visita a Toledo después de que en una novela iniciada tiempo atrás titulada Viaje previsto (desdichadamente perdida también en el disco extraíble del que hablé hace unos días) había situado una parte importante de la trama en esa ciudad y necesitaba comprobar in situ algunos detalles arquitectónicos de ciertos edificios y el trazado de dos o tres calles. Y saber que de forma tan cariñosa iba a poder realizar mis deseos me emocionó muchísimo.

Pero más aún me emocionó al conocer el regalo de mi mujer pues consistía nada más ni nada menos que en pasar unos días en el corazón antiguo de Praga, junto a Santa María de Tyn o el Reloj de las Horas de la Plaza Vieja y a un paso del barrio judío, respirando el mismo aire que tiempo atrás había respirado mi admirado Kafka. Cuando vi entre mis dedos las reservas del avión y del hotel (Metamorphis) donde nos íbamos a alojar, no supe cómo reaccionar. El abrazo de mi mujer me ayudó poco a poco a entender el alcalce del regalo que acababa de hacerme.

Aunque nada de eso fue comparable a la estancia en vivo en esos dos mágicos lugares, de los que ta he dicho algunas cosas en este blog. El de Toledo tuvo lugar en marzo y dos meses más tarde volamos a la capital de la república checa. Muchos recuerdos guardo de esas vivencias experimentadas en compañía de mi mujer.

Y antes de acabar el año, en noviembre, el tercer viaje del año iba a poner broche de oro a esta afición inveterada que he tenido siempre a viajar. Fue a Vitoria, la capital alavesa donde nuevas emociones vinieron a anidar el álbum interminable de la memoria.

Y ahora, comenzado el 2010, a Menorca, a Mahón, a Es Castell, para ser más precisos. Llueve y poco a poco se va haciendo de noche mientras escribo estas líneas, a pocas horas de coger el avión hacia una nueva aventura de vida.

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