lunes, 4 de enero de 2010

RELÁNGRAFOS


Ahora no hay famosillas de avanzada edad, sino de avanzada cirugía plástica.

Una mentira pequeña puede hacer a veces más tolerable una contundente verdad.

El teléfono nos permite decir cosas a la gente que no le diríamos a la cara.

Cuando somos viejos decimos que estamos prisioneros del tiempo, cuando de niños teníamos todo el tiempo en nuestras manos.

Si malo es el desamor, peor es la soledad.

Es verdad que la ilusión está lejos de ser realidad, pero nadie me negará que ayuda a soportarla.

El sexo sin amor es una ensalada sin aceite.

Bécquer describe en sus Rimas los rasgos y gestos de la mujer comparándolos con elementos vivos de la naturaleza.

Para Bécquer la mejilla de la mujer es una rosa temprana.

Cuando empiezo a pintar, una vez hecho el dibujo de base, no sé cómo va a resultar acabado el cuadro. Por eso el camino, aunque sea largo y difícil, vale la pena ser andado.

Un jardín sin riego es un cuerpo sin alma.

La luna es el ojo por el que mira el día que no ha desaparecido del todo.

La mariposa es el alma de una flor que murió y que en cuatro pátalos prolongó la vida en vuelo más allá de su desaparición.

Si el mundo real cupiera en mi televisor, con el mando a distancia borraría toda la corrupción que lo falsea.

Ni quiero que la puerta sea el femenino de puerto ni mucho menos que el cuadro sea el masculino de cuadra.

En la fina ironía conviven sabiamente la burla inteligente y la poesía elegante.

En la música el lazo profundo que ata los acordes es el silencio.

Para Bécquer los ojos de la mujer son verdes como el mar o tempranas hojas de almendro que tiemblan con el aire.

La boca, granada abierta.

La frente, cumbre nevada en que el día refleja su última luz.

Los niños son perfectos y el tiempo no. Por eso emplean en sus juegos el pretérito imperfecto: Yo era un policía y te hacía mi prisionero.

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