miércoles, 29 de octubre de 2008

Letras para el ocio

MARZO A LA VISTA

Marzo empezó a marcear justo cuando la primavera, ya con muestras palpables en la naturaleza, estaba a punto de ser inaugurada. Se nubló y los vientos y el frío volvieron. Una especie de tristeza se apoderó de los jardines, y mi alma, que se había animado momentáneamente con el adelantamiento prematuro de la primavera, experimentó un retroceso. Y me dio por escribir algún poema triste
"Escudos y cigüeñas.
Los palacios se mueren,
sin sol en las callejas.
El invierno, que vuelve,
le quita la alegría
a lo que reverdece..."
Y me puse a releer a Proust. Y más nostalgia, recuerdos, inmersión en el pasado, tristeza que no conduce a ningún lado. Sin embargo, no todo me iba a resultar melancólico por aquel entonces. Me llevé una pequeña alegría cuando al llevar la basura al contenedor me encontré con una colección abundante de discos de vinilo que algún vecino, no tan amante del pasado como yo o huérfano de pronto de su tocadiscos, había optado por destinarlos al olvido. Los recogí ipso facto y me los llevé a casa. Allí, mientras leía y contemplaba las carátulas de los discos, les iba quitando el polvo con una bayeta humedecida. En la colección estaban representados todos los gustos y edades de una familia; había discos para niños: Cuentos infantiles inolvidables (El gato con botas, Caperucita Roja, El flautista de Hamelin, que era, además una miniópera), Blancanieves y los 7 enanitos, Aladino y la lámpara maravillosa, Ali-Babá y los cuarenta ladrones, Garbancito, La cenicienta, El pastor mentiroso, El mago de Hoz...); había discos para adolescentes (Running Scared, Cómplices, Xavi Metralla, D-Pop, Simply Red, Communards, No me pises que llevo chanclas, La pandilla, Sistema 3, Attica timewarp, Guns N' Roses...); discos para nostálgicos carrozas, como el propio profesor (Mecano, Vicky Larraz, Whitney Houston, Celentano, Michael Jackson, Camilo Sexto, Jesucristo Superstar...); discos de música clásica, aunque los menos (Vivaldi, Tesoros de Viena de Johann Strauss, Roy Etzel, Ibarbia...); y otros con sello propio (Peter Gabriel, Phil Collins, Juan Luis Guerra, Annie Lrennox, A Non Blondes, Sam Brown...) Fue como hacerse con libros de idiomas desconocidos; sin tocadiscos no podía entrar en su mundo; pero los tenía allí, en su casa, rescatados de la basura y el olvido, como cuadros que aún no han sido desembalados...








MÁS SOBRE EL ÚLTIMO POEMARIO DE BENEDETTI

Las Canciones del que no canta es un libro de madurez, de vejez podríamos decir, en el que el autor, sin tener en cuenta ya el exilio (interior o exterior), como en otros libros suyos, se limita a reflexionar lo que la vida le quitó y lo que aún sigue regalándole. Es un libro sentencioso y triste, aunque contenido, sin lagrimeos fáciles, tan al uso en la poesía actual. El poemario aparece dedicado a Luz, la mujer del poeta que tras enfermar de Alzheimer, lo acabó de abandonar un día (la dedicatoria completa dice "A Luz, que ya no está pero estará siempre, en memoria de nuestros 60 años de buen amor"). Está dividido en cuatro partes: Canciones del que no canta, Sonetos con destino, De amor y de vida y Más o menos. El que no canta es el poeta, aunque escriba todavía letras de canciones para que las musiquen cantautores o "que un viejo bandoneón o una guitarra / sobre todo una voz comunicante / la rescaten del pálido silencio /y le den vida de una vez por todas." De ahí que la forma elegida sea la del verso y la estrofa tradicionales ( el octosílabo, el endecasílabo, el romance, la redondilla, la copla, el soneto...). Eso sí, siguiendo su inveterado estilo de no puntuar. De vida y de amor (también de muerte y de dolor) se habla en el libro (aunque "vivir es tan complicado / y morirse tan sencillo"); del amor dice Benedetti que "es una gloria / y a veces un accidente / se produce y de repente / te cambia toda la historia." Y en la vida hay de todo, alegría, tristeza, seguridad, dudas... y todo ello pesa desde la juventud a la vejez ("lo peor es cómo pesa / la maleta de las dudas / y que el implacable espejo / no perdone las arrugas"). El lenguaje siempre es sencillo, transparente, sentencioso, aunque no faltan algunos juegos de palabras, asociaciones insólitas o metáforas de todo tipo. Un ejemplo: "volvemos pero nos vamos / nos vamos pero volvemos/ a las rosas que eran mías / ya no les queda ni un pétalo." La temática, aun dentro de los dos grandes núcleos de la vida y el amor, es muy variada: el perdón, la violencia, la vejez, el tiempo que pasa, el miedo, la valentía, los recuerdos; del hecho de recordar el tiempo ido afirma el poeta: "acordarnos de los años / a veces nos hace mal / lo mejor es que archivemos / la vejez en el morral." Casi siempre, lo que hace el poeta es definir, dar su parecer, reflexionar en voz alta: ("la violencia es un rezago / de la vieja cobardía"; "el fracaso hace bien es una alarma / nos enseña que somos vulnerables / y con esa tutela nos da fuerza /para volver de nuevo a la victoria"; "La vejez no transcurre es como un témpano / que nos hiela la sangre en retroceso / y un día o una noche se termina / y nos deja en brazos de otra infancia."; "El miedo se nos va por una hendija / pero la soledad nos estremece"; "lo cierto es lo que somos ahora mismo"; "amar sin nadie vaya cosa triste (...) amar con alguien vaya cosa buena"; "Los rincones del alma tienen alma / y nada que envidiar al corazón"; "el espejo jamás me dice ¡ánimo! / más bien es el programa de un abismo"; "Soy el que soy porque los otros son / las miserias nos unen fuertemente"; "la soledad es una extraña / prerrogativa del dolor / y sin embargo uno se siente / libre como la lluvia en los cristales"; "estar solo también es un amparo / donde mueren las culpas inocentes"; "no hay solitario que no añore / a su querida multitud"; la felicidad suele ser la breve / vacación del dolor"; "con la felicidad cede la fiebre / y hasta la muerte se persigna"; "la eternidad es cada vez más breve"; "la eternidad es un aburrimiento"; "el horizonte es una frontera / entre los vivos y los posibles"; "el universo vive de lo oscuro / allí esconde fantasmas y memoria"; "en su largo crepúsculo el silencio / abe que su destino inexorable / es ser prólogo digno de la muerte"; "posteridad viene a ser el resumen/ de lo que fue una vida impertinente"; "somos un universo de bolsillo / sin un sabio capaz de descifrarlo"; "los recuerdos nos llaman / porque son los ladrillos del pasado"... Otras veces, simplemente, aconsejar al lector y a sí mismo: "... es preferible / estar en donde estuve / entrar en mi ceniza / morir entre los míos"; "el modo más tranquilo de defendernos / es estar seguro de quiénes somos / convivir con la pena insobornable / no encandilarnos con las profecías /y sobre todo descubrir / los secretos del antes / para que nos sirvan de algo / en el después"; "yo sé que está presente / que como yo busca el refugio de una / soledad nueva y tan acogedora / como la paz sin guerra"; "no hay rescato posible en las ausencias / uno sigue con ellas en la mano"; "y por fin entendemos que en el tiempo / nuestras vidas también son hojas secas"; "el llanto ayuda a veces a olvidar / porque a menudo es tanta la tristeza / que uno ya no recuerda por qué gime"; "con uno mismo habrá que ser decente / dejar las máscaras en el desván"; "es mejor no engañar en el mercado / de la felicidad y de las lágrimas"...





DOS PELÍCULAS MÁS

Pasamos por la biblioteca a coger un par de películas, Cold Mountain y Mi vida sin mí, para esa noche, y de paso le puse a Lorenzo un correo para saber cómo iban las cosas por La Románica y por la vida actual del profesor amigo. La primera película, Cold Mountain, ya la habíamos visto. Descubrimos tras los primeros fotogramas (Jud Law en las trincheras, el conejo, la explosión, Nicole Kidman de novia al pie del andamio...) que ese film nos era conocido. Así que pusimos en el DVD la otra película, Mi vida sin mí, una cinta de Isabel Coixet muy positiva pese a la historia (una chica de 23 años, madre de dos niñas preciosas, se entera en una visita médica rutinaria que padece una terrible enfermedad que apenas la dejará disfrutar de la vida durante tres meses). Se dedica a hacer todo lo que no había hecho antes y, sobre todo, a grabar para cuando esté muerta mensajes a sus hijitas (uno por cada cumpleaños hasta que cumplan la mayoría de edad), a sus amigas, a su novio, a su madre... Una frase de Ann, así se llama la protagonista, se me quedó grabada: "En el supermercado nadie habla ni piensa en la muerte."

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